I Domingo de Cuaresma, ciclo C

CATEQUESIS DE JESUCRISTO SOBRE COMO VENCER LAS TENTACIONES (Lc. 4,1-13)

Escrito por: S.E. Don Felipe Padilla Cardona

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.

Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.»
Jesús le contestó: «Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre".» Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo.»

Jesús le contestó: «Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".»
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".» Jesús le contestó: «Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".»

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

Jesucristo conducido por el Espíritu Santo va al desierto para ayunar, con la finalidad de rescatar al Hombre-Adán, arrojado del paraíso al desierto y devolverlo al camino del paraíso (San Ambrosio, exposición del Evangelio según Lucas 4, 7; 4, 14), y superando las tres tentaciones que representan todas las tentaciones posibles en la vida humana: el placer de la carne, la gula (comer del alimento en un momento de gran hambre después de cuarenta días de ayuno: San Cirilo de Alejandría, Comentario a Lucas, homilía 12), la fascinación de la gloria: satanás le mostró todos los reinos de la tierra, no terrenales sino su influencia demoniaca en el mundo y la avidez del poder, que son la raíz de todas nuestras pasiones. El diablo, derrotado por Jesucristo se aleja, pero no renunciará a combatir a Cristo y a nosotros con otros medios, (San Ambrosio, Exposición del Evangelio según Lucas 4, 35-36) siempre usando artes ocultas, engaño, fraude, manipulación de la mente para dañarnos y por consiguiente, nuestra muerte eterna en el futuro.

¿Cómo Jesucristo derrota al demonio y vence la tentación?: Jesús es siempre fiel a su persona y a su naturaleza divina sin dejarse envolver por el demonio; actúa siempre movido por la fuerza del Espíritu Santo, que puede superar cualquier tentación; la oración en continuo contacto con su Padre Dios; el ayuno que enfrenta, en nombre nuestro, nuestros vicios, pecados y debilidades para superarlos.

La Palabra de Dios también nos enriquece esta tarea de vencer las tentaciones: creyendo firmemente en Jesucristo; fe, que naciendo en nuestro bautismo, nos perdona nuestros pecados y confesándola con nuestras obras nos encamina a conquistar junto con Cristo, la salvación: “por la fe del corazón llegamos a la justificación y por la profesión de los labios, a la salvación” (Rm. 10,10). Es decir, Jesucristo nos pide una coherencia necesaria entre nuestra fe y la manera de vivir (San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios 15).

Así mismo, nuestra fe y nuestra vivencia de ella, se fortalece y se vivifica, compartiendo lo mejor de nosotros en favor de nuestros hermanos, porque son expresión concreta y actual de Jesucristo entre nosotros “por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor me has dado. Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios” (Deut. 26,10). Y el Señor te fortalecerá para que puedas superar cualquier tentación “y Tu Padre que ve en lo secreto te recompensará” (Mt. 6,4).

Hermanos, apoyados firmemente por nuestra fe en Jesucristo, movidos por el amor del Espíritu Santo, fortalecidos por nuestra oración continua y manifestada por nuestra generosidad hacia los más necesitados, superaremos airosamente toda tentación y viviremos más confiadamente nuestra fe cristiana.

† Felipe Padilla Cardona.