GREGORIO nació en Roma; fue un hombre notable por su piedad y observancia regular. Debido a esto, el Papa San Sergio I lo ordenó subdiácono. Bajo los cuatro Papas siguientes fue tesorero de la iglesia, después bibliotecario encargado de comisiones importantes. Eran tan grandes su sabiduría e ilustración, que fue elegido para acompañar al Papa Constantino a Constantinopla, cuando éste fue convocado para discutir con el emperador Justiniano II ciertas dificultades y diferencias que se habían presentado en el Concilio de Trullo, en 692. A la muerte de Constantino, Gregorio fue elegido Papa y consagrado en 715.
Dirigió su celo infatigable y vigilante a extirpar las herejías que pululaban y llevar al cabo una reforma de costumbres. Convocó varios sínodos en los cuales se formularon reglamentos disciplinares que promovían la moralidad y reprimían toda clase de abusos. Hizo levantar nuevamente gran parte de las murallas de Roma contra los lombardos, y restauró muchas iglesias. Tenía sumo cuidado de los enfermos y ancianos; reconstruyó un asilo de ancianos y el gran monasterio que está cerca de la iglesia de San Pablo en Roma; después de la muerte de su madre en 718, convirtió su casa en el monasterio de Santa Águeda. Ayudó a restablecer la abadía de Monte Casino, a la cual envió el abad San Petronax para que la gobernara, ciento cuarenta años después de que la misma había sido reducida a escombros por los lombardos. San Gregorio envió misioneros para predicar la fe de Cristo en Alemania, y consagró obispos a San Corbiniano y San Bonifacio. En su tiempo, los peregrinos ingleses que iban a Roma aumentaron a tal punto, que fue necesario dedicar una iglesia, un cementerio y una escuela para ellos.
Sin embargo, en los asuntos con el emperador León III fue donde Gregorio desplegó más su fuerza y magnanimidad. León ordenó la destrucción de las sagradas imágenes y puso en vigor sus edictos de persecución. San Germano y otros prelados del oriente trataron de disuadirlo, pero encontrándolo obstinado, rehusaron obedecer y apelaron al Papa. Gregorio por mucho tiempo continuó empleando súplicas y razones, a la vez que animaba vigorosamente al pueblo de Italia a mantenerse leal a su príncipe. Cuando estallaron las rebeliones en Sicilia, Ravena y Venecia, se opuso eficazmente a ellas; simultáneamente alentaba con sus cartas a los pastores de la Iglesia para que resistieran la herejía que el emperador trataba de establecer por la violencia. San Gregorio II fue Papa por quince años; murió en el año 731.
Butler Alban - Vida de los Santos