2013-06-08 Radio Vaticana
(RV).- En su alocución, el Papa Francisco tras agradecer su visita afirmó que las relaciones entre la Santa Sede e Italia se han desarrollado especialmente después de la Conciliación y de la inserción de los Pactos Lateranenses en la Constitución italiana, y con un nuevo punto de vista, tras el Concilio Ecuménico Vaticano II y el Acuerdo de revisión del Concordato.
En Italia la colaboración entre el Estado y la Iglesia, dirigida siempre al interés del pueblo y de la sociedad, se realiza en la relación cotidiana entre las instancias civiles y las de la comunidad católica, representada por los Obispos y sus organismos, y de modo particular por el Obispo de Roma. De este modo, también esta primera visita del Presidente al Papa – después de su participación en la Misa por el inicio del Ministerio petrino – puede expresarse eficazmente con la imagen de las dos colinas; la del Quirinal y la del Vaticano, que se miran con estima y simpatía.
Al destacar la contribución de los católicos en la construcción de la sociedad italiana, contribución que sigue siendo importante para el camino de la nación, el Papa dijo:
En el mundo de hoy la libertad religiosa es más afirmada que realizada. En efecto, esta libertad está obligada a sufrir amenazas de diversos tipos y con frecuencia es violada. Los graves ultrajes infligidos a este derecho primario son fuente de seria preocupación y deben ver la concorde reacción de los países del mundo en el reafirmar, contra todo atentado, la intangible dignidad de la persona humana. Es un deber de todos defender la libertad religiosa y promoverla para todos. Además, en la tutela compartida de este bien moral se encuentra una garantía de crecimiento y de desarrollo de la entera comunidad.
Refiriéndose al actual momento histórico que estamos viviendo, caracterizado también en Italia, como en muchos otros países, por una crisis global profunda y persistente, que acentúa los problemas económicos y sociales, gravando especialmente sobre la parte más débil de la sociedad el Sucesor de Pedro afirmó:
Ciertamente en este contexto no fácil, es fundamental garantizar y desarrollar la estructura global de las instituciones democráticas, a las cuales en los decenios transcurridos han contribuido de modo determinante, leal y creativo los católicos italianos. Por tanto, en un momento de crisis como el actual es urgente que pueda crecer, sobre todo entre los jóvenes, una nueva consideración del empeño político, y que creyentes y no creyentes colaboren juntos en la promoción de una sociedad en la que las injusticias puedan ser superadas y toda persona sea acogida y pueda contribuir al bien común según su propia dignidad y poniendo a disposición sus propias capacidades. Hay que reconocer siempre la distancia entre la letra y el espíritu de los ordenamientos y de las instituciones y se necesita el empeño de todos los sujetos implicados para colmarla cada vez nuevamente.
Y tras recordar que también en el ámbito civil es verdad que la fe nos asegura, por lo que jamás hay que perder las esperanzas, el Santo Padre se despidió con las siguientes palabras:
Señor Presidente, le renuevo mi agradecimiento por este encuentro tan agradable. Y me alegra aprovechar esta ocasión para expresarle mi reconocimiento, a Usted y a todos los italianos por el afecto caluroso con que me han recibido tras mi elección: ¡me han hecho sentir nuevamente en mi casa! ¡Ojalá que Italia pueda ser siempre una casa acogedora para todos! Por esto aseguro mi oración, mientras de verdadero corazón lo bendigo a Usted y a sus seres queridos, así como a cuantos están al servicio de la cosa pública y al entero pueblo italiano.
Durante el cordial encuentro del Papa con Presidente Napolitano, este último regaló al Sucesor de Pedro un grabado en cobre, de autor anónimo y del siglo 19 titulado “Llegada de Nuestro Señor Pío IX al Palacio Pontificio del Quirinal”, junto a algunos volúmenes de la Enciclopedia Treccani.
El Santo Padre por su parte, donó al mandatario un tríptico de monedas de la Sede Vacante y medallas a los miembros del séquito presidencial.
(María Fernanda Bernasconi – RV).