NO IMPORTA EL PARTIDO ¡LO QUE IMPORTA ES LA PERSONA QUE DEBE SER: SERVIDOR, JEFE Y LIDER!

La necesidad de la autoridad civil brota de la misma naturaleza social de hombre. La reunión de la multitud de asociados siente la necesidad de un principio ordenador y unificante, que mantenga en la comunidad la paz y el libre y respetuoso ejercicio del derecho y haga converger el esfuerzo y la acción de los asociados al “BIEN COMUN”. Si no hubiera autoridad civil y cada uno de los asociados tratara de proveerse a si mismo según su propio parecer y conveniencia, entonces se disolvería la multitud de asociados en diversas partes y sería un caos. Es necesario por lo mismo un principio gobernativo y directivo que haga dirigirse a todos los ciudadanos hacia el “bien común”. Donde no hay autoridad hay desorden, porque cada quien toma su camino. Esto parece ser algo normal, porque hay entre los hombres “algo propio” e individualidad y “algo común”. Esto los une, lo otro los hace diferir y discrepar. Por esto mismo es necesario un principio unificador que los dirija al bien común de todos, supliendo lo que falta al esfuerzo e iniciativa privados. Es falsa la teoría del Sofista ginebrés Juan Jacobo Rousseau en la que defiende la soberanía popular, al afirmar que el origen del poder o autoridad, no es otro que la suma o agregación de los derechos individuales en una voluntad general. La consecuencia de esto es, que la persona que ejerce la autoridad es un simple delegado de esa voluntad. Es el criado y sirviente de ella. Teoría errónea que fomenta el abuso de la libertad, y la insurrección continua, conduciendo por necesidad a la anarquía más monstruosa o al absolutismo centralizador más absorbente. El “LIBERALISMO SOCIAL”, consecuencia de esta teoría es absurdo. La autoridad civil, surge y emana de la misma naturaleza social del hombre cuyo autor es Dios, y de El proviene toda autoridad. La persona que dirija al País, al estado o al municipio debe ser JEFE Y LIDER. Por ser el hombre un ser social, se dan las relaciones humanas cuyo fin es propiciar la convivencia en forma armónica, en todas sus manifestaciones. Cuando hay conductas carentes de principios éticos, se presentan situaciones conflictivas que forman barreras que impiden el acercamiento con los demás. El primer paso para quitar esto, es la comunicación orientada a destruir estos obstáculos, pero si no se logra con esto, debe intervenir la autoridad civil que radica en la persona que dirige al País, al Estado o Municipio.

La función esencial del jefe es decidir, ordenar y exigir, y es necesaria en toda situación en la que esta en juego el respeto a los derechos humanos. El jefe tiene la obligación de controlar, vigilar, reprender o castigar a los violadores de los derechos de los demás. El jefe debe usar su autoridad con firmeza y seguridad y exigir obediencia, para hacer posible y efectiva la colaboración de individuos y grupos. La autoridad rectamente ejercida es un valor dador de libertad, pero no de libertinaje. Debe dar resultados educativos en los ciudadanos. El jefe esta investido de autoridad, impone por su energía, por su valor, pero sobre todo por su prestigio moral, que nada tiene que ver con la superioridad de quien “TIENE EL SARTEN POR EL MANGO”. Si no, que con sinceridad tiene que buscar y decidir lo que cada uno debe de hacer o evitar para el “bien común”. Debe estimular y si es necesario obligar a hacer a fondo; el simple y cómodo cuidado de las formas exteriores es solamente un barniz desgastable al menor roce. El jefe debe aplicar todos los medios y la sagacidad necesarios para “quitar al vicio sus atractivos”, superar las seducciones del mal y los abatimientos de la indiferencia. Todas estas funciones del jefe requieren de él, una gran fuerza de espíritu y voluntad, para decidir rectamente sobre el camino mejor para alcanzar y conservar el “bien común”. Y para tomar una recta decisión debe haber en el jefe una capacidad suficiente para captar las desventajas de lo que se quiere y las ventajas de lo que se abandona. Hay que tener presente que no se puede elegir el mejor camino, para lograr el bien común, si no se posee una visión clara de las diversas posibilidades, de sus ventajas y desventajas, que cada uno contiene. Sea como sea el ejercicio de la autoridad es un auténtico servicio a la comunidad. LA AUTORIDAD ES PARA LA SOCIEDAD Y NO LA SOCIEDAD PARA LA AUTORIDAD.

LIDER. Los aspirantes a la presidencia Nacional, Estatal o Municipal, además de la jefatura que van a desempeñar, deben tener las cualidades de líder. Debe considerarse un miembro más de la sociedad, pero con la función específica de poner, incitar a la acción, hacer trabajar a los hombres juntos, hacer posible y efectiva la colaboración de individuos y grupos, porque están investidos de autoridad y de responsabilidad. Deben inspirar y unir esfuerzos, como líder debe saber a donde va, y porque va en determinada dirección. Sabe despertar el interés de los demás, de persuadirlos, de enrolarlos. Es hábil para organizar las fuerzas de los demás, en determinada dirección y unir sus voluntades hacia el mismo fin y descubrir objetivos elevados. Como líder sabe entrar en contacto con los demás y se esfuerza en comprender su personalidad. No solo percibe problemas y necesidades sino que también presenta soluciones y toma iniciativas. Bajo su dirección la comunidad toma forma, se organiza, adopta planes de acción y se ponen a trabajar. El líder tiene conciencia de su tarea social, asume su responsabilidad y es solidario de los asociados, con el deseo y buena voluntad de desarrollarlos y mejorarlos. Debe tener en cuenta las palabras de Cristo: “QUIEN QUIERA SER EL MAYOR ENTRE USTEDES, QUE SEA SU SERVIDOR”. Las cualidades que debe tener el líder son: Personalidad física, equilibrio nervioso, habilidad técnica, madurez de carácter, equilibrio moral, buen sentido, buen humor, sinceridad, probidad, fuerza de voluntad, iniciativa, perseverancia, método de trabajo, sentido de responsabilidad, autoridad moral, intuición, imaginación, aptitud para el contacto y la colaboración con los demás, tacto y discreción, entusiasmo y aptitud para conducir. Que sepa dar a cada cosa su valor, apreciar la urgencia y el orden de prioridad. Debe ser como una brújula que no pierde el norte. Aunque su aguja oscile, por influencia exterior, pero vuelve enseguida a encontrar su dirección. Sabe escuchar las opiniones de los demás, sin perder su originalidad, no copia lo que otros han hecho. Sabe permanecer sereno en la adversidad, hacer frente a los tropiezos sin abatirse. La certidumbre de que obedece una vocación, le da seguridad y fuerza persuasiva. Sabe dar el valor correspondiente a los que hablan. Sabe que el escuchar, es más importante y más difícil que el saber hablar. Tenga presente que todo gran maestro es siempre un alumno. Siempre podemos aprender algo de todos aquéllos con quienes nos encontramos. Si se quiere ampliar el círculo de la influencia, como líder, debemos enriquecernos con los conocimientos y experiencias de las demás personas, cualquiera que sea su posición social.

Usted, estudie bien y considere a los candidatos para que su voto ayude al bien común y no al desastre nacional, estatal o municipal. Porque la visión y el análisis de la realidad que estamos viviendo, nos habla de una cultura nueva, de un hombre nuevo y por lo mismo de una sociedad nueva. Y nuestro deber es participar junto con las autoridades civiles y eclesiásticas en la construcción de una sociedad nueva, auténticamente humana, en la que lo más importante es “el ser, que el tener”. Debe interesar más la calidad de vida, que lo material de la vida. Lo material es necesario que no falte; y si hay calidad de vida, se logrará, con mayor facilidad lo material.

EL DIVINO LIDER

El gran hombre de todos los tiempos, un líder que ha arrastrado y arrastra con el ejemplo de su vida grandiosa, que supera a los más grandes meteoros de la historia: Jesucristo la piedra básica de toda construcción; Y sin El, nada se puede hacer. El, es el punto de partida de la transformación personal y social. Sin El, las obras, las actitudes carecen de sentido, son puros gestos en el vacío. Es este Divino Líder, el que da sentido a la existencia humana. Debemos seguir el ejemplo de sus huellas que nos preceden. Es sabio, no científico; Nos habla de cosas muy elevadas, pero con lenguaje sencillo, que las entienden los de bajo nivel intelectual, y los científicos se quedan boquiabiertos. Jesucristo nuestro líder, es de gran personalidad, que sabe a donde va y camina en línea recta. Es valiente, no agresivo. Nadie les dijo palabras tan duras a los fariseos de su tiempo: ¡Hipócritas!, ¡Raza de víboras!, ¡Sepulcros blanqueados! Hay de ustedes que son legalistas escrupulosos, pero olvidan el amor misericordioso. Sus palabras de Líder queman, pero purifican. Jamás mintió ni aduló. No mentir ni adular es de hombre y líderes sublimes. Imitemos el ejemplo de este Líder Divino y sigamos nuestra cabalgata hacia la vida eterna a la que Él nos conduce. ¡ARRIBA Y ADELANTE!