2013-08-22 L’Osservatore Romano
La Congregación para las Iglesias orientales «sigue con viva preocupación la terrible situación de Egipto, compartiendo la oración del Santo Padre Francisco por las víctimas y por cuantos siguen sufriendo las duras consecuencias de los desarrollos sangrientos del conflicto que continúa en el seno de la sociedad egipcia». Lo afirma el cardenal Sandri, prefecto del dicasterio, en una declaración a nuestro periódico del miércoles 21 de agosto. «En unión con el Papa» el purpurado desea para el país el inicio y la consolidación de «ese diálogo y esa reconciliación que conduzcan al restablecimiento de la paz civil, a la reanudación de la vida social y a la reconstrucción de las zonas tan golpeadas por los acontecimientos».
Al expresar «cercanía fraterna» al patriarca copto ortodoxo Tawadros II y a su comunidad, el cardenal dirige «un pensamiento especial» a los coptos católicos, guiados por el patriarca Ibrahim Sidrak, con su predecesor, el cardenal Antonios Naguib, y a los obispos, sacerdotes y fieles de todas las Iglesias orientales católicas y de la Iglesia latina presentes en Egipto: «El Señor —dijo— los sostenga en la prueba tan dura para toda la nación, confortando a quienes sufren en el cuerpo y en el espíritu, especialmente a los inocentes, y acogiendo en su paz a las numerosas víctimas. Sus lágrimas son las lágrimas de todas las Iglesias orientales diseminadas por el mundo».
El purpurado invita sobre todo a mantener viva la esperanza de que «Egipto pueda experimentar una fecunda primavera de humanidad y de libertad, especialmente religiosa, viviendo en la justicia y en la solidaridad, gracias a la contribución responsable de todos sus habitantes». De aquí el llamamiento a fin de que «se proteja la dignidad de cada persona y de las comunidades, que lo enriquecen en un entramado admirable de religiones, cultura e historia, y la mutua comprensión entre cristianos y musulmanes. Que todos los egipcios, indistintamente, sean ayudados por la comunidad internacional a encontrar los caminos de la convivencia pacífica. Que a cada uno se garantice serenidad, educación, salud, casa y cuanto sea necesario para una vida humana digna de tal nombre».
Retomando la exhortación del Papa Francisco, «quien reza y sufre por Egipto», el cardenal Sandri se une a su «súplica confiada por la amada tierra egipcia», confiando a «Egipto y a todos sus habitantes a la Sagrada Familia, que fue desterrada en esa tierra, considerada a lo largo de los siglos bendita y santa, precisamente por la hospitalidad recibida del Redentor».