UN SACERDOTE romano llamado Gabino (ver el 19 de febrero), hermano de Cayo, futuro Papa, tenía una hija única, llamada Susana. Diocleciano quiso que Máximo se casara con esta muchacha y, con este fin, pidió su mano a Gabino, por intermedio de su primo Claudio; pero Gabino, antes de dar una respuesta, comunicó la petición a Susana, en presencia de Cayo. La respuesta de la muchacha fue negativa, ya que había consagrado a Dios su virginidad. Sin embargo, Claudio volvió a la carga; se presentó en la casa de Susana y, tras una larga conversación con la joven, acabó convencido de que debía convertirse al cristianismo y recibir el bautismo. Cayo le instruyó y le administró el bautismo. Al volver Cayo a su casa contó a su esposa Prepedigna lo que acababa de suceder. También ésta se convirtió con Alejandro y Cucias, sus dos hijos.
Entre tanto, Claudio practicaba las virtudes de su nueva fe: distribuyó todos sus bienes entre los pobres, devolvió la libertad a los prisioneros que vigilaba y explicó los motivos de su conducta a su hermano Máximo, quien a su vez, se convirtió.
Diocleciano se enteró de todo lo que había acontecido con aquella familia emparentada con él y, sin más trámites, mandó condenar a muerte a todos los nuevos cristianos (el Martirologio Romano habla aquí de exilio y luego de pena de fuego). De hecho, no tenemos noticias ciertas sobre el género de muerte que sufrieron los mártires. Se dice que sus cuerpos fueron arrojados al mar, devueltos a la orilla por las olas, y recogidos por los cristianos de Ostia, que les dieron sepultura.
La mención de estos sucesos en los martirologios se debe originalmente al autor del "Vetus Romanum". Después pasó a los martirologios de Adón y de Usuardo y, por último, al Martirologio Romano.
La fuente de estas noticias es la "Pasión de Susana", obra considerada como legendaria y de poca confianza. Adón añadió algo, haciendo notar el deta- lle de la sepultura que no se encuentra en la dicha "Pasión", que no indica el "Dies natalis" y así, estos nombres han sido arbitrariamente vinculados al día 18 de febrero. En fin, si los cuerpos de estos mártires fueron quemados por las llamas y arrojados luego al mar, ¿Cómo pudieron ser recogidos y reconocidos por los cristianos?
Un detalle de la Passio Susannae que ha sido confirmado por recientes des- cubrimientos es el de que la casa de Cayo y la de Gabino eran contiguas, ambas en la cuarta región de Roma y que se las designa con la expresión "ad duas domos", aplicada al título de Santa Susana. Pero este detalle no tiene más que una relación muy lejana con nuestros mártires.
Butler Alban - Vida de los Santos