No SABEMOS nada sobre el origen y la familia de este santo, que al parecer fue francés. Se cree que sirvió como soldado en su juventud y que llevó una vida disipada. Los primeros relatos definidos que tenernos datan de 1145, cuando Guillermo iba como un penitente en peregrinación a Roma. Ahí pidió al Papa Eugenio III, posteriormente beatificado, que le impusiera una penitencia, y el Pontífice le ordenó que visitara los Santos Lugares en Jerusalén. Ocho años empleó en preparar y realizar su viaje y una vez de regreso en Toscana, se retiró a un lugar solitario para seguir la penitencia, hasta que lo convencieron para que se encargara del gobierno de un monasterio en el territorio de Pisa. Sin embargo al considerarse incapaz de acabar con el relajamiento y el desorden que imperaban en el convento, se retiró al monasterio de Monte Pruno. Ahí encontró a los monjes igualmente relajados y no menos rebeldes a la disciplina que los anteriores, por lo que entonces decidió llevar en la soledad una vida de mortificación y de piedad. Con este objeto, se estableció en un valle desierto y árido situado en la región de Siena por el que nadie se atrevía a cruzar, y cuyo nombre latino de "Stabulum Rodis" él cambió desde entonces por el de Maleval. Desde septiembre de 1155, permaneció en aquella soledad, viviendo en una cueva, sin comer otra cosa que hierbas y raíces y sin ver a otro ser viviente, fuera de los animales salvajes. Así pasaron cuatro meses antes de que el castellano dueño de aquellas tierras, compadecido del ermitaño, mandara que le construyeran una celda en el desierto. Casi al mismo tiempo se unió a San Guillermo un discípulo llamado Alberto, que vivió con él hasta su muerte, acaecida trece meses después. Fue Alberto quien relató la vida de penitencia y oración de San Guillermo.
El santo instruyó a su discípulo en las prácticas de la mortificación y la piedad, inculcándoselas más efectivamente con su ejemplo que era más para admirar que para imitar. San Guillermo tenía el don de profecía y obraba milagros. Poco antes de su muerte, un médico llamado Renaldo se unió a los anacoretas. Alberto y él enterraron el cuerpo de San Guillermo ante la cueva y ambos permanecieron ahí, manteniendo las reglas de vida del santo. Pronto llegaron más discípulos al lugar y la pequeña comunidad pudo construir una capilla sobre la tumba del fundador y una ermita para albergarse. Este fue» el origen de los Ermitaños de San Guillermo, que después se extendieron por Italia, Francia, Flandes y Alemania. Más tarde, muchos de ellos se unieron a los frailes ermitaños Agustinos.
Butler Alban - Vida de los Santos