SAN COLMANO, tercer obispo de Lindisfarne, igualó a San Aidán y a San Finano en piedad y celo. Era originario de Irlanda, como sus dos predecesores, y había sido monje del convento de San Cohmiliano en la isla de lonu. Su epicoscapo sólo duró tres años, pero esto le bastó para distinguirse en el Sínodo de Whitby. Durante muchos años hubo un choque entre los usos y costumbres de los católicos de tradición celta y los de tradición romana. El conflicto llegó al colmo, cuando el rey Oswy de Nortumbría descubrió que el día en que él y sus subditos celebraban la Pascua, su esposa y el capellán de su esposa, que eran originarios de Kent, conmemoraban el Domingo de Ramos. La cuestión de la fecha de la Pascua era la causa principal de la querella.
El rey Oswy convocó a un concilio en Whitby, del año 663 a 664*, para dirimir definitivamente la cuestión; San Wilfrido y San Agilberto, obispo de los francos, defendieron el punto de vista romano, en tanto que San Coimano sostuvo la posición de los escoceses. Este último insistía sobre el ejemplo de sus predecesores y del mismo San Columbano, alegando que San Juan Evangelista había establecido esa práctica en Asia; pero, como lo hace notar con cierta malicia Alban Butler, el santo habría tenido mucha dificultad en demostrar esta última afirmación. San Agilberto, que no dominaba el inglés, pidió a San Wilfrido que respondiese por él. Este hizo notar que San Coimano y sus seguidores cometerían una grave falta, si se rehusaban a seguir las instrucciones de la Santa Sede, y alegó que prácticamente toda la Iglesia se atenía a la costumbre romana: 'Sólo este pueblo (los irlandeses), con sus aliados pictos y británicos, que habitan en dos islas remotas de! occidente, están en desacuerdo con el resto de la Iglesia, y ni siquiera por completa unanimidad". Así es como Beda nos trasmite las palabras, un tanto ofensivas, de San Wilfrido. El santo concluyó su violento discurso citando las palabras de Cristo a Simón: "Tú eres Pedro. . ." El rey preguntó a San Coimano si era verdad que Cristo había pronunciado esas palabras. "Es verdad", respondió San Coimano. El rey replicó: "¿Cristo dio un poder semejante a tu famoso San Columbano?" "No", respondió Col- mano. El rey preguntó: "¿Todos estáis de acuerdo en reconocer que Cristo dijo esas palabras a San Pedro y que le confió las llaves del Reino de los Cielos?" "Sí", replicó la asamblea. "Entonces, concluyó el rey, declaro que yo no quiero oponerme al guardián de las llaves del Reino de los Cielos, y que obedeceré sus órdenes en todo lo que me sea posible para que no me cierre las puertas del Reino". La asamblea aprobó la resolución del rey**.
San Coimano prefirió renunciar al gobierno de su sede antes que aceptar dicha decisión. Junto con los monjes irlandeses de Lindisfarne y con treinta ingleses se retiró primero a la isla de lona y, más tarde, a Irlanda, donde fundó un monasterio en la isla de Inishbofin, frente a la costa de Connacht. Ahí pudo seguir observando la tradición escocesa, ya que las autoridades de Roma no quería exigir a toda costa la obediencia en un punto que no incluía ninguna cuestión doctrinal; por otra parte, tenían la certidumbre de que el tiempo acabaría por imponer gradualmente la práctica de la Iglesia universal, como sucedió en efecto. Pero las dificultades de San Coimano no habían terminado, porque los monjes ingleses no se entendían con los irlandeses y se quejaban de que éstos les obligaban a ejecutar los trabajos más pesados de la cosecha y después querían compartir con ellos los frutos. El santo decidió fundar un nuevo convento en Mayo, a donde transladó a los monjes ingleses. San Coimano fue hasta su muerte abad de los dos monasterios.
San Beda destestaba de todo corazón las "extrañas costumbres" de los celtas; sin embargo, no cerró los ojos a los méritos de San Coimano y sus monjes y escribió una generosa alabanza sobre ellos. "Esos santos maestros se ocupaban del servicio de Dios, no del mundo, y pensaban más en el alimento de sus almas que en el de sus cuerpos. . . Recibían amablemente a todos los sacerdotes y monjes que iban a visitarles. . ." Las diócesis de Argyll y de las Islas celebran la fiesta de San Coimano.
Butler Alban - Vida de los Santos