TEODORETO, OBISPO de Chipre, conoció personalmente a estos santos y escribió su alabanza en "Pihloteus", describiendo a Talasio como un asceta de extraordinaria sencillez y bondad, que superó en santidad a todos sus contemporáneos. "Yo le visité con frecuencia —dice Teodoreto— y tuve gratas conversaciones con él." Talasio vivía en una cueva de la montaña, al sur de la ciudad de Tilima, en Siria, a donde fue a reunírsele Limneo, quien era mucho más joven. Para dominar su lengua, Limneo guardó completo silencio durante mucho tiempo; aplicando el mismo método para otros defectos, llegó a obtener dominio completo de sí mismo. Más tarde, Limneo fue a vivir con otro solitario, el famoso San Marón, bajo cuya dirección se perfeccionó en la virtud. Finalmente se retiró, totalmente solo, a la cumbre de una montaña, donde se encerró dentro de un cerco de piedras sin techo. Una especie de pequeña ventana le conservaba en contacto con el mundo exterior. La puerta estaba sellada y sólo se abría para dar paso al obispo Teodoreto. El anacoreta se hizo famoso por las curaciones que obró: los enfermos y posesos se acercaban a su ventana y el santo les curaba, haciendo sobre ellos la señal de la cruz. Limneo sufrió una vez en el pie, la mordedura de una serpiente; al ejecutar un movimiento de defensa, fue mordido también en las manos. El dolor fue terrible, pero el sanio se curó con la oración. Limneo tenía particular afecto por los ciegos, a quienes instruía y enseñaba a cantar himnos religiosos. Construyó dos casas para ellos cerca de su celda, e hizo cuanto pudo por ayudarles. Teodoreto cuenta que Limneo llevaba ya treinta y ocho años viviendo de esta suerte, cuando él escribió su historia.
Butler Alban - Vida de los Santos