“La soledad de los números primos”, es el título de la novela existencialista de Paolo Giordano. Me sorprendió este género en un italiano, pero lo hace con maestría. Una chica patizamba y anoréxica, un amor nunca correspondido, el conflicto de la homosexualidad y los remordimientos del pasado del que jamás se libera un genio matemático son algunos de los personajes elegidos en la trama.
Al terminar el libro me acordé de la novela, “Los renglones torcidos de Dios” de Torcuato Luca de Tena. Cada uno elige sus personajes, pero al fin y al cabo abordan el drama de la soledad con la que se padecen los traumas, las alteraciones psicológicas, las desilusiones, los complejos, las decepciones o las penas jamás superadas. Tema espinoso porque las sombras resultan muy dolorosas, humanamente incomprensibles, más parecieran un castigo del destino. ¿Qué hacer para ayudar? Acompañar, comprender y orar, pues sin la fuerza que nace del espíritu, es muy difícil llegar a la aceptación y a la redención. No tener miedo a tocar la lepra ajena si se tiene la fuerza interior para hacerlo, como lo hizo san Francisco de Asís. Es lo más humano que se puede hacer ya que la soledad hace más penosas las propias miserias.