2013-02-07 L’Osservatore Romano
«Si los jóvenes no esperaran y no progresaran más, si no integraran en las dinámicas históricas su energía, su vitalidad, su capacidad de anticipar el futuro, nos encontraríamos una humanidad replegada en sí misma, desprovista de confianza y de una mirada positiva hacia el mañana». En pocas palabras: si los jóvenes pierden la esperanza, la sociedad no tiene futuro. De esto está convencido Benedicto XVI que ha hablado de las culturas juveniles emergentes – el jueves 7 de febrero – con los miembros del Consejo pontificio para la cultura, a quienes recibió con ocasión de la asamblea plenaria.
El Papa relanzó la preocupación de toda la Iglesia por la «emergencia educativa» a la que – expresó – «se suman otras “emergencias”, que tocan las diversas dimensiones de la persona y sus relaciones fundamentales y a la que no se puede responder de modo evasivo y banal». El pensamiento del Pontífice se dirigió particularmente a las dificultades de los jóvenes en el mundo del trabajo y a su «fatiga de ser fieles en el tiempo a las responsabilidades asumidas». Pero no dejó de evidenciar los «fenómenos claramente positivos», como «los impulsos generosos y valientes de tantos jóvenes voluntarios que dedican a los necesitados sus mejores energías; las experiencias de fe sincera y profunda de numerosos chicos y chicas que con alegría testimonian su pertenencia a la Iglesia; los esfuerzos realizados para construir, en tantas partes del mundo, sociedades capaces de respetar la libertad y la dignidad de todos, comenzando por los más pequeños y débiles».