Lecturas del jueves, quinta semana de Pascua, ciclo C

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Jue, 2013-05-02

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15, 7-21

En aquellos días, después de una fuerte discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y a los presbíteros:
-«Hermanos, desde los primeros días, como sabéis, Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyeran de mi boca el mensaje del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los corazones, mostró su aprobación dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe. ¿Por qué provocáis a Dios ahora , imponiendo a esos discípulos una carga que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar? No; creemos que lo mismo ellos que nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús. »
Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaron los signos y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron, Santiago resumió la discusión, diciendo:
- «Escuchadme, hermanos: Simón ha contado la primera intervención de Dios para escogerse un pueblo entre los gentiles. Esto responde a lo que dijeron los profetas:
"Después volveré para levantar de nuevo la choza caída de David; levantaré sus ruinas y la pondré en pie, para que los demás hombres busquen al Señor, y todos los gentiles que llevarán mi nombre: lo dice el Señor, que lo anunció desde antiguo."
Por eso, a mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios; basta escribirles que no se contaminen con la idolatría ni con la fornicación y que no coman sangre ni animales estrangulados. Porque durante muchas generaciones, en la sinagoga de cada ciudad, han leído a Moisés todos los sábados y lo han explicado.»

Sal 95, 1-2a. 2b-3. 10 R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor,
toda la tierra; cantad al Señor,
bendecid su nombre. R.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.

Decid a los pueblos:
«El Señor es rey,
él afianzó el orbe,
y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.»

II. Compartimos la Palabra

Los gentiles reciben el Espíritu igual que nosotros

El vino nuevo busca los odres nuevos de la gentilidad, pues era necesario rebasar los estrechos muros que el judaísmo había levantado con sus muchas prácticas religiosas. Los discursos de Pedro y Santiago, en este caso, son exponentes de la gracia de Dios en el largo camino de la conversión de los gentiles. Y aunque suene a obvio, bueno es proclamar de nuevo que el Dios de Jesucristo no hace distinción alguna entre gentiles y judíos, por más que se quiera reivindicar la razón histórica de tal distinción. La salvación nos es dada por la vida entregada de Jesús, ál que Dios Padre resucitó por nosotros, no por los supuestos méritos adquiridos en el cumplimiento religioso de preceptos y ritos. Pero la convivencia diaria de unos con otros, llevan a Santiago a imponer algunas mínimas condiciones, cuatro cláusulas rituales, con el fin de garantizar la adecuada coexistencia. Los gentiles, liberados del peso de la Ley y de la circuncisión, pueden incorporarse a la comunidad de seguidores de Jesús y, sin cargas innecesarias, pueden compartir con los hermanos la gracia de Cristo. Preciosa muestra de diálogo, tolerancia y apertura de la comunidad de hermanos.

Permaneced en mi amor

Estas breves palabras nos presentan un impresionante juego de reflejos, trenzado de irisaciones, que nos trasladan el impresionante hecho de que el amor de Jesús de Nazaret por los suyos, los que escogió un día para ser pescadores de hombres, brota del amor que fluye entre el Padre y el Hijo. Amor que reclama con inmediatez una respuesta libre y abierta, la de observar el mandamiento fundamental de la misma manera que Él ha guardado los del Padre. No deja de ser un privilegio para todo discípulo del Maestro que, por el hecho de seguir a Jesús de Galilea, amplía la comunión amorosa existente entre el Padre y el Hijo. Sabroso misterio de comunión: seguir a Jesús, rastrear las huellas de su evangelio en nuestro mundo y comunidades es un seguro de alegría, razón de fortaleza martirial y, al tiempo, serena apuesta por la vida creyente, reflejo teologal del mucho amor que Dios prodiga con sus hijos y con nuestro mundo.

Memoria de Atanasio, obispo de Alejandría, quien sufrió el destierro en notable parte de su largo episcopado, lo que no le impidió testificar su fe en Cristo Jesús.

Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de San Jacinto (Sevilla)