San Eberardo

Date: 
Martes, Junio 22, 2021

LA MADRE de Eberardo fue una mujer muy piadosa y de gran religiosidad, descendiente de familia noble, que vivía en Nuremberg, donde dio a luz a su hijo, entre los años 1085 y 1090. Educado por los benedictinos, recibió una canonjía en la catedral de Bamberga, a la que renunció pronto para ingresar a la abadía de Mont Saint Michel. Sin embargo, el capítulo de Bamberga no consintió que permaneciese en el claustro, y el obispo insistió en enviarle a estudiar a París hasta obtener el grado de maestro. Eberardo completó el curso con altas distinciones y regresó a Bamberga sin que hubiera menguado su deseo de entregarse a la vida religiosa. En vista de que toda oposición parecía inútil, el obispo Otto y los canónigos consintieron en que ingresara al monasterio de Prüfening, cerca de Regensburgo. Ahí encontró Eberardo al guía espiritual que necesitaba, en la persona del abad Erbo, a quien sus contemporáneos, modestamente, compararon con el profeta Elias y con San Juan Bautista. Poco después abandonó Prüfening, al ser llamado para que ocupase el cargo de superior en una nueva abadía que habían fundado en Biburgo, entre Ingoldstein y Regensburgo, sus dos hermanos y su hermana.

Bajo su prudente gobierno, la nueva comunidad creció rápidamente en número y en fervorosa vida espiritual. Las virtudes y habilidades de Eberardo eran reconocidas por todos y, tan pronto como la sede de Salzburgo quedó vacante, en 1146, se le eligió para ocupar la silla episcopal. El primer acto de Eberardo como arzobispo fue el de establecer la concordia en una larga disputa entre el capítulo y dos abadías y, a partir de entonces, actuó constantemente como mediador entre las partes antagónicas. Pero el principal objetivo al que dedicó sus energías, fue el mejoramiento moral de su pueblo, clérigos y laicos por igual y, sobre todo, no escatimó esfuerzo para acabar con ciertos abusos que se practicaban extensamente en su arquidiócesis. Obtuvo tanto éxito en esa empresa, que el emperador Conrado III, al pasar por Salzburgo, felicitó públicamente al arzobispo por los resultados de sus ordenanzas de reforma.

El santo arzobispo convocó a dos sínodos; en uno de ellos puso de mani- fiesto su devoción por la Madre de Dios, al disponer que las fiestas mayores de la Virgen María fuesen complementadas con octavas. Durante la lucha que tuvo lugar entre Federico Barbarroja y el Papa Alejandro III , Eberardo fue uno de los pocos dignatarios alemanes que se negaron a reconocer al antipapa "Víctor IV". Federico se mostró indignado por su actitud, pero era tan grande el prestigio del arzobispo, que no se hizo el menor intento para obligarle a cambiar de parecer ni para intervenir en su posición de alguna manera. La última de las actividades registradas de San Eberardo fue la realización de un viaje con el objeto de restablecer la paz entre dos nobles caballeros en disputa. Consiguió lo que quería, pero en el viaje de regreso cayó gravemente enfermo y murió en el monasterio del Cister en Reihn, en el año de 1164.

Alban Butler - Vida de los Santos