Pensamiento del Papa

2013-08-13 Radio Vaticana

No existe una vida sin retos

(RV).- “La Virgen María es la mamá que nos ayuda a crecer, a afrontar la vida, a ser libres”, dijo el Papa Francisco al tomar posesión de la Basílica de Santa María la Mayor donde rezó el Santo Rosario por Roma y el mundo entero.

“María es madre y una madre se preocupa sobre todo por la salud de sus hijos, sabe cuidarla siempre con amor grande y tierno. La Virgen custodia nuestra salud. ¿Qué quiere decir esto? Pienso sobre todo en tres aspectos: nos ayuda a crecer, a afrontar la vida, a ser libres”, expresó el Obispo de Roma, después del rezo del Rosario, con el que formalmente tomó posesión de la Basílica Santa María Mayor, en Roma este 4 de mayo de 2013.

El Papa volvió así por segunda vez en menos de dos meses a este santuario mariano, que es el primer templo del Occidente cristiano consagrado a la Madre de Dios, que custodia la imagen de la «Salus Populi Romani» «Salvación del pueblo romano». La primera había sido a la mañana siguiente de su elección pontificia, cuando, como había anunciado él mismo al mundo entero en su primera aparición pública, a las 20.24 de la noche del 13 de marzo, cuando dijo textualmente: "Mañana quiero ir a rezar a la Virgen, para que cuide a toda Roma". Así hizo, colocando a los pies de la Madre de la Iglesia su ministerio petrino, en un momento de oración en el que ofreció un buqué de flores ante este icono de María que tiene en sus brazos a Jesús y que, según una antigua y piadosa tradición, fue pintado por san Lucas.

«Esta tarde estamos aquí ante María. Hemos rezado bajo su guía maternal para que nos conduzca a estar cada vez más unidos a su Hijo Jesús, le hemos traído nuestras alegrías y nuestros sufrimientos, nuestras esperanzas y nuestras dificultades, la hemos invocado con la bella advocación de "Salus Populi Romani", pidiendo para todos nosotros, para Roma y para el mundo que nos done la salud. Sí, porque María nos da la salud, es nuestra salud», dijo el Santo Padre, después de presidir el rezo mariano con la contemplación de los misterios gozosos, este primer sábado del mes de mayo, el mes de María. Y destacó que la virgen como buena mamá nos ayuda a crecer y a asumir nuestras responsabilidades con grandes ideales:

La Virgen hace precisamente esto con nosotros, nos ayuda a crecer humanamente y en la fe, a ser fuertes y a no ceder a la tentación de ser hombres y cristianos de una manera superficial, sino a vivir con responsabilidad, a tender cada vez más hacia lo alto.

Una mamá además piensa en la salud de sus hijos, educándolos también a afrontar las dificultades de la vida. No se educa, no se cuida la salud evitando los problemas, como si la vida fuera una autopista sin obstáculos, reiteró el Papa, señalando que una María como madre ayuda a los hijos a no perderse ante los problemas:

No hay que temer las dificultades, hay que afrontarlas con la ayuda de la Mamá. Una vida sin retos no existe y un chico o una chica que no sepa afrontarlos poniéndose en juego ¡no tiene columna vertebral!

María como buena madre – dijo también el Santo Padre - nos educa a ser, como Ella, capaces de tomar decisiones definitivas, con aquella libertad plena con la que respondió "sí" al plan de Dios para su vida:

¿Qué significa libertad? Por cierto, no es hacer todo lo que uno quiere, dejarse dominar por las pasiones, pasar de una experiencia a otra sin discernimiento, seguir las modas del momento; libertad no significa, por así decirlo, tirar por la ventana todo lo que no nos gusta. La libertad se nos dona ¡para que sepamos optar por las cosas buenas en la vida!

Queridos hermanos y hermanas, ¡qué difícil es, en nuestro tiempo, tomar decisiones definitivas! Nos seduce lo provisorio, constató el Papa, exhortando a tener la valentía de tomar decisiones con grandeza y libertad, para que nuestra vida sea fecunda:

Somos víctimas de una tendencia que nos empuja a lo efímero... ¡como si deseáramos permanecer adolescentes para toda la vida! ¡No tengamos miedo de los compromisos definitivos, de los compromisos que involucran y abarcan toda la vida!

Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)

El espacio “Pensamiento del Papa”, se transmite los lunes en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.

15 de julio de 2013

La Iglesia es una comunidad del “sí”, porque nace del amor de Cristo

(RV).- La Iglesia es una comunidad del “sí”, porque nace del amor de Cristo

(RV).- La Iglesia es una comunidad del “sí”, porque nace del amor de Cristo. Lo afirmó el Papa Francisco durante la homilía de la habitual misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta el pasado 2 de mayo.

Con el Pontífice concelebró el cardenal Albert Malcolm Ranjith Patabendige, mientras en esta celebración eucarística participó un grupo de empleados de los Museos Vaticanos.

El Santo Padre se detuvo a considerar los primeros pasos de la Iglesia que, después de Pentecostés, salió para ir a “las periferias de la fe” a anunciar el Evangelio. Y observó que el Espíritu Santo primero “impulsa”, con lo cual también “crea algunos problemas”, y después “hace la armonía de la Iglesia”. En efecto el Papa recordó que en Jerusalén, entre los primeros discípulos “había tantas opiniones” sobre la acogida de los paganos en la Iglesia. Había quien decía “no” a un acuerdo y quien, en cambio estaba abierto:

“Era una Iglesia del 'no, no se puede; no, no, se debe, se debe, se debe’, y una Iglesia del ‘Sí’: pero... pensemos en estas cosas, abrámonos, está el Espíritu que nos abre la puerta’. El Espíritu Santo – añadió el Papa – debía hacer su segundo trabajo: hacer la armonía de estas posiciones, la armonía de la Iglesia, entre ellos en Jerusalén y entre ellos y los paganos. Es un gran trabajo que hace siempre el Espíritu Santo en la historia. Y cuando nosotros no lo dejamos trabajar, comienzas las divisiones en la Iglesia, las sectas, todas estas cosas… porque estamos cerrados a la verdad del Espíritu”.

¿Cuál es por tanto la clave en esta disputa de los orígenes de la Iglesia? El Papa Francisco recordó las palabras inspiradas de Santiago, del Obispo de Jerusalén, que subraya que no se debe imponer sobre el cuello de los discípulos un yugo que sus mismos padres no ha sido capaces de llevar:
“Cuando el servicio del Señor se convierte en un yugo tan pesado, las puertas de las comunidades cristianas están cerradas, nadie quiere venir al Señor. Nosotros, en cambio, creemos que por la gracia del Señor Jesús somos salvados. Primero esta alegría del carisma de anunciar la gracia, después vemos qué cosa hacemos. Esta palabra, yugo, me llega al corazón, me llega a la mente”.

El Papa también se detuvo a considerar el significado, hoy en la Iglesia, de llevar un yugo. Y dijo que Jesús nos pide a todos nosotros que permanezcamos en su amor. Y precisamente de este amor nace la observancia de sus mandamientos. Ésta – reafirmó el Papa –, ha es “la comunidad cristiana del sí” que permanece en el amor de Cristo y dice algunos ‘no’ “porque está ese sí”. Es este amor – añadió Francisco – el que “nos lleva a la fidelidad al Señor”… “porque amo al Señor no hago esto” o esto otro:

“Es una comunidad del ‘sí’ y los ‘no’ son consecuencia de este ‘sí’. Pidamos al Señor que el Espíritu Santo nos asista siempre para llegar a ser comunidad de amor, de amor a Jesús que nos ha amado tanto. Comunidad de este ‘sí’. Y de este ‘sí’ cumplir los mandamientos. Comunidad de puertas abiertas. Y que nos defienda de la tentación de ser tal vez puritanos, en el sentido etimológico de la palabra, de buscar una pureza para-evangélica, una comunidad del ‘no’. Porque Jesús nos pide antes el amor, el amor por Él, y que permanezcamos en su amor”.

Entonces, concluyó el Papa, “cuando una comunidad cristiana vive en el amor, confiesa sus pecados, adora el Señor y perdona las ofensas”, y cuando tiene caridad con los demás y la manifestación del amor”, siente la obligación de la fidelidad al Señor y de hacer como los mandamientos”.

Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)

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1 de julio de 2013

El trabajo nos da la dignidad

(RV).- En las sociedades actuales se ven más los balances de las empresas y el beneficio que la dignidad del trabajo. Es la reflexión que el Papa Francisco ofreció la mañana del 1 de mayo en el curso de la santa misa que celebró en la capilla de la Casa de Santa Marta. En el día en que la Iglesia celebraba a San José Obrero, el Pontífice precisó que el recuerdo de esta dimensión del padre adoptivo de Cristo nos remite a “Dios trabajador” y a “Jesús trabajador”, que ha trabajado en el taller de San José, pero también “hasta la Cruz”.

“Quien trabaja es digno, tiene una dignidad especial, una dignidad de persona”: insistió el Papa, pensando en cuantos hoy, frecuentemente, no “tienen la posibilidad de trabajar, de estar unidos por la dignidad del trabajo”. Por tanto, no se puede definir “justa”, una sociedad en la que tantos no logran encontrar una ocupación y tantos están obligados a trabajar como esclavos.

En el pensamiento de Francisco encontró inmediatamente lugar la tragedia de Bangladesh, donde la semana pasada más de cuatrocientas personas perdieron la vida en el derrumbe de una fábrica: hombres y mujeres que percibían 38 euros por un mes de trabajo.

“Las personas son menos importantes que las cosas que producen ganancia a los que tienen el poder político, social, económico. ¿A qué punto hemos llegado? Al punto de que no somos conscientes de esta dignidad de la persona; esta dignidad del trabajo. Pero hoy la figura de San José, de Jesús, de Dios que trabajan – es éste nuestro modelo – nos enseñan el camino para ir hacia la dignidad”.Al celebrar por la mañana del miércoles 1° de mayo la santa misa en la capilla de la Casa de Santa el Papa recordó en su homilía, en el día en que se celebraba la memoria de San José Obrero y la fiesta de los trabajadores, que la sociedad no es justa si no ofrece a todos un trabajo o explota a los trabajadores

Asistieron a esta celebración algunos menores y muchachas madres, huéspedes del Centro de solidaridad “El Puente”, nacido en la ciudad italiana de Civitavecchia en 1979, acompañados por el presidente de la Asociación, el Padre Egidio Smacchia.

El Papa comenzó recordando que en la liturgia del día el Evangelio se refiere a Jesús como al “hijo del carpintero”. José era un trabajador y Jesús aprendió a trabajar con él. De hecho, en la primera lectura se lee que Dios trabaja para crear el mundo, y este “icono de Dios trabajador”, afirmó el Obispo de Roma, nos dice que el trabajo es algo más que ganarse el pan”:

“¡El trabajo nos da la dignidad! Quien trabaja es digno, tiene una dignidad especial, una dignidad de persona: el hombre y la mujer que trabajan son dignos. En cambio, los que no trabajan no tienen esta dignidad. Pero tantos son aquellos que quieren trabajar y no pueden. Esto es un peso para nuestra conciencia, porque cuando la sociedad está organizada de tal modo, que no todos tienen la posibilidad de trabajar, de estar unidos por la dignidad del trabajo, esa sociedad no va bien: ¡no es justa! Va contra el mismo Dios, que ha querido que nuestra dignidad comience desde aquí”.
“La dignidad – prosiguió diciendo el Papa – no nos la da el poder, el dinero, la cultura, ¡no! ¡La dignidad nos la da el trabajo!”. Y un trabajo digno, porque hoy “tantos sistemas sociales, políticos y económicos han hecho una elección que significa explotar a la persona”:

“No pagar lo justo, no dar trabajo, porque sólo se ven los balances, los balances de la empresa; sólo se ve cuánto puedo provecho puedo sacar. ¡Esto va contra Dios! Cuántas veces – tantas veces – hemos leído en ‘L’Osservatore Romano’... Un título que me ha llamado tanto la atención el día de la tragedia en Bangladesh, ‘Vivir con 38 euros al mes’: era el sueldo de estas personas que murieron... ¡Y esto se llama ‘trabajo de esclavo!’. Y hoy en el mundo está esta esclavitud que se hace con lo más bello que Dios ha dado al hombre: la capacidad de crear, de trabajar, de hacer su propia dignidad. Cuántos hermanos y hermanas en el mundo están en esta situación por culpa de actitudes económicas, sociales, políticas, etc.…”.

Asimismo en su homilía el Papa citó a un rabino del Medio Evo que relataba a su comunidad judía la vicisitud de la Torre de Babel: entonces los ladrillos eran sumamente preciosos:

“Cuando un ladrillo, por error, caía, era un problema tremendo, un escándalo: ‘¡Pero mira lo que hiciste!’. Pero si uno de aquellos que construían la torre caía: ‘Requiescat in pace!’ y o dejaban tranquilo... Era más importante el ladrillo que la persona. Esto contaba aquel rabino medieval ¡y esto sucede ahora! Las personas son menos importantes que las cosas que producen beneficio a los que tienen el poder político, social, económico. ¿A este punto hemos llegado? Al punto de que no somos conscientes de esta dignidad de la persona; esta dignidad del trabajo. Pero hoy la figura de San José, de Jesús, de Dios que trabajan – es este nuestro modelo – nos enseñan el camino para ir hacia la dignidad”.

Hoy – observó el Papa Francisco – no podemos decir más lo que decía San Pablo: “Quien no quiere trabajar, que no coma”, sino que debemos decir: “Quien no trabaja, ¡ha perdido la dignidad!”, porque “no encuentra la posibilidad de trabajar”. Es más: “¡La sociedad ha despojado a esta persona de su dignidad!”. Hoy – añadió el Pontífice – nos hace bien volver a escuchar “la voz de Dios, cuando se dirigía a Caín diciéndole: “Caín, ¿dónde está tu hermano?”. Hoy, en cambio, oímos esta voz: “¿Dónde está tu hermano que no tiene trabajo? ¿Dónde está tu hermano que está bajo un trabajo de esclavo?”. El Papa concluyó invitando: “Oremos, oremos por todos estos hermanos y hermanas que están en esta situación. Así sea”.

Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)

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24 de junio de 2013

La verdadera alegría es permanecer firmes en el Señor

(RV)- Permanecer estables en la fe con una firme esperanza en el Señor, fue la recomendación del Papa Francisco en su homilía de la misa que celebró el pasado 28 de abril, V Domingo de Pascua, durante la cual, en el marco del Año de la fe, confirió el Sacramento de la Confirmación a cuarenta y cuatro fieles en representación de toda la Iglesia en los cinco continentes.

“Apuesten a los grandes ideales, a las cosas grandes. Nosotros los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para cosas pequeñas, vayan siempre más allá, hacia las cosas grandes. ¡Jóvenes juéguense la vida por grandes ideales!”. Ante casi cien mil personas procedentes de todo el mundo en una soleada Plaza de San Pedro con ocasión de la Jornada de los confirmados y de los confirmandos, el Pontífice les pidió a ellos y a todos, que vayan contra corriente y cambien el mundo con gestos cotidianos de amor, a pesar de las dificultades, fuertes con el valor que da el Señor.

“No hay tribulaciones, incomprensiones que nos deben causar miedo si permanecemos unidos a Dios como los sarmientos están unidos a la vid – insistió el Papa – si no perdemos la amistad con Él, si le hacemos cada vez más espacio en nuestra vida”. El Sucesor de Pedro reconoció que el “camino de la Iglesia”, el camino personal de cada uno, no siempre es fácil, pero insistió en que no hay que desanimarse sino abrir la puerta a la “novedad de Dios”, que nos da el Espíritu Santo, una novedad que “no se asemeja a las novedades mundanas, todas provisorias”, sino que es definitiva.

En su homilía el Obispo de Roma reflexionó sobre tres puntos: la novedad de Dios, las tribulaciones en la vida y la firmeza en el Señor.

Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)

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17 de junio de 2013

La Iglesia no es una organización burocrática, sino una historia de amor

(RV).- Al presidir la santa misa en la capilla de la Casa de Santa Marta, el pasado 24 de abril, en la Fiesta de San Marcos Evangelista, el Papa Francisco destacaba la humildad del estilo del anuncio cristiano, que, al mismo tiempo, no teme obrar grandes cosas.

El estilo de la predicación evangélica abarca humildad, servicio caridad, amor fraterno. En lugar de conquistar debemos predicar al mundo. El cristiano no debe ser como los soldados que cuando vencen arrasan con todo.

Participaron en esta Celebración Eucarística algunos miembros de la Secretaría del Sínodo de los Obispos y agentes de la Gendarmería Vaticana
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10 de junio de 2013

La Paz es fruto de la victoria del amor de Dios sobre el mal

(RV).- El domingo que concluía la Octava de Pascua, intitulado por Juan Pablo II “de la divina misericordia”, a la hora de la oración del “Regina Coeli”m con uno cien mil peregrinos reunidos en plaza san Pedro, el papa Francisco saludó con las mismas palabras de Jesús resucitado: “Paz a ustedes” explicando que la paz “no es un saludo, ni menos un simple deseo: es un don, es más, el don precioso que Cristo ofrece a sus discípulos, después de haber pasado a través de la muerte y de los infiernos”.

Esta paz - dijo el Obispo de Roma - “es fruto de la victoria del amor de Dios sobre el mal, es el fruto del perdón. Y es propiamente así: la verdadera paz, aquella profunda, viene de hacer la experiencia de la misericordia de Dios”.

Refiriéndose a las apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos en el Evangelio de Juan, papa Francisco retomó las palabras de Jesús: “Felices los que creen sin haber visto”. Podemos llamarla –dijo, la bienaventuranza de la fe. “En cada tiempo, en cada lugar, son felices aquellos que através de la Palabra de Dios, proclamada en la Iglesia y testimoniada por los cristianos, creen que Jesucristo es el amor de Dios encarnado, la Misericordia encarnada. Y esto vale para cada uno de nosotros”.

El Sucesor de Pedro añadió que junto con la paz, Jesús donó a sus discípulos el Espíritu Santo, “para que pudieran difundir en el mundo el perdón de los pecados. Ese perdón que solo Dios puede dar y que su precio es la sangre del Hijo”, para hacer crecer el Reino del amor, sembrar la paz en los corazones, para que se afirme también en las relaciones, en la sociedad, en las instituciones.

Francisco concluyó afirmando que el Espíritu echa de los Apóstoles el miedo y los empuja a salir para llevar el Evangelio y alentó con estas palabras: “¡Tengamos también nosotros el coraje de testimoniar la fe en Cristo resucitado!, ¡No tengamos miedo de ser cristianos y de vivir como cristianos!
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)

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3 de junio de 2013

Dar un paso más, porque el anuncio consiste en la fidelidad a Cristo

(RV).- Al celebrar la misa en la Basílica papal de San Pablo Extramuros, Francisco recordó, el pasado 14 de abril por la tarde, que debemos testimoniar con la palabra y con la vida, porque la incoherencia mina la credibilidad de la Iglesia.

En su homilía, tras agradecer el saludo del Arcipreste, el Cardenal James Harvey, el Papa recordó:

Estamos sobre la tumba de san Pablo, un humilde y gran Apóstol del Señor, que lo ha anunciado con la palabra, ha dado testimonio de él con el martirio y lo ha adorado con todo el corazón. Estos son precisamente los tres verbos sobre los que quisiera reflexionar a la luz de la Palabra de Dios que hemos escuchado: anunciar, testimoniar, adorar.

Tras destacar que Pedro y los Apóstoles anuncian con audacia el Evangelio de Jesús, Francisco se preguntó:

Y nosotros, ¿somos capaces de llevar la Palabra de Dios a nuestros ambientes de vida? ¿Sabemos hablar de Cristo, de lo que representa para nosotros, en familia, con los que forman parte de nuestra vida cotidiana? La fe nace de la escucha, y se refuerza con el anuncio.

Al invitar a la feligresía a dar un paso más, teniendo en cuenta que el anuncio de Pedro y de los Apóstoles no consiste sólo en palabras, sino en la fidelidad a Cristo, el Obispo de Roma afirmó que esto vale para todos: el Evangelio ha de ser anunciado y testimoniado.

Cada uno debería preguntarse: ¿Cómo doy yo testimonio de Cristo con mi fe? ¿Tengo el valor de Pedro y los otros Apóstoles de pensar, decidir y vivir como cristiano, obedeciendo a Dios?

Y añadió que el testimonio de la fe tiene muchas formas, como en un gran mural hay variedad de colores y de matices; si bien todos son importantes, incluso los que no destacan.

En el gran designio de Dios, cada detalle es importante, también el pequeño y humilde testimonio tuyo y mío, también ese escondido de quien vive en sencillez su fe en lo cotidiano de las relaciones de familia, de trabajo, de amistad. Hay santos del cada día, los santos «ocultos», una especie de «clase media de la santidad», como decía un escritor francés, una clase media de la santidad de la que todos podemos formar parte.

De la misma manera el Pontífice recordó que en diversas partes del mundo hay también quien sufre, como Pedro y los Apóstoles, a causa del Evangelio; hay quien entrega la propia vida por permanecer fiel a Cristo, con un testimonio marcado con el precio de su sangre.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)

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Jesús es una Persona real y no un “dios spray”

(RV).- “La fe es un don que empieza encontrando a Jesús, que es una Persona real y no un dios spray”. Lo dijo el Papa Francisco en su homilía del pasado 18 de abril, al celebrar su habitual misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta.

“Dios – dijo el Papa Francisco – no es una presencia impalpable, una esencia en la niebla que se extiende alrededor sin saber realmente lo que es. Dios es "Persona" concreta, es un Padre, y por lo tanto la fe en Él nace de un encuentro vivo, de una experiencia tangible.

“Frente a un ‘dios difuso’, un ‘dios-spray’, que está un poco en todas partes, pero que no se sabe lo que es, nosotros creemos en Dios que es Padre, que es Hijo, que es Espíritu Santo. Creemos en las Personas, y cuando hablamos con Dios hablamos con Personas: o hablamos con el Padre, con el Hijo o hablamos con el Espíritu Santo. Y ésta es la fe”.

Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)

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Liberar a la Iglesia de moralismos e ideologías

(RV).- “Hay que escuchar la Palabra de Dios con humildad porque es palabra de amor, y sólo así entra en el corazón y cambia la vida”. Es la síntesis de la homilía del Papa Francisco durante la misa que celebró el viernes 19 de abril por la mañana en la pequeña capilla de la Casa Santa Marta donde reside. En esta ocasión participaron los empleados de la Tipografía Vaticana y del periódico de la Santa Sede, L’Osservatore Romano.
La conversión de San Pablo y el discurso de Jesús en la Sinagoga de Cafarnaúm fueron las lecturas bíblicas del día, que el Papa destacó en su homilía centrándola en la figura de Jesús que habla: habla a Saulo que lo persigue, habla a Ananías, llamado a acoger a Saulo, y habla también a los doctores de la ley, a quienes les dice que quien no come su carne y no bebe su sangre, no será salvado.

La voz de Jesús – afirmó el Papa Francisco – “pasa por nuestra mente y va al corazón. Porque Jesús busca nuestra conversión”. Pablo y Ananías responden con perplejidad, pero con el corazón abierto. Los doctores de la ley responden de otra manera, discutiendo entre ellos y contestando duramente las palabras de Jesús:

“Pablo y Ananías responden como los grandes de la historia de la salvación, como Jeremías e Isaías. También Moisés tuvo sus dificultades: ‘Pero, Señor, yo no sé hablar, ¿cómo iré a decir esto a los egipcios?’. Y María: ‘Pero, Señor, ¡yo no estoy casada!’. Es la respuesta de la humildad, de aquel que recibe la Palabra de Dios con el corazón. En cambio, los doctores responden sólo con la cabeza. No saben que la Palabra de Dios va al corazón, no saben de conversión”.

El Papa explicó asimismo quiénes son los que responden sólo con la cabeza:

“Son los grandes ideólogos. La Palabra de Jesús va al corazón porque es Palabra de amor, es palabra bella y lleva al amor, nos hace amar. Estos cortan el camino del amor: los ideólogos. Y también el de la belleza. Y se pusieron a discutir ásperamente entre ellos: ‘¿Cómo puede éste darnos de comer su carne?’. ¡Todo un problema de intelecto! Y cuando entra la ideología en la Iglesia, cuando entra la ideología en la inteligencia del Evangelio, no se entiende nada”.

Son – dijo – los que caminan sólo “por el camino del deber”: es el moralismo de cuantos pretenden realizar del Evangelio sólo lo que entienden con la cabeza. No están en el “camino de la conversión, esa conversión a la que nos invita Jesús”:

“Y estos, por el camino del deber, cargan todo sobre las espaldas de los fieles. Los ideólogos falsifican el Evangelio. Toda interpretación ideológica, independientemente de donde venga – de una parte o de otra – es una falsificación del Evangelio. Y estos ideólogos – lo hemos visto en la historia de la Iglesia – terminan por ser, se convierten en intelectuales sin talento, eticistas sin bondad. Y no hablemos de belleza, porque no entienden nada”.

“En cambio – dijo al concluir el Santo Padre Francisco – el camino del amor, el camino del Evangelio, es sencillo: es el camino que han comprendido los santos”:

“¡Los santos son aquellos que llevan la Iglesia adelante! El camino de la conversión, el camino de la humildad, del amor, del corazón, el camino de la belleza… Oremos hoy al Señor por la Iglesia: que el Señor la libere de cualquier interpretación ideológica y abra el corazón de la Iglesia, de nuestra Madre Iglesia, al Evangelio sencillo, a ese Evangelio puro que nos habla de amor, que lleva al amor y ¡es tan bello! Y también nos hace bellos, a nosotros, con la belleza de la santidad. ¡Oremos hoy por la Iglesia!”.

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He visto siempre que Dios ha acogido, consolado, lavado, amado

(RV).- En el domingo que concluía la Octava de Pascua, fiesta de la Divina Misericordia, por voluntad del Beato Juan Pablo II, quien cerró sus ojos a este mundo precisamente en la vigilia de esta celebración, tal como el Papa Francisco lo recordó a la hora del Regina Coeli que rezó con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el nuevo Obispo de Roma celebró por la tarde la santa misa en su catedral, la basílica de San Juan de Letrán.
“En mi vida personal, he visto muchas veces el rostro misericordioso de Dios, su paciencia; he visto también en muchas personas la determinación de entrar en las llagas de Jesús... Y he visto siempre que Dios ha acogido, consolado, lavado, amado”. Es una de las afirmaciones del Santo Padre en su homilía con motivo de la misa de toma de posesión de la Catedral de Roma.

Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)

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Biblia y Tradición estrechamente unidas

(RV).- Al recibir a los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica, el pasado 12 de abril, el Papa recordó que nuestra fe tiene en el centro una historia de salvación y, sobre todo, a una Persona, Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne.

En efecto, poco después del mediodía, en la Sala de los Papas del Palacio Apostólico vaticano, Francisco recibió a los 27 miembros de la pontificia Comisión Bíblica, encabezados por su Presidente, el Arzobispo Gerhard Ludwig Müller, tras la celebración de su Asamblea plenaria anual.

Al recordar que han profundizado el tema de “la inspiración y la verdad de la Biblia”, el Santo Padre destacó la importancia que tiene no sólo para cada creyente, sino para la Iglesia entera, puesto que “la vida y la misión de la Iglesia se fundan en la Palabra de Dios, que es alma de la teología y, al mismo tiempo, inspiradora de toda la existencia cristiana”.

También afirmó que las Sagradas Escrituras son el testimonio, en forma escrita, de la Palabra divina, el memorial canónico que atestigua el evento de la Revelación, razón por la cual la Palabra de Dios, “precede y excede la Biblia”. De ahí que nuestra fe – dijo el Pontífice – “no tiene en el centro sólo un libro, sino una historia de salvación y, sobre todo, a una Persona, Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne”.

Y precisamente porque el horizonte de la Palabra divina abraza y se extiende más allá de la Escritura, el Papa afirmó que para comprenderla adecuadamente, es necesaria la constante presencia del Espíritu Santo que “guía toda la verdad” (Jn 16, 13). Es necesario colocarse en la corriente de la gran Tradición que, bajo la asistencia del Espíritu Santo y la guía del Magisterio, ha reconocido los escritos canónicos como Palabra que Dios dirige a su pueblo y jamás ha dejado de meditarlos y de descubrir sus inagotables riquezas, tal como lo reafirmó el Concilio Vaticano II en la Constitución dogmática Dei Verbum.

Tras recordar que existe una unidad inseparable entre la Sagrada Escritura y la Tradición, porque ambas provienen de una misma fuente, el Papa explicó que de ahí se desprende que “el exégeta debe estar atento a percibir la Palabra de Dios presente en los textos bíblicos colocándolo dentro de la misma fe de la Iglesia”.

La interpretación de las Sagradas Escrituras no puede ser sólo un esfuerzo científico individual, sino que debe ser siempre confrontada, insertada y autenticada por la tradición viva de la Iglesia. Esta norma es decisiva para precisar la correcta y recíproca relacione entre la exégesis y el Magisterio de la Iglesia. Los textos inspirados por Dios han sido confiados a la Comunidad de los creyentes, a la Iglesia de Cristo, para alimentar la fe y guiar la vida de la caridad. El respeto de esta naturaleza profunda de las Escrituras condiciona la misma validez y la eficacia de la hermenéutica bíblica. Esto comporta la insuficiencia de toda interpretación subjetiva o sencillamente limitada a un análisis incapaz de acoger en sí ese sentido global que en el curso de los siglos ha constituido la Tradición del entero Pueblo de Dios.

El Papa Francisco concluyó con estas palabras:

Queridos Hermanos, deseo concluir mi intervención formulando a todos ustedes mi agradecimiento y animándolos en su valioso trabajo. Que el Señor Jesucristo, Verbo de Dios encarnado y divino Maestro que ha abierto la mente y el corazón de sus discípulos a la inteligencia de las Escrituras (Cfr. Lc 24, 45), guíe y sostenga siempre su actividad. Que la Virgen María, modelo de docilidad y obediencia a la Palabra de Dios, les enseñe a acoger plenamente la riqueza inagotable de la Sagrada Escritura no sólo a través de la investigación intelectual, sino en la oración y en toda su vida de creyentes, sobre todo en este Año de la fe, a fin de que su trabajo contribuya a hacer resplandecer la luz de la Sagrada Escritura en el corazón de los fieles. Deseándoles una fructuosa continuación de sus actividades, invoco sobre ustedes la luz del Espíritu Santo e imparto a todos mi Bendición Apostólica.

Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)

El espacio “Pensamiento del Papa”, se transmite los lunes en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.

El Señor Resucitado es la esperanza que no decepciona

(RV).- “La esperanza de nosotros, los cristianos, es fuerte, segura y sólida en esta tierra, donde Dios nos ha llamado a caminar, y está abierta a la eternidad, porque está fundada en Dios, que siempre es fiel”. Con este pensamiento el Papa saludó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para la audiencia general del miércoles. Prosiguiendo las catequesis dedicadas al Año de la fe, el Pontífice invitó a todos a testimoniar, en la vida diaria, con gestos claros y sencillos, la esperanza del Señor Resucitado, una esperanza que no desvanece.

“Ser resucitados con Cristo mediante el Bautismo, con el don de la fe”, explicó Francisco, no se reduce sencillamente “a seguir órdenes, sino que quiere decir estar en Cristo, pensar como Él, actuar como Él, amar como Él; es dejar que Él tome posesión de nuestra vida y la cambie, la libere de las tinieblas del mal y del pecado”.

En el curso del encuentro, en que el Papa también saludó en español a los fieles, todos fueron invitados a comportarse “como hijos de Dios”, sin desanimarse por las caídas y por los pecados. “¡Mostremos la alegría de ser hijos de Dios, la libertad que nos da vivir en Cristo, que es la verdadera libertad de la esclavitud del mal, del pecado y de la muerte! Miremos hacia la Patria celestial, tendremos una nueva luz y fuerza también en nuestro empeño y en nuestras fatigas cotidianas. Es un servicio precioso que debemos dar a nuestro mundo, que con frecuencia ya no logra levantar la mirada hacia lo alto, ya no logra levantar la mirada hacia Dios”.

En esta ocasión el Santo Padre expresó su cercanía a las víctimas del terremoto que sacudió el sur de Irán con las siguientes palabras:

“He recibido la noticia del fuerte terremoto que ha sacudido el sur de Irán y que ha causado muertos, numerosos heridos y graves daños. Rezo por las víctimas y expreso mi cercanía a las poblaciones afectadas por esta calamidad”.

Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)

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“No te olvides de los pobres”

(RV).- El pasado 16 de marzo, el Papa Francisco recibía en el Aula Pablo VI del Vaticano a los periodistas que habían trabajado en Roma durante el período de la Sede Vacante hasta la elección del nuevo Pontífice.

Llamándolos “queridos amigos”, el nuevo Obispo de Roma afirmaba que al comienzo de su ministerio en la Sede de Pedro, se alegraba por este encuentro con quienes habían trabajado en Roma en este momento tan intenso, que comenzó con el anuncio sorprendente de su venerado predecesor, Benedicto XVI, el pasado 11 de febrero.

Refiriéndose al papel de los medios de comunicación, el Papa destacó que “ha ido creciendo cada vez más en los últimos tiempos, hasta el punto de que se hecho imprescindible para relatar al mundo los acontecimientos de la historia contemporánea”. Por esta razón expresó su agradecimiento especial a todos ellos por su competente servicio durante los días pasados exclamando que habían trabajado mucho.

En esta ocasión, el Pontífice explicó por qué ha querido llamarse Francisco. Algunos pensaban en Francisco Javier, en Francisco de Sales, también en Francisco de Asís. Les contaré la historia. Durante las elecciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación para el clero, el cardenal Claudio Hummes: un gran amigo, un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba. Y cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: «No te olvides de los pobres». Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís. Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos. Y Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís. Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no? Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre... ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres! Después, algunos hicieron diversos chistes: «Pero tú deberías llamarte Adriano, porque Adriano VI fue el reformador, y hace falta reformar...». Y otro me decía: «No, no, tu nombre debería ser Clemente». «Y ¿por qué?». «Clemente XV: así te vengas de Clemente XIV, que suprimió la Compañía de Jesús». Son bromas... Los quiero mucho. Les doy las gracias por todo lo que han hecho. Y pienso en su trabajo: les deseo que trabajen con serenidad y con fruto, y que conozcan cada vez mejor el Evangelio de Jesucristo y la realidad de la Iglesia. Los encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María, Estrella de la Evangelización, a la vez que les expreso los mejores deseos para ustedes y sus familias, a cada una de sus, e imparto de corazón a todos mi Bendición.

Hablando en nuestro idioma, Francisco dijo:

Les dije que les daba de corazón la bendición. Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica, otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios. Que Dios los bendiga.

Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)

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Dar a los jóvenes nuestra sabiduría de ancianos

(RV).- “Como el buen vino, que mejora con los años, nosotros los ancianos, demos a los jóvenes la sabiduría de la vida”.

Lo dijo el Papa Francisco a todos los miembros del Sacro Colegio, electores y no electores, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a quienes recibió en audiencia el pasado 15 de marzo.

“Valor, hermanos: Probablemente la mitad de nosotros está en la vejez. Y la vejez, se dice, es la sede la sabiduría de la vida. Los viejos tienen la sabiduría que les da el haber caminado mucho. Como los ancianos Simeón y Ana en el templo cuya sabiduría les hizo reconocer a Jesús. Demos esta sabiduría a los jóvenes: como el buen vino, que con los años se vuelve todavía mejor: demos a los jóvenes la sabiduría de la vida”.

El Pontífice improvisó varias veces durante su discurso, como cuando informó a los purpurados, que uno de ellos, el cardenal argentino Jorge Mejía había tenido un infarto y estaba ingresado en una clínica romana. “Su salud es estable – dijo – y manda saludos para todos”.

El Papa había escuchado antes las palabras de saludo, en nombre de todos los miembros del Colegio cardenalicio, del Decano, Angelo Sodano: “Demos gracias a Dios Nuestro Señor. Es la invitación litúrgica que nosotros, los Padres Cardenales nos dirigimos recíprocamente, entre los “seniores” y los “juniores”, para agradecer al Señor el don que ha hecho a su Santa Iglesia dándole un nuevo Pastor... Sepa, Santo Padre, que todos nosotros, sus cardenales, estamos a su entera disposición buscando formar con Usted el Cenáculo Apostólico de la Iglesia naciente, el cenáculo de Pentecostés. Procuraremos mantener 'la mente abierta y el corazón creyente' como Usted ha escrito en su Libro de Meditaciones.

En su alocución, el Papa Francisco afirmó que este encuentro quería ser “casi una prolongación de la intensa comunión eclesial”, experimentada durante el Cónclave. “Animados por un profundo sentido de responsabilidad y alentados por un gran amor por Cristo y por su Iglesia – recordó - hemos rezado juntos, compartiendo fraternalmente nuestros sentimientos, nuestras experiencias y reflexiones. En este clima de gran cordialidad han crecido el conocimiento y la apertura mutuas”. Y, de nuevo, improvisando, añadió que esos sentimientos eran “buenos porque somos hermanos. Algunos me han dicho que los cardenales son los sacerdotes del Santo Padre y yo creo que la cercanía y la amistad nos sentarán bien a todos”.

“Precisamente la cercanía y la apertura nos han facilitado la docilidad al acción del Espíritu Santo, el Paráclito, el protagonista supremo de toda iniciativa y manifestación de fe”, y de nuevo, dejando los papeles de su discurso añadió: “Es curioso: yo pienso que el Paráclito da todas las diferencias en las Iglesias y parece como si fuera un apóstol de Babel. Pero, por otra parte, es eso lo que forma la unidad de estas diferencias no en la homogeneidad, sino en la armonía. Me acuerdo de un Padre de la Iglesia que lo definía así: “Ipse harmonia est”. Este Paráclito que nos da, a cada uno, carismas diversos, nos une en esta comunidad de Iglesia que adora al Padre, al Hijo y a él, al Espíritu Santo”.

El Santo Padre recordó asimismo el período del Cónclave, “lleno de significado no sólo para el Colegio Cardenalicio sino para todos los fieles. En estos días hemos sentido muy de cerca el afecto y la solidaridad de la Iglesia universal y también el interés de tantas personas que, incluso sin compartir nuestra fe, miran con respeto y admiración a la Santa Sede”. Asimismo expresó su agradecimiento a todos los cardenales por su cooperación en la guía de la Iglesia durante la Sede Vacante, desde el cardenal Angelo Sodano, Decano del Colegio Cardenalicio, al Camarlengo, el cardenal Tarcisio Bertone y al cardenal Giovanni Battista Re “que ha sido – dijo el Papa- nuestro jefe en el Cónclave”.

“Pienso con profundo afecto y con gratitud en mi venerado predecesor, Benedicto XVI – prosiguió – que en estos años de pontificado ha enriquecido y vigorizado a la Iglesia con su magisterio, su bondad, su guía, su fe, su humildad y su mansedumbre que permanecen como patrimonio espiritual para todos”. Y señaló que “como tantas veces, con sus enseñanzas y, por último, con su gesto valeroso y humilde, nos ha recordado Benedicto XVI, es Cristo el que guía a la Iglesia por medio de su Espíritu. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, con su fuerza que vivifica y une hace un sólo cuerpo de muchos: el Cuerpo místico de Cristo”.

Hacia el final de su alocución afirmó textualmente: “No cedamos nunca al pesimismo, a la amargura que el diablo nos propone cada día. No cedamos al desaliento. Tenemos la firme certeza de que el Espíritu Santo da a la Iglesia, con su hálito potente, el valor de perseverar y también de buscar nuevos métodos de evangelización, para llevar el Evangelio hasta los extremos confines de la tierra. La verdad cristiana es atrayente y persuasiva porque responde al deseo profundo de la existencia humana anunciando de forma convincente que Cristo es el único Salvador de toda la persona y de todos los seres humanos. Este anuncio es tan válido hoy como lo fue al principio del cristianismo cuando tuvo lugar la gran expansión misionera del Evangelio”.

Y concluyó: "Ahora regresarán a sus sedes para continuar con su ministerio, enriquecidos por la experiencia de estos días, tan cargados de fe y de comunión eclesial. Esa experiencia, única e incomparable, nos ha permitido comprender en profundidad la belleza de la realidad eclesial, que es un reflejo del esplendor de Cristo resucitado: Un día miráremos el hermoso rostro de Cristo resucitado”.

Terminado su discurso el Papa saludó uno por uno a todos los cardenales presentes en la Sala Clementina.

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Caminar, construir, confesar, siempre con la Cruz de Cristo

(RV).- El Santo Padre Francisco celebraba la tarde del 14 de marzo su primera misa como Papa en la Capilla Sixtina, con los 114 cardenales electores y los conclavistas.

La primera lectura se refirió al cántico del profeta Isaías que comienza con las palabras “Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor” y prosigue con las célebres frases: “Será el árbitro de las naciones, el juez de los pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra”.

Después, se leyó la primera Carta de San Pedro dedicada al sacerdocio común de los fieles que dice: “También vosotros, como piedras vivas, sois edificados como edificio espiritual para un sacerdocio santo” y exhorta a ser “linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido en propiedad, para que pregonéis las maravillas de Aquel que os llamó de las tinieblas a su admirable luz”.

El Evangelio fue el relato que de la Confesión de Pedro hace San Mateo, cuando Cristo pregunta a los discípulos: “Y vosotros ¿quien decís que soy yo? y a la respuesta de Pedro: “Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”, Jesús contesta: “Y yo te digo que tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.

En su primera homilía como Papa y hablando en italiano, sin leer ningún texto, Francisco observó que las tres lecturas tienen algo en común:
“El movimiento. En la primera de ellas, el movimiento es camino; en la segunda el movimiento está en la construcción de la Iglesia; en el Evangelio, el movimiento está en la confesión. Caminar, construir, confesar”.

“Construir - ha dicho- Edificar la Iglesia; se habla de piedras: las piedras son consistentes; pero son piedras vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la Esposa de Cristo, sobre la piedra angular que es el Señor mismo”.

“Confesar.... Podemos caminar cuanto queramos, podemos construir tantas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, no vale. Nos convertiríamos en una ONG filantrópica, pero no seríamos la Iglesia, esposa del Señor. Cuando no andamos, nos detenemos... retrocedemos. Cuando no se construye sobre las piedras ¿qué pasa? Nos pasa lo mismo que a los niños cuando hacen castillos de arena en la playa: terminan cayéndose porque no tienen consistencia”. Y, citando a Leon Bloy, el Santo Padre ha afirmado: “El que no reza al Señor, reza al diablo” porque “cuando no se confiesa a Jesucristo se confiesa la mundanidad del demonio”.

“Caminar, edificar, construir, confesar. Pero no es tan fácil, porque cuando se camina, se construye, se confiesa, a veces hay sacudidas, hay tirones, que no son movimientos propios del camino porque nos hacen retroceder”.

En el Evangelio, prosiguió el Papa, “incluso Pedro que ha confesado a Jesucristo, le dice: “Tu eres Cristo, el hijo de Dios vivo. Yo te sigo, pero no hablemos de la Cruz. Es algo que no tiene nada que ver... Te sigo, sin la Cruz”. Pero “cuando caminamos sin la Cruz, cuando construimos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin la Cruz... no somos discípulos del Señor: somos mundanos; somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor”.

Y añadió: “Y yo quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor; sí, el valor, de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor, de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor que se derramó en la Cruz; y de confesar la única gloria: a Cristo crucificado. Y así, la Iglesia irá hacia delante. Deseo para todos nosotros que el Espíritu Santo y la oración de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo”.

Terminada la homilía, en las oraciones de los fieles se rezó por el nuevo Pontífice y también por Su Santidad Benedicto XVI para que “sirva a la Iglesia en el retiro con una vida dedicada a la oración y la meditación”. También se ha pedido que los responsables de las naciones “no actúen movidos por la fuerza o por el interés ni tiranicen a las personas y sean conscientes de que todo poder procede de Dios” y se ha recordado “a cuantos sufren, a cuantos luchan desamparados en la vida para que Cristo, el Pastor supremo, los conforte y consuele dándoles la corona de la gloria”.

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Los últimos dieciocho días del Pontificado de Benedicto XVI

(RV).- En este espacio semanal vamos recorrer los últimos, intensos días del Pontificado de Benedicto XVI:

Plena liberate declaro me ministerio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri… renuntiare…”

Benedicto XVI anuncia a los Cardenales reunidos en el Consistorio del 11 de febrero su decisión: la renuncia al ministerio petrino. Es el día de la memoria de la Virgen de Lourdes. Mientras tanto, el próximo 16 de abril, memoria de Santa Bernardita, cumplirá 86 años. Las fuerzas que disminuyen no le permiten proseguir adecuadamente en su ministerio. Por eso encomienda la Iglesia a la guía de su Sumo Pastor, Cristo. También estos últimos dieciocho días nos muestran su gran fe. Escuchemos sus palabras durante la audiencia general del pasado 13 de febrero:

“Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, quien no le hará faltar jamás su guía y su atención... Sigan rezando por mí, por la Iglesia, y por el futuro Papa. El Señor no guiará”.

En su catequesis Benedicto XVI recordaba que “no es el poder mundano el que salva, sino el poder de la cruz, de la humildad, del amor”. E invitaba a “dar a Dios el primer lugar”.

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Vivir la Cuaresma superando individualismos y rivalidades

(RV).- Lo pidió Benedicto XVI el pasado 13 de febrero, Miércoles de Ceniza, al presidir la celebración típica del inicio de la Cuaresma, es decir el rito de la bendición e imposición de las cenizas, cuya procesión penitencial, si bien habría tenido que realizarse en la basílica romana de Santa Sabina, en la colina del Aventino, se trasladó a la Basílica de San Pedro, dada la gran afluencia de fieles, deseosos de acompañar al Obispo de Roma en los últimos actos públicos de su pontificado.

Con sentimientos de gran conmoción y de profundo respeto, no sólo la Iglesia, sino todo el mundo, habían recibido ya recibido la noticia de su decisión de renunciar al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor del Apóstol Pedro.

En su homilía el Papa afirmó que vivir la Cuaresma en una comunión eclesial más intensa y evidente, superando individualismos y rivalidades, es un signo humilde y precioso para los que están alejados de la fe o los indiferentes.

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Pedro habla como un hombre de la Iglesia

(RV).- El pasado 8 de febrero por la tarde el Santo Padre realizaba una visita al Seminario Romano Mayor, en la víspera de la Fiesta de la Virgen de la Confianza, Patrona de este Instituto. En esta ocasión, también a los seminaristas del Romano Menor, del Almo Collegio Capranica, del Colegio Diocesano "Redemptoris Mater" y del Seminario de la Virgen del Amor Divino Benedicto XVI les ofreció una lectio divina sobre el texto de la Primera Carta de San Pedro Apóstol.

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Sostenido por la certeza de que Cristo nunca dejará de guiar a su Iglesia

(RV).- “Os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice”. Es el núcleo de la declaración de dimisión del Sumo Pontífice, del pasado 11 de febrero durante el Consistorio público para la canonización de algunos beatos.

En este espacio semana, dedicado al pensamiento del Papa, deseamos proponer a nuestra audiencia, de los mismos labios de Benedicto XVI, las motivaciones que lo llevaron a tomar esta decisión, “profundamente consciente de la gravedad de este acto”, pero, al mismo tiempo “consciente, de no tener ya la capacidad de ejercer el ministerio petrino con el vigor que el mismo requiere”, tal como también lo dijo, entre grandes aplausos y muestras de devoción, a los fieles que asistieron a su penúltima catequesis de la audiencia general del miércoles 13 de febrero, en que explicó que “sostenido e iluminado por la certeza de que Cristo nunca dejará de guiar y de cuidar a su Iglesia, el Santo Padre reiteró las palabras con que había anunciado su renuncia, agradeciendo a todos por el amor y la oración, y exhortando a rezar por el Papa y por la Iglesia.

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Toda América bajo el glorioso título de Nuestra Señora de Guadalupe

(RV).- Con ocasión de la inauguración del Congreso Internacional “Ecclesia in America”, que se había celebrado en la Ciudad del Vaticano del 9 al 12 de diciembre pasado, el Santo Padre Benedicto XVI se trasladaba entonces a la Patriarcal Basílica Vaticana, la tarde de la inauguración de este evento, tras la celebración de la Misa que había presidido el cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, organizadora de este Congreso, junto a los Caballeros de Colón y el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos.

El Papa recordaba que su venerado Predecesor, el beato Juan Pablo II, había tenido la clarividente intuición de incrementar las relaciones de cooperación entre las Iglesias particulares de toda América, del Norte, del Centro y del Sur y, a la vez, suscitar una mayor solidaridad entre sus naciones. Por lo que, afirmaba, “hoy, dichos propósitos, merecen ser retomados, con vistas a que el mensaje redentor de Cristo se ponga en práctica con mayor ahínco y produzca abundantes frutos de santidad y renovación eclesial”.

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Jesús es la acción liberadora del amor de Dios

(RV).- También al inicio de este año la alegre ternura de veinte niños y niñas recién nacidos, bautizados por Benedicto XVI – en un abrazo ideal a todos los niños del mundo – iluminó la solemnidad de la Capilla Sixtina, en la Fiesta del Bautismo del Señor.

En su homilía el Pontífice recordó que Jesús ejerce sobre nosotros la acción liberadora del amor de Dios, y puso de relieve la alegría de esta celebración y la belleza y significado del Bautismo, precisamente en esta importante fiesta celebrada el domingo 13 de enero.

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La construcción de la paz pasa por la tutela del hombre

(RV).- “La Iglesia, abraza a todo el universo y con él a cada pueblo, cada cultura y tradición”. Lo decía el Papa, el pasado 7 de enero, al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Paz, crisis económica y respeto de la vida, fueron los tres pilares del gran discurso que Benedicto XVI dirigió a estos Diplomáticos con ocasión del intercambio de felicitaciones por el inicio del nuevo año.

El Pontífice renovó su urgente llamamiento por la paz en todos aquellos Estados, como Siria, El Congo y Nigeria, donde sus poblaciones son víctimas de la guerra y de la violencia. Hablando de la crisis económica, el Sucesor de Pedro dijo que no hay que resignarse “al spread del bienestar social”, mientras “se combate el de la finanza”.

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Con la esperanza en Jesús no nos confundimos

(RV).- “Tú eres nuestra esperanza, y nosotros no quedaremos confundidos”

Lo decía el Santo Padre Benedicto XVI el último día del 2012 al presidir solemnemente en la Basílica Vaticana las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios. A esta solemne liturgia que se caracteriza por el canto del tradicional himno del Te Deum de acción de gracias por la conclusión del año civil, el Papa recordaba que esa liturgia de la última hora del año pasado lleva en sí una particular intensidad y se vuelve, en cierto sentido, una síntesis de todas las horas del año que estaba a punto de terminar.

En efecto, el Pontífice también afirmaba:

El Te Deum que elevamos al Señor esta tarde, al final de un año solar, es un himno de acción de gracias que se abre con la alabanza - "Te alabamos, oh Dios, te proclamamos Señor" - y termina con una profesión de confianza - " Tú eres nuestra esperanza, no quedaremos confundidos para siempre. " Cualquiera que haya sido el camino del año, fácil o difícil, estéril o fecundo, damos gracias a Dios. El Te Deum, de hecho, contiene una profunda sabiduría, aquella sabiduría que nos hace decir que, a pesar de todo, existe el bien en el mundo, y este bien está destinado a ganar, gracias a Dios, el Dios de Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado.

Y concluía con éstas palabras:

¡Queridos amigos, la última tarde del año que está llegando a su fin y en el umbral del nuevo, alabemos al Señor! Manifestemos al “que es, el que era y el que vendrá” (Apocalipsis 1, 8) arrepentimiento y pedido de perdón por las faltas cometidas, así como sincero agradecimiento por los innumerables beneficios concedidos por la Bondad divina. En particular, agradezcamos por la gracia y la verdad que nos han llegado por medio de Jesucristo. En Él está la plenitud de todos los tiempos humanos. En Él se custodia el futuro de cada hombre. En Él se hace realidad el cumplimiento de las esperanzas de la Iglesia y del mundo. Amen.

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Un Amigo, llamado Jesús

(RV).- “Un Amigo, llamado Jesús, es el gran Autor de la vida, de la alegría, del amor, y de la paz; un amigo que siempre está muy cerca y que jamás nos abandona”. Lo decía el Papa, el 20 de diciembre del año pasado, al recibir en el Palacio Apostólico del Vaticano, a una delegación de jóvenes de la Acción Católica Italiana, que, como cada año antes de las fiestas de Navidad suelen reunirse con el Sucesor de Pedro.

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En la lucha por la familia está en juego el hombre

(RV).- Al recibir a los miembros de la Curia Romana para el tradicional intercambio de felicitaciones por la entonces inminente Navidad, el Papa destacaba, el pasado 21 de diciembre en su amplio discurso, que en la lucha por la familia está en juego el hombre mismo. Y recordaba su viaje apostólico a México y a Cuba, como encuentros inolvidables, gracias a la fuerza de la fe, profundamente arraigada en los corazones de los hombres, y con la alegría por la vida que surge de la fe”.

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Importancia de la Doctrina social para la nueva evangelización

(RV).- Con alegría Benedicto XVI recibía el pasado 3 de diciembre a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio Justicia y Paz, encabezados por su Presidente, el Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, junto a los demás miembros del dicasterio.

En su alocución, el Papa destacaba la importancia de este Año de la fe, tras el Sínodo de los Obispos dedicado a la nueva evangelización, así como al quincuagésimo aniversario del Concilio Ecuménico Vaticano II y – dentro de pocos meses – del aniversario de la Encíclica Pacem in terris del beato Papa Juan XXIII, contexto que de por sí ofrece múltiples estímulos.

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El canto magnífico servicio de alabanza

(RV).- Con gran alegría, Benedicto XVI recibía el pasado 10 de noviembre a unos seis mil participantes en el encuentro organizado por la Asociación Italiana de Santa Cecilia, en el marco de la peregrinación que realizaron a Roma, llegando de todas partes de Italia, y en previsión de participar con su arte en la celebración eucarística del día siguiente en la Patriarcal Basílica vaticana, que presidió, el Cardenal Arcipreste Angelo Comastri.

El Pontífice aprovechó esta ocasión para destacar su aprecio y la importancia del magnífico servicio de alabanza, con el canto de sus escuelas de canto, es decir las Scholae Cantorum. Será éste amigos oyentes, el tema que analizaremos en los próximos minutos a nuestra disposición, en este espacio semanal dedicado al Pensamiento del Papa, en que Benedicto XVI señaló la feliz coincidencia de este encuentro en pleno Año de la Fe, conmemorando, además, la inauguración del Concilio, por lo que en su calidad de buen entendedor y amante de la música, subrayó el impulso de la música sacra en la nueva evangelización. Escuchemos algunas de sus palabras:

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