A los personajes más famosos, en cualquier disciplina de la que se trate, les solemos atribuir un talento especial que los cataloga como “fuera de serie”, y esta razón basta y sobra para dejarnos tranquilos y satisfechos acerca de su grandeza. El éxito es la suma de talento más una esmerada preparación. La novedad está en que estudiando a fondo la vida de los más dotados, resulta que el talento ocupa una menor importancia con relación a la preparación. Lo que en realidad marca la diferencia entre los malos, los mediocres, los buenos, los expertos y los mejores es la dedicación y la perseverancia. Los que llegan a la cumbre de la fama no es que trabajen un poco, o bastante más que los demás, trabajan muchísimo más. Los investigadores han encontrado el número mágico de la auténtica maestría: diez mil horas.
Se requieren diez mil horas de práctica para alcanzar el nivel de domino propio de experto a nivel mundial en el campo que fuere. Por el contrario, no se ha encontrado a ningún genio de talla mundial que haya invertido menos de este tiempo. La práctica es lo que nos hace expertos. Y es verdad, leyendo la vida de los mejores, te encuentras con que son personas que dedican sus ocho horas diarias al ejercicio de su oficio.