Los PADRES de Santa Hildegunda fueron el conde Hermán de Litberg y la condesa Hedwig, quien, al perder a su marido, se retiró con su tercera hija Gertrudis al convento premonstratense de Dunwal. Hidelgunda siguió el ejemplo de su madre cuando su esposo, el conde Lotario y uno de sus hijos murieron y el otro, Hermán, entró en un monasterio. En 1178, después de ir en peregrinación a Roma, entregó todas sus posesiones a Cristo, y con el consentimiento y ayuda de su hijo Hermán comenzó a convertir en convento su castillo de Mehre, situado hacia el norte de Colonia. Se demoró algo en llevar al cabo su propósito, porque su hermana Isabel, retractándose del consentimiento que había dado a la primera división de la herencia, reclamó un nuevo convenio. Después que esto se hubo arreglado, Hidelgunda y su hija Hedwig (llamada beata) adoptaron el hábito premostratense e ingresaron a la nueva fundación, de la cual la santa llegó a ser priora. Como el número de religiosas aumentó rápidamente, cambió el convento a un sitio más conveniente, donde creció y floreció, lleno de santas mujeres que mantuvieron un manantial ininterrumpido de oración y alabanzas: la casa, según dicen sus constituciones, se había convertido de fortaleza para ejercicios militares, en colegio para vírgenes santas. Antiguamente pendía en la iglesia del convento un retrato de Hermán, hijo de Hidelgunda, también llamado beato, en el que aparece de pie al lado derecho de su madre.
Butler Alban - Vida de los Santos