Hay que invertir en vida y familia

2013-02-05 L’Osservatore Romano
“Invertir en la vida y en la familia, también como respuesta eficaz a la crisis”. Benedicto XVI relanzó el domingo 3 de febrero el llamamiento de los obispos italianos con ocasión de la Jornada por la vida. Saludando al Movimiento por la vida y a los representantes de las facultades de medicina y cirugía de las universidades de Roma, que participaron en el Ángelus en la plaza de San Pedro, el Pontífice expresó en particular el deseo de que “Europa sea siempre un lugar donde cada ser humano sea tutelado en su dignidad”.

Poco antes, hablando del episodio evangélico de Jesús en la sinagoga de Nazaret, el Papa recordó que “el verdadero profeta no obedece a otros sino a Dios, y se pone al servicio de la verdad, dispuesto a pagarlo en persona”. Y “es verdad que Jesús es el profeta del amor —precisó—, pero el amor tiene su verdad. Es más, amor y verdad son dos nombres de la misma realidad, dos nombres de Dios”, como indica explícitamente el himno a la caridad contenido en la primera carta de San Pablo a los Corintios. “Creer en Dios significa renunciar a los propios prejuicios y acoger el rostro concreto en el que Él se ha revelado: el hombre Jesús de Nazaret”, explicó Benedicto XVI, añadiendo: “Y este camino conduce también a reconocerle y a servirle en los demás”.

Una misión que el Pontífice había indicado igualmente a los numerosos religiosos y religiosas que participaron en la celebración eucarística que presidió en la basílica vaticana la tarde del sábado 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor y 17ª Jornada mundial de la vida consagrada. “Os exhorto a hacer memoria del 'primer amor' con el que el Señor Jesucristo caldeó vuestro corazón”, les dijo. Para ello “es necesario estar con Él, en el silencio de la adoración; y así volver a despertar la voluntad y la alegría de compartir la vida, las elecciones, la obediencia de fe, la bienaventuranza de los pobres, la radicalidad del amor”. Precisamente “a partir siempre de nuevo de este encuentro de amor —subrayó— dejáis cada cosa para estar con Él y poneros como Él al servicio de Dios y de los hermanos”. Con una fe —añadió— “que sepa reconocer la sabiduría de la debilidad” en una sociedad que vive “de la eficiencia y del éxito”. También para responder “a los profetas de desventuras que proclaman el final o el sinsentido de la vida consagrada en la Iglesia de nuestros días”.