Nuestro deseo grande y profundo de la fiesta sin fin, Papa Francisco en el ángelus

2013-08-11 Radio Vaticana
(RV).- “¿Cuál es la realidad que atrae mi corazón como un imán?” invitó esta vez el Obispo de Roma a que nos preguntásemos, en su reflexión previa a la oración del Ángelus con los peregrinos de la Plaza del Santuario de San Pedro, en el caloroso mediodía del verano romano.

“El cristiano es uno que lleva dentro de sí un deseo muy grande y profundo: aquel de encontrarse con el Señor junto a sus hermanos, a sus compañeros de camino. Y todo esto se resume en un famoso dicho de Jesús: ‘Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón’ (Lc.12,34).” dijo el Sucesor de Pedro, inspirado en el Evangelio de la liturgia del domingo. Por esto, aunque la realidad más importante sea llevar adelante la familia, el trabajo, “es el amor de Dios el que da sentido a los pequeños empeños cotidianos y el que también ayuda a afrontar las grandes pruebas”. Éste es el verdadero tesoro del hombre -afirmó el Vicario de Cristo-, un amor que no es vago, sino que tiene un nombre: Jesucristo, que “nos permite ir más allá de las experiencias negativas; no quedar prisioneros del mal, nos abre a la esperanza, al horizonte final de nuestra peregrinación”.

El deseo del encuentro definitivo con Cristo “nos hace estar siempre preparados, con espíritu despierto, porque esperamos este encuentro con todo el corazón, con todo nuestro ser.”

Después de la oración mariana, Papa Francisco saludó en primer lugar a los musulmanes del mundo entero, nuestros hermanos, que han concluido la celebración del mes de Ramadán.jesuita Guillermo Ortiz RV

(Traducción del italiano: Raúl Cabrera -Radio Vaticano)

Después del rezo a la Madre de Dios, el Papa Francisco recordó que el 15 de agosto se celebra la Asunción de María, alentando a recordar a nuestra Madre que está en el Cielo con Jesús. Luego empezó sus saludos, dirigiéndose a los musulmanes de todo el mundo y reiterando su deseo de que cristianos y musulmanes se comprometan en el respeto mutuo:

«Quisiera dirigir un saludo a los musulmanes del mundo entero, nuestros hermanos, que desde hace poco han celebrado la conclusión del mes de Ramadán, dedicado en particular al ayuno, a la oración y a la limosna. Como escribí en mi Mensaje para esta ocasión, deseo que cristianos y musulmanes se comprometan en el respeto mutuo, en especial a través de la educación de las nuevas generaciones».

El Santo Padre saludó asimismo con afecto a todos los romanos y peregrinos presentes en la Plaza del San Pedro. También hoy – dijo – tengo la alegría de saludar a algunos grupos de jóvenes: empezando por los que llegaron de Chicago, en peregrinación a Lourdes y Roma; así como a los de otras localidades italianas y a un grupo de scouts. A todos repitió las palabras que fueron el lema del gran encuentro de Río: ¡Vayan y hagan discípulos de todas las naciones!

Y con un deseo de feliz domingo y buen almuerzo, el Papa terminó este acostumbrado encuentro dominical.