HIDELBERTO nació cerca de Hebécourt, en la diócesis de Amiens. Su padre, Adalberto, lo puso bajo la vigilancia de San Farón, obispo de Meaux, quien lo educó según la disciplina monástica y lo ordenó sacerdote. A la muerte de San Farón, fue promovido a la sede de Meaux. Se consagró con ardor a la oración y al estudio de las Sagradas Escrituras, a la predicación y a la caridad. Se distinguió sobre todo, por su gran dulzura y una inalterable tranquilidad de alma. Murió el 27 de mayo del 680.
San Hidelberto tuvo un culto muy extenso y fervoroso en la iglesia de Vignely, en los alrededores de Meaux, que él mismo edificó y donde fue enterrado, a causa de los numerosos milagros que se realizaron sobre su tumba. Sus reliquias fueron trasladadas de Vignely a Meaux por San Mayel, quien, supuestamente, fue abad en Cluny. Pero no se sabe ni en qué ocasión, ni por qué razón, este piadoso abad intervino en dicha traslación. Mabillon estima que hay más probabilidades de que se trate aquí de otro Mayel, abad de San Farón de Meaux.
Durante el siglo XII,el cuerpo de San Hidelberto fue llevado de Meaux a Gournay, sobre la orilla de Epte, en Normandía, en donde se conservó en la iglesia insigne que ha recibido su nombre, que antes era colegiata y ahora parroquia.
El 5 de mayo de 1375, un terrible incendió amenazó con convertir a Gournay en cenizas. Los clérigos de San Hidelberto llevaron en procesión las reliquias del santo hacia las llamas y el incendio se detuvo. La reina Blanca, viuda de Felipe de Valois, hizo poner en un relicario de oro una parte de la cabeza del santo. Desde esa época, se celebraba todos los años la fiesta de la traslación de la cabeza del santo y se conmemoraban los milagros obrados en aquella oportunidad.
El 29 de noviembre de 1639, se abrió el relicario y se distribuyeron frag- mentos de la reliquia entre el rey Luis XIII, el arzobispo de Rouen y el obispo de Meaux.
Durante la Revolución, un canónigo de la antigua colegiata salvó los preciosos restos, que fueron llevados solemnemente, el 22 de mayo de 1803, a la iglesia de San Hidelberto de Gournay, en donde se conservan piadosamente hasta ahora. Se invoca a San Hidelberto contra la epilepsia y la locura.
Alban Butler - Vida de los Santos