SAN JULIO, soldado veterano, fue acusado de cristiano por sus oficiales ante Máximo, el gobernador de la baja Mesia. Máximo residía en Durostorum (actualmente Silistria, en Bulgaria). Poco antes habían sido martirizados Pisícrates y Valencio, que pertenecían a la legión de Julio. A pesar de las promesas y amenazas del juez, éste declaró que no deseaba otra cosa que morir por Cristo para vivir eternamente con El. Entonces, el juez le condenó a ser decapitado. Cuando se dirigía al sitio de la ejecución, Hesiquio, otro soldado cristiano que sufrió el martirio pocos días más tarde, le dijo: "Ten valor, y acuérdate de mí, que voy a seguirte pronto. Encomiéndame a los siervos de Dios, Pisícrates y Valencio, que nos precedieron en la confesión del nombre de Jesús." Julio abrazó a Hesiquio y respondió: "Hermano querido, apresúrate a reunirte con nosotros, pues aquellos a quienes acabas de invocar han oído ya tu oración." Julio se vendó los ojos con un pañuelo y dijo, al presentar el cuello al verdugo: "Señor Jesús, por cuyo nombre voy a morir, dígnate recibir mi alma entre tus santos." El martirio tuvo lugar el 27 de mayo, en Durostorum, dos días después de la ejecución de San Pisícrates, probablemente hacia el año 302.
Alban Butler - Vida de los Santos