BENEDICTO XVI: A LA ESCUCHA DE LA VOLUNTAD DE DIOS

Escrito por Lic. Paola Rios

S. E. Mons. Eugenio Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla
Secretario General de la CEM

“He decidido renunciar libremente al ministerio de Obispo de Roma”

El 19 de abril de 2005, en uno de los Cónclaves más breves de la historia, fue electo 265 Vicario de Cristo el Cardenal Joseph Ratzinger, quien tomó por nombre Benedicto XVI. Siete años después, el 11 de febrero de 2013, Memoria de Nuestra Señora de Lourdes y Jornada Mundial del Enfermo, durante un consistorio para definir tres canonizaciones, el Santo Padre anunció que, después de haber examinado reiteradamente ante Dios su conciencia, ha llegado a la certeza de que, por lo avanzado de su edad, ya no tiene fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino, por lo que ha decidido renunciar libremente al ministerio de Obispo de Roma, de forma que desde el 28 de febrero próximo a las 20:00 hrs la Sede de San Pedro quedará vacante y deberá convocarse el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

La renuncia: un acto de fe, de humildad, de lealtad y de valentía
Luego de la sorpresiva noticia de la renuncia de Benedicto XVI, algunos comenzaron a especular sobre los motivos de la misma. Sin embargo, siendo honestos, nadie mejor que el Santo Padre conoce la verdadera razón. Y él la ha dicho con toda claridad: “Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”. Con estas palabras, Joseph Ratzinger da una contundente prueba de madurez humana y cristiana; un testimonio de fe, de humildad, de lealtad y de valentía. El próximo 16 de abril, cumple 86 años. Con realismo, reconoce que sus fuerzas han menguado, como ya lo había comentado hace tres años en la entrevista que concedió al periodista Peter Seewald, donde planteó el tema de la renuncia[1].

Nacido el Sábado Santo, en una familia sencilla, unida y muy católica
“Nací el 16 de abril de 1927, Sábado Santo, en Marktl (Alemania), junto al Inn”[2], escribía Joseph Ratzinger, el menor de tres hermanos. Su padre fue policía rural, que por su abierta oposición al nacional-socialismo, se vio obligado a trasladarse con su familia de un lugar a otro, hasta que se jubiló y se estableció en 1937 junto al Traunstein. Joseph, que aprendió a tocar el piano, educado cristianamente por sus padres, comenzó a desarrollar un gran aprecio por la liturgia: “El año litúrgico –comenta– daba al tiempo su ritmo y yo lo percibí ya de niño”[3].

El seminario menor
Orientado por su párroco, en la Pascua de 1939 ingresó al seminario menor, siguiendo a su hermano Georg. “Entré en el seminario, feliz y lleno de expectativas porque mi hermano me había hablado estupendamente de él”[4]. “Tuve que aprender a adaptarme a la vida en común… estoy muy agradecido a esta experiencia que ha sido importante para mi vida” [5].

El Nazismo y la Guerra
Entonces estalló la Segunda Guerra Mundial. Ante la carencia de personal militar, el régimen nazi decidió reclutar a los muchachos nacidos entre 1926 y 1927. Joseph y sus compañeros del seminario fueron llamados a los servicios antiaéreos de Munich. Tenía dieciséis años. “Aquellas semanas -escribe- han permanecido en mi memoria como un recuerdo opresivo”[6]. En 1945 decidió regresar a casa. Ya en el hogar, el ejército americano, que convirtió la casa de los Ratzinger en su centro de operaciones, lo envió a un campo de prisioneros de guerra. Pero aún en esa nueva adversidad, no se dejó desalentar; participaba en la Misa que se celebraba todos los días, hacía composiciones en griego y con otros compañeros organizó conferencias con los profesores prisioneros.

El reinicio de los estudios tras la Guerra
En junio de 1945 fue liberado y llegó a casa: “…gustamos de la reencontrada libertad, que aprendimos ahora a apreciar tanto” [7]. Poco a poco, los dispersados se reunieron nuevamente. Los seminaristas se dieron a la tarea de reconstruir su seminario. “La esperanza… renacía aun en medio de las destrucciones”[8]. “Ninguno dudaba de que la Iglesia era el lugar de nuestras esperanzas –recuerda–teníamos la prueba: las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella. Sabíamos, por experiencia propia, qué cosa eran las puertas del infierno y podíamos ver también con nuestros ojos que la casa construida sobre la roca se había mantenido firme”[9]. Al concluir los estudios de filosofía, Joseph solicitó a su Obispo permiso para estudiar la teología en Munich. “Muchos de los edificios universitarios eran todavía montones de escombros… era escaza la alimentación”[10]. Su tesis "Pueblo y casa de Dios en la doctrina de la Iglesia de San Agustín", fue premiada, con lo que se le abrían las puertas para hacer el doctorado. Con el apoyo de su hermano George y de su hermana María pudo cumplir a tiempo con la entrega del documento y prepararse para el gran día: la ordenación sacerdotal.

La ordenación sacerdotal
El 29 de junio de 1951, en la Fiesta de los santos Pedro y Pablo, Joseph Ratzinger fue ordenado sacerdote junto con su hermano George. “En el momento en que el anciano Arzobispo impuso las manos sobre mí un pajarito, tal vez una alondra, se elevó del altar mayor de la catedral y entonó un breve canto gozoso; para mí fue como si una voz de lo alto me dijese: “Así vas bien, vas por el camino adecuado”[11]. “Jesucristo es siempre el que hace el don y nos eleva hacia sí –ha dicho el Papa Benedicto XVI– Jesucristo quiere ejercer su sacerdocio por medio de nosotros... nos tomó… y nos dijo: No temas. Yo estoy contigo. No te abandono. Y tú no me abandones a mí… Dejemos que su mano nos aferre… Démosle nosotros la nuestra, para que… pueda venir al mundo y transformarlo”[12]. Luego de la ordenación sacerdotal fue designado como coadjutor a la Parroquia de la Sangre Preciosísima en Munich.

Ratzinger, profesor en el Seminario
En 1952 fue enviado al Seminario de Frisinga para impartir un curso sobre pastoral sacramentaria, celebrar la Santa Misa y confesar en la Catedral, y preparar el examen para concluir el doctorado. En ese período, quedó libre uno de los apartamentos destinados a los profesores junto a la Catedral. Al joven sacerdote le pareció oportuno llevar consigo a sus padres, que, ahora, con más de 70 años de edad, encontraban dificultades para seguir viviendo en Hufschlag.

Nubarrones que ensombrecen el panorama
Pero el panorama se ensombreció; a causa de gran cantidad de errores de la mecanógrafa que estaba transcribiendo el trabajo –la cual, además de lenta, perdía las hojas– el texto de habilitación fue rechazado. “Era como si me hubiera caído un rayo –recordará después– ¿Qué les sucedería a mis padres, que habían venido con tan buena intención a Frisinga a vivir conmigo, si ahora, a causa de este fallo, hubiera tenido que dejar la docencia?”[13]. Sin embargo, no se dio por vencido; trabajó intensamente, entregó el trabajo después de arreglarlo y obtuvo la cátedra.

Un sueño hecho realidad: catedrático en la Universidad de Bonn
En 1958 le fue ofrecida al doctor Ratzinger la cátedra de teología fundamental en la Universidad de Bonn. Aceptó, teniendo en cuenta que ahora sus padres podían trasladarse a la hermosa casa parroquial que le había sido asignada a su hermano George en Traustein.

Una pena en medio de la dicha: muere el Sr. Ratzinger
Pero fue sorprendido por un golpe: su padre sufrió un grave ataque apopléjico, al cual sucumbió después de dos días de agonía. “Nos sentíamos agradecidos de podernos encontrar todos juntos en torno a su lecho y de poderle mostrar una vez más nuestro amor… Cuando, después de este suceso volví de nuevo a Bonn, sentía que el mundo se había vuelto un poco más vacío para mí y que una parte de mi persona, de mi hogar, se había marchado al otro mundo”[14]. Meditando en el drama del sufrimiento, el Papa Benedicto XVI ha comentado: “¿Por qué es así?... no tenemos respuesta, pero sabemos que Jesús ha sufrido… que Dios verdadero, que se muestra en Jesús, está a nuestro lado. Dios está a nuestro lado… y… nos ayudará. Y un día… comprenderé que este sufrimiento no es algo vacío, no es inútil, sino que detrás del sufrimiento hay un proyecto bueno, un proyecto de amor”[15].

La gran experiencia del Concilio Vaticano II
El 11 de octubre de 1962, la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, iniciaba una etapa muy importante en su peregrinar hacia la Casa del Padre: el beato Juan XXIII, inauguraba con gran esperanza el Concilio Vaticano II, con el objetivo de que “el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado en forma cada vez más eficaz… mirando a las nuevas condiciones y formas de vida”[16]. El padre Ratzinger fue invitado por el cardenal Frings, arzobispo de Colonia, a acompañarle al Concilio. Al final de la primera sesión, Ratzinger fue nombrado perito teólogo del Concilio[17]. Por esos días, el padre Joseph fue invitado a ocupar la cátedra de teología dogmática en Münster, que finalmente aceptó.

Un nuevo dolor: la muerte de su madre
El año 1963, la madre de Ratzinger enfermó de cáncer de estómago… “aunque reducida a piel y huesos, continuó haciendo las labores domésticas… hasta que se desmayó… y desde entonces no pudo abandonar más el hospital. Su bondad era cada día más pura y transparente y continuó aumentando en las semanas en las que el dolor iba incrementándose… el 16 de diciembre… cerró para siempre los ojos, pero la luz de su bondad permaneció y para mí se convirtió cada vez más en una demostración concreta de la fe por la que se había dejado moldear” [18].

La vida continua: el Concilio, Münster y Tubinga
Con el dolor por la muerte de su madre, Joseph retornó a sus labores, teniendo que vivir entre Münster y Roma. Frente a la propaganda sensacionalista que presentaba las discusiones conciliares según el esquema de partidos “conservador” y “liberal”, se dio a la tarea de aclarar las cosas a través de numerosos escritos y conferencias. Por aquel tiempo, fue invitado a impartir la cátedra de teología fundamental en la Universidad de Tubinga. Pero la visión marxista de algunos catedráticos suscitó dificultades. Pero no se dejó influir ni desanimar. “Osé experimentar con un curso que se dirigía a estudiantes de todas las facultades, con el título de Introducción al Cristianismo. De estas lecciones nació después un libro, que ha sido traducido a 17 lenguas y reeditado muchas veces”[19].

Catedrático en Ratisbona, miembro de la Pontificia Comisión Teológica Internacional y gran escritor
En 1969 se trasladó a la Universidad de Ratisbona. Estando ahí fue llamado a formar parte de la Pontificia Comisión Teológica Internacional, instituida por el Papa Paulo VI. Ahí comenzó una amistad con Hans Urs von Balthasar y Henri de Lubac, con quienes fundó la revista internacional “Communio”, que tenía por objetivo ofrecer una reflexión teológica a partir de las fuentes, abarcando también el ámbito cultural. Además formó un grupo de reflexión teológica y de oración en la región del lago de Constanza. Comenzó un proyecto con el profesor Auber. Sin embargo, sólo pudo completar la parte escatológica, ya que, de pronto, la vida cambió para el teólogo Ratzinger.

Ratzinger, Sucesor de los Apóstoles y Cardenal
“Me gustaba mi trabajo docente y de investigación”[20]. Pero en 1977 su vida cambió. El Papa lo nombró Arzobispo de Munich y de Frisinga. “Fue para mí una decisión inmensamente difícil”[21], recordará. Pero, tras consultar a su confesor (el P. Auer), aceptó. “Las semanas previas a mi consagración fueron muy difíciles Interiormente yo seguía teniendo muchas dudas y, además de eso, tenía ante mí un cúmulo de trabajo pendiente, así que llegué casi exhausto al día de la consagración”[22]. Sin embargo, vivió intensamente ese momento. “Como lema espiritual escogí dos palabras de la epístola de san Juan: colaborador de la verdad”[23]. Un mes después, Paulo VI le hizo Cardenal. Con este título participó en 1978 en dos cónclaves: en el que fue electo Juan Pablo I, y tras la repentina muerte de éste, en el que fue elegido Juan Pablo II.

Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe
En 1981, Juan Pablo II le nombró Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con la misión de “promover la sana doctrina y la actividad apostólica de la Iglesia”[24]. Entonces tuvo que se trasladarse a Roma. La Congregación para la Doctrina de la Fe, originalmente llamada Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, fue fundada por Pablo III en 1542 para defender a la Iglesia de las herejías. Es la más antigua de las nueve Congregaciones de la Curia Romana. “El Evangelio –comentaba–… recogiendo palabras del Antiguo Testamento, recuerda que el hombre no vive sólo de pan, sino ante todo de la Palabra de Dios (Mt 4,4). Ahora bien, esa Palabra, más indispensable que el alimento, debe ser acogida en su autenticidad y conservada al abrigo de contaminaciones”[25]. “Desde mi silla, bien incómoda (pero que al menos me permite ver el cuadro general), me he dado cuenta de que determinada contestación de ciertos teólogos lleva el sello de las mentalidades típicas de la burguesía opulenta de Occidente. La realidad de la Iglesia concreta, del humilde pueblo de Dios, es bien diferente de como se la imaginan en esos laboratorios donde se destila la utopía”[26]

Ratzinger, Presidente de la Comisión para la elaboración del Catecismo
Juan Pablo II encomendó al Cardenal Ratzinger la elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica, aprobado por el Papa en 1992, calificándolo como uno de “los mayores acontecimientos de la historia reciente de la Iglesia”[27]. Al convocar un Año de la fe, que comenzó el 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, Benedicto XVI ha invitado a toda la Iglesia a “una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo”[28]. Con este fin, pide estudiar el Catecismo de la Iglesia Católica[29].

La convicción del Cardenal: lo que se necesita es la santidad
Sus 23 años al frente de la Congregación, le permitieron afirmar: “Es tiempo de encontrar de nuevo el coraje del anticonformismo”[30]. “Lo que necesita la Iglesia para responder en todo tiempo a las necesidades de la humanidad es la santidad”[31].

Numerosos cargos y reconocimientos al escritor prolífico
En 1998, Juan Pablo II aprobó la elección del cardenal Ratzinger como Vicedecano del Colegio cardenalicio, y en 2002 su elección como Decano. El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe fue nombrado también para muchos cargos, recibió varios doctorados y escribió gran cantidad de libros

La Declaración Dominus Iesus
Al contemplar el universo y considerarse a sí mismo, el ser humano puede llegar a comprender no sólo la existencia de un Ser Supremo. Así han nacido las diversas religiones. Pero ¿Qué distingue al cristianismo de todas ellas? La Declaración Dominus Iesus responde a este interrogante, recordando que, “La voluntad salvífica universal de Dios Uno y Trino es ofrecida y cumplida una vez para siempre en el misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios, que continúa su presencia y su obra de salvación en la Iglesia y a través de la Iglesia (cfr. Col 1,24-27)”[32]. No obstante, “la acción salvífica de Jesucristo… se extiende más allá de los confines visibles de la Iglesia y alcanza a toda la humanidad… Esta gracia proviene de Cristo… está relacionada con la Iglesia”[33]. Por eso, siguiendo el mandato de Señor (cfr. Mt 28,19-20) y como exigencia del amor a todos los hombres, la Iglesia anuncia a Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6), “en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa”[34].

¡Habemus Papam! Benedicto XVI
19 de abril de 2005 115 cardenales reunidos en cónclave tras la muerte del amado Papa Juan Pablo II eligieron al nuevo Sucesor de San Pedro. En medio de grandes manifestaciones de júbilo, el nuevo Papa, Benedicto XVI, apareció saludando con una amable sonrisa. Antes de impartir su primera bendición Urbi et orbi, dijo: “Después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido, a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar con instrumentos insuficientes y sobre todo confío en las oraciones de todos ustedes. En la alegría del Señor resucitado, confiados en su ayuda permanente, sigamos adelante. El Señor nos ayudará. María, su santísima Madre, está de nuestra parte. Gracias”.

¿Por qué Benedicto?
“He querido llamarme Benedicto XVI –dijo el nuevo Papa– para vincularme idealmente al venerado Pontífice Benedicto XV… intrépido y auténtico profeta de paz… Como él, deseo poner mi ministerio al servicio de la reconciliación y la armonía entre los hombres y los pueblos… El nombre Benedicto evoca, además… (a) san Benito de Nursia… punto de referencia fundamental para la unidad de Europa y un fuerte recuerdo de las irrenunciables raíces cristianas de su cultura y de su civilización… Al inicio de mi servicio como Sucesor de Pedro pido a san Benito que nos ayude a mantener firmemente a Cristo en el centro de nuestra existencia”[35].

Su plan de gobierno pastoral: hacer la voluntad de Dios
El Papa Benedicto XVI, quien ante los cardenales señaló: “la Iglesia de hoy debe reavivar en sí misma la conciencia de la tarea de volver a proponer al mundo la voz de Aquel que ha dicho: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida"[36], inauguró solemnemente su Pontificado el 24 de abril de 2005. Durante la homilía dijo: “en este momento, yo, débil siervo de Dios, he de asumir este cometido inaudito, que supera realmente toda capacidad humana. ¿Cómo puedo hacerlo?... en mí se reaviva esta conciencia: no estoy solo… La muchedumbre de los santos de Dios me protege… Y me acompañan, queridos amigos, la indulgencia, la fe y la esperanza de todos ustedes… Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad… sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor… La Iglesia… ha de ponerse en camino como Cristo para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud… Él no quita nada, y lo da todo”[37].

Encíclicas
En estos siete años de Pontificado, además de numerosas homilías, catequesis, discursos, mensajes y diversos documentos, el Papa Benedicto XVI nos ha regalado tres magníficas encíclicas: Deus caritas est (2006), Spe salvi (2007) y Caritas in veritate (2009).

Deus caritas est
En su primera encíclica, Deus caritas est, el Santo Padre nos dice: “Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él (1 Jn 4, 16). Estas palabras… expresan… el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino… El amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro… Es… en la cruz, donde… se debe definir… qué es el amor... La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega” (12-14)… El amor —caritas— siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa… Siempre habrá soledad. Siempre se darán también situaciones de necesidad material en las que es indispensable una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo…Entre los Santos, sobresale María, Madre del Señor… El Evangelio de Lucas la muestra atareada en un servicio de caridad a su prima Isabel... Ella… sabe que contribuye a la salvación del mundo, no con una obra suya, sino sólo poniéndose plenamente a disposición de la iniciativa de Dios… la Madre, nos enseña qué es el amor y dónde tiene su origen, su fuerza siempre nueva. A ella confiamos la Iglesia, su misión al servicio del amor” [38].

Spe salvi
El Papa comienza su segunda encíclica Spe salvi (2007), diciendo: “En la esperanza fuimos salvados (Rm 8,24). La redención se nos ofrece como esperanza, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente… Esperanza… es distintivo de los cristianos… saben que su vida, en conjunto, no acaba en el vacío… Quien tiene esperanza vive de otra manera… Llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza… Estoy convencido de que la cuestión de la justicia es el argumento… más fuerte en favor de la fe en la vida eterna... La gracia no excluye la justicia. No convierte la injusticia en derecho. La opción de vida del hombre se hace en definitiva con la muerte; esa opción que se ha fraguado en el transcurso de toda la vida. El Juicio de Dios es esperanza, tanto porque es justicia, como porque es gracia”[39].

Caritas in veritate
En su tercera encíclica Caritas in veritate, el Vicario de Cristo nos dice: “La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad… Destinatarios del amor de Dios, nos convertimos en sujetos de caridad, instrumentos para difundir la caridad de Dios y tejer redes de caridad… el desarrollo humano integral es vocación que comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por parte de todos. Exige una visión trascendente de la persona, y necesita a Dios, quien permite ver en el prójimo la imagen divina… Nos preocupa justamente la complejidad y gravedad de la situación económica actual, pero hemos de asumir con realismo, confianza y esperanza las nuevas responsabilidades que nos reclama un mundo que necesita una profunda renovación cultural y el redescubrimiento de valores de fondo… Conviene afrontar las dificultades del presente… de manera confiada más que resignada” [40].

Exhortaciones apostólicas y motus propios

En 2007 el Santo Padre publicó la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis, que recoge los trabajos del Sínodo de los Obispos de 2005. En ella nos recuerda que, “la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios… viene al encuentro del hombre… acompañándole en su camino… nos enseña… la verdad del amor, que es la esencia misma de Dios… La unión con Cristo… nos capacita… para nuevos tipos de relaciones sociales… transformar… las estructuras injustas para restablecer el respeto de la dignidad humana”[41].

Ese mismo año, el Papa presentó también el Motu Proprio para la aprobación y publicación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, “…síntesis fiel y segura del Catecismo de la Iglesia Católica. Contiene, de modo conciso, todos los elementos esenciales y fundamentales de la fe de la Iglesia…”. En 2007 firmó el Motu Proprio Summorum Pontificum sobre la “Liturgia romana anterior a la reforma de 1970”, en el que, explicando que el Misal, publicado por Pablo VI en 1970 y reeditado después en dos ediciones sucesivas por Juan Pablo II, es la Forma ordinaria de la Liturgia Eucarística, dispone que el Missale Romanum publicado por san Pío V y luego por Juan XXIII en 1962, que nunca fue jurídicamente abrogado, pueda ser utilizado como Forma extraordinaria de la Celebración litúrgica. A los sacerdotes les pide que en el uso de esta disposición, bajo la guía del obispo, favorezcan la unidad de toda la Iglesia[42].

En 2009 publicó la Constitución Apostólica Anglicanorum coetibus, en la cual, respondiendo a las peticiones de los grupos de anglicanos que han solicitado ser admitidos a la plena comunión con la Iglesia católica, establece Ordinariatos personales, sujetos a la Congregación para la doctrina de la fe y a los demás dicasterios de la Curia romana. A estos Ordinariatos les concede la facultad de celebrar la Eucaristía y los demás sacramentos, la Liturgia de las Horas y las demás acciones litúrgicas según los libros litúrgicos propios de la tradición anglicana aprobados por la Santa Sede[43]. Los que han ejercido el ministerio de diáconos, presbíteros u obispos anglicanos, que responden a los requisitos establecidos por el derecho canónico, podrán ser aceptados como candidatos a las sagradas órdenes en la Iglesia católica. Por regla se admitirá sólo a hombres célibes al orden del presbiterado. Sin embargo, analizando cada caso, se podrá solicitar al Papa, en derogación del canon 277, 1, que admita al orden sagrado del presbiterado también a hombres casados, según los criterios objetivos aprobados por la Santa Sede[44].

Ese mismo año firmó el Motu Proprio Ubicumque et Semper, con el que, asumiendo la preocupación de sus predecesores frente al fenómeno progresivo del alejamiento de la fe en sociedades y culturas, instituyó el Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva Evangelización, con la tarea de profundizar el significado teológico y pastoral de la nueva evangelización y promoverla, favoreciendo el uso de las formas modernas de comunicación y el uso del Catecismo de la Iglesia Católica[45].

En 2010 Benedicto XVI presentó la Exhortación Apostólica Verbum Domini, que recoge las conclusiones del Sínodo de los Obispos de 2008. En ella nos dice: “Quien conoce la Palabra divina conoce también plenamente el sentido de cada criatura... quien construye sobre esta palabra edifica la casa de la propia vida sobre roca (cfr. Mt 7,24)... El Papa recuerda que la Palabra divina fue dada a la Iglesia para que el anuncio de la salvación se comunique siempre y en todas partes... De ahí que Sagradas Escrituras y Tradición viva sean “la misma Palabra de Dios”, cuya interpretación se ha de llevar a cabo en la vida de la Iglesia, mediante la obra del Espíritu Santo y bajo la guía del Magisterio… La Palabra de Dios impulsa al hombre a entablar relaciones animadas por la rectitud y la justicia… y (a) una nueva evangelización”[46].

En 2011 firmó la Exhortación Apostólica Africae munus que recoge las conclusiones del Sínodo especial de los Obispos de 2009 para el continente africano. Así mismo, presentó el Motu Proprio Porta Fide, mediante el que, con ocasión del cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, ha convocado el Año de la Fe, del 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013. “El Año de la fe –nos dice– es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo... La fe… crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo[47]. Ese mismo año firmó la Exhortación Apostólica Ecclesia in Medio Oriente que recoge las conclusiones del Sínodo especial de los Obispos de Oriente Medio de 2010.

La gran obra del Papa Benedicto XVI: Jesús de Nazaret
Uno de los grandes regalos que el Papa Benedicto XVI ha hecho a la Iglesia y al mundo es su magnífica obra, en dos volúmenes, titulada Jesús de Nazaret, que culmina con el libro La infancia de Jesús. En su primer tomo, publicado en 2007, nos dice: “Al libro acerca de Jesús… llegué después de un largo camino interior… Jesús ha traído a Dios y con Él la verdad sobre nuestro destino y nuestro origen… transformación del mundo hacia el bien”[48]

Beatificaciones, canonizaciones y creación de nuevos cardenales
El papa Benedicto XVI, que celebró cinco consistorios (2006, 2007, 2010 y dos en 2012), en los que creó 85 cardenales, en 2005 dispuso que los ritos de canonización, que atribuyen a los santos culto en toda la Iglesia, sean presididos por el Sumo Pontífice, mientras que los ritos de beatificación sean celebrados por un representante suyo, que por lo general será el prefecto de la Congregación para las causas de los santos, y que esto se lleve a cabo en la diócesis que ha promovido la causa del nuevo beato o en otra localidad que se considere idónea[49]. Hasta el presente, el Papa se reservado sólo la beatificación del Cardenal John Henry Newman (1801-1890), celebrada el 19 de septiembre de 2010 en Birmingham, Inglaterra, y la del Papa Juan Pablo II (1920-2005), celebrada el 1 de mayo de 2011 en Ciudad del Vaticano.

Diálogo ecuménico e interreligioso y con los no creyentes
En 20011, con ocasión del XXV aniversario del encuentro de oración por la paz, el Papa convocó en Asís a los representantes de las diversas denominaciones cristianas, a los representantes del pueblo judío, a los representantes de las religiones del mundo, y a los representantes de las personas de buena voluntad que no siguen ninguna tradición religiosa, a la Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia “Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz”: “Se trata más bien del estar juntos en camino hacia la verdad, del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz... la Iglesia católica no cejará… en su compromiso por la paz en el mundo”[50].

Misionero a través de los medios de comunicación y de sus 24 viajes pastorales
Benedicto XVI, que el 3 de diciembre de 2012 se convirtió en el primer Papa en las redes sociales con su cuenta de Twitter @pontifex, en 2005 viajó a Alemania para participar en la XX Jornada Mundial de la Juventud en Colonia. Visitó la sinagoga de la comunidad judía y se reunió con representantes de las comunidades islámica y protestante. En 2006 viajó a Polonia; visitó Wadowice, lugar de nacimiento de su predecesor y acudió al Campo de Concentración nazi de Auschwitz-Birkenau.

Ese mismo año participó en el Encuentro Mundial de las Familias en Valencia, España, y volvió a Alemania. Ahí pronunció un discurso académico en la Universidad de Ratisbona que fue mal entendido, lo que provocó protestas violentas en países de mayoría musulmana. Posteriormente viajó a Turquía, donde firmó una declaración conjunta con el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Griega, Bartolomé I. Visitó la Mezquita Azul y rezó junto al Gran Mufti de Estambul. Se entrevistó con el Patriarca Mesrob III Mutafyan del Patriarcado Armenio de Constantinopla, con el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Siria, y con el Gran Rabino de la comunidad judía sefardí. En 2007 viajó a Brasil para asistir a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en el santuario de Aparecida. También viajó a Austria para la celebración del 850 aniversario de la fundación del Santuario de Mariazell. En 2008 visitó Estados Unidos de América, donde celebró su 81º cumpleaños y el tercer aniversario de su elección pontificia. En la sede de la Organización de las Naciones Unidas dirigió un importante discurso. Ese mismo año viajó a Australia para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. También realizó una visita pastoral a Francia con ocasión del 150º aniversario de las apariciones de la Virgen de Lourdes. En 2009 viajó a Camerún y Angola. En 2010 visitó Malta, Portugal, Chipre y Gran Bretaña, donde beatificó al converso cardenal John Henry Newman. También viajó a España; acudió a Santiago de Compostela y a Barcelona, donde consagró la Basílica de la Sagrada Familia. En 2011 visitó Croacia con motivo de la Jornada Nacional de las Familias Católicas. Volvió a España por tercera vez para participar en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. También visitó Benin para entregar la Exhortación Apostólica post-sinodal "Africae munus", dedicada al continente africano. En 2012 viajó a México, Cuba y El Líbano

Conclusión
Tras el anuncio de la renuncia del Santo Padre, la Conferencia del Episcopado Mexicano ha agradecido a Dios, rico en misericordia, el luminoso pontificado de Su Santidad, a quien expresa su profunda gratitud por su fidelidad y generosa entrega al servicio de la Iglesia universal, y por el amor y solicitud hacia el pueblo mexicano, particularmente manifestado en su inolvidable visita pastoral a nuestra nación. Por eso, quisiera concluir este artículo recordando algunas de las frases que nos dirigió.

Frases del discurso del Papa en el aeropuerto de Guanajuato (23 de marzo 2012)
“La confianza en Dios ofrece la certeza de encontrarlo, de recibir su gracia, y en ello se basa la esperanza de quien cree. Y, sabiendo esto, se esfuerza en transformar también las estructuras y acontecimientos presentes poco gratos, que parecen inconmovibles e insuperables, ayudando a quien no encuentra en la vida sentido ni porvenir… Este país, este Continente, está llamado a vivir la esperanza en Dios como una convicción profunda, convirtiéndola en una actitud del corazón y en un compromiso concreto de caminar juntos hacia un mundo mejor.

Frases del saludo del Papa a los niños en la Plaza de la Paz (24 de marzo 2012)
“Dios quiere que seamos siempre felices. Él nos conoce y nos ama. Si dejamos que el amor de Cristo cambie nuestro corazón, entonces nosotros podremos cambiar el mundo. Ese es el secreto de la auténtica felicidad… El discípulo de Jesús no responde al mal con el mal, sino que es siempre instrumento del bien”.

Frases de la homilía del Papa en la Misa en el Parque del Bicentenario (25 de marzo 2012)
“El anhelo de un corazón puro, sincero, humilde, aceptable a Dios, era muy sentido ya por Israel, a medida que tomaba conciencia de la persistencia del mal y del pecado en su seno, como un poder prácticamente implacable e imposible de superar. Quedaba sólo confiar en la misericordia de Dios omnipotente y la esperanza de que él cambiara desde dentro, desde el corazón, una situación insoportable, oscura y sin futuro… Cuando se trata de la vida personal y comunitaria, en su dimensión más profunda, no bastarán las estrategias humanas para salvarnos. Se ha de recurrir también al único que puede dar vida en plenitud, porque él mismo es la esencia de la vida y su autor, y nos ha hecho partícipes de ella por su Hijo Jesucristo… Al (Jesús) que los griegos quieren ver en realidad, lo verán levantado en la cruz, desde la cual atraerá a todos hacia sí (cf. Jn 12,32). Allí comenzará su «gloria», a causa de su sacrificio de expiación por todos

Frases de la meditación del Papa en el Angelus (25 de marzo de 2012)
“La verdadera devoción a la Virgen María nos acerca siempre a Jesús (…) Amarla es comprometerse a escuchar a su Hijo, venerar a la Guadalupana es vivir según las palabras del fruto bendito de su vientre”.

Frases de la homilía del Papa las Vísperas con los Obispos (25 de marzo de 2012)
“La situación actual… plantea ciertamente retos y dificultades de muy diversa índole. Pero, sabiendo que el Señor ha resucitado, podemos proseguir confiados, con la convicción de que el mal no tiene la última palabra de la historia, y que Dios es capaz de abrir nuevos espacios a una esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5)… Las iniciativas que se realicen con motivo del Año de la fe deben estar encaminadas a conducir a los hombres hacia Cristo, cuya gracia les permitirá dejar las cadenas del pecado que los esclaviza y avanzar hacia la libertad auténtica y responsable. A esto está ayudando también la Misión continental promovida en Aparecida, que tantos frutos de renovación eclesial está ya cosechando en las Iglesias particulares de América Latina y el Caribe”.

Frases del Papa en el discurso de despedida en el aeropuerto (26 de marzo de 2012)
“Deseo reiterar con energía y claridad un llamado al pueblo mexicano a ser fiel a sí mismo y a no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal, a ser valiente y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro… Los invito a un esfuerzo solidario, que permita a la sociedad renovarse desde sus fundamentos para alcanzar una vida digna, justa y en paz para todos”.

[1] Cfr. BENEDICTO XVI, RATZINGER, Luz del mundo, una conversación con Peter Seewald, Ed. Herder, México, 2010, pp. 24, 44 y 43.
[2] Cfr. RATZINGER Joseph, Mi vida, Ed. Encuentro, Madrid, 2005, p. 26.
[3] Ibíd., pp. 39 y 40.
[4] Ibíd., p. 48.
[5] Ibíd., p. 50.
[6] Ibíd., p. 56.
[7] Ídem.
[8] Ídem.
[9] Íbíd., p. 66.
[10] Ibíd., pp. 72 y 73.
[11] Ibíd., p. 92.
[12] Homilía en la Santa Misa Crismal, 13 de abril 2006.
[13] Ibíd., p. 102.
[14] Mi vida, Op. Cit., pp. 115-116.
[15] Nadar contra corriente, Ed. Planeta Testimonio, México, 2011, p. 14.
[16] Ibíd., n. 5.
[17] RATZINGER Joseph, Mi vida, Op. Cit., pp. 117-118.
[18] Ibíd., pp. 128 y 129.
[19] Ibíd., p. 139.
[20] RATZINGER-MESSORI, Informe sobre la fe, Ed. BAC, Madrid, 1985, p. 24.
[21]Cfr. RATZINGER Joseph, Mi vida, op. cit., p. 155.
[22] Ibíd., p. 155.
[23] Ibíd., p. 157.
[24] PAULO VI, Motu Proprio Intagrae servandae, 1965.
[25] RATZINGER-MESSORI, Informe sobre la fe, p. 27.
[26] Ibíd., p. 24.
[27] Presentación oficial y solemne del Catecismo de la Iglesia Católica, 7 de diciembre de 1992.
[28] Porta Fide, n. 6.
[29] Ibíd., n. 11.
[30] Introducción al cristianismo, Ed. Sígueme, Salamanca, 2001, prólogo a la edición del 2000, p. 43
[31] Un canto nuevo para el Señor, Ed. Sígueme, Salamanca, 2005, p.
[32] Nn. 5 y 14.
[33] Nn. 20.
[34] Nn. 22.
[35] Cfr. Audiencia General, 27 de abril 2005.
[36] Primera Homilía dirigida a los Señores Cardenales, 20 de abril de 2005.
[37] Homilía en la Inauguración solemne de su Pontificado, 24 de abril de 2005.
[38] Nn. 1, 11, 28, 41 y 42.
[39] Nn. 1-3, 43-47.
[40] Nn. 1, 5, 10.
[41] Ibíd., nn. 1, 2, 72 y 89.
[42] Summorum Pontificum, Arts.1.1; 5. §1; Carta a los Obispos, el 7 de Julio 2007.
[43] Anglicanorum coetibus, III.
[44] Ibíd., VI. § 1. § 2.
[45] Ubicumque et Semper, Arts. 1§ 1 y 3, nn. 1-5.
[46] Ibíd., nn. 6, 17, 18, 26, 100 y 122.
[47] Porta Fide, nn. 6, 7 y 11.
[48] Gesù di Nazaret, Ed. Rizzoli, Italia, 2007, pp. 7 y 70.
[49] Comunicado de la congregación para las causas de los santos, 29 de septiembre de 2005.
[50] Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia “Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz”, Asís, 27 de octubre de 2011.

Noticia: 
Internacional