2013-08-23 Radio Vaticana
(RV).- Siguiendo un deseo expresado por el Papa Francisco, la Pontificia Academia de las Ciencias y la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, junto a la Federación mundial de las Asociaciones médicas católicas han organizado los días 2 y 3 de noviembre en la Casina Pío IV, un grupo de trabajo preparatorio para analizar el tráfico de seres humanos y la esclavitud moderna y para establecer tanto la situación real como un plan de acción para combatirlos.
Como explica Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias, las ciencias naturales pueden ofrecer nuevos instrumentos para emplearlos contra esta nueva forma de esclavitud, como por ejemplo un registro digital para comparar el ADN de los niños desaparecidos no identificados (incluidos los casos de adopción ilegal) con el de los familiares que hayan denunciado su desaparición.
Porque nadie puede negar que “la trata de seres humanos constituya un crimen terrible contra la dignidad humana y una grave violación de los derechos humanos fundamentales”, así como el hecho de que en este nuevo siglo se ha acelerado la formación de “patrimonios criminales”.
De hecho recuerda que el Concilio Vaticano II ya afirmaba que “la esclavitud, la prostitución, el mercado de las mujeres y de los jóvenes, e incluso las ignominiosas condiciones de trabajo, mediante las cuales los trabajadores son tratados como simples instrumentos de ganancia, y no como personas libres y responsables” son situaciones “vergonzosas”, que arruinan la civilización humana, deshonran a quienes se comportan de este modo y “menoscaban grandemente el honor del Creador”.
En uno de los pocos documentos del Magisterio de los Papas sobre este tema, el Beato Juan Pablo II afirmaba que “estas situaciones son una ofensa contra los valores fundamentales compartidos por todas las culturas y por todos los pueblos, valores enraizados en la misma naturaleza de la persona humana”, afirmando además que el argumento es de primera importancia para las ciencias sociales y las ciencias naturales en el contexto de la globalización.
Mons. Marcelo Sánchez Sorondo afirma que “el aumento alarmante del comercio de seres humanos es uno de los apremiantes problemas económicos, sociales y políticos asociados al proceso de globalización. Y es una grave amenaza para la seguridad de las naciones y una impostergable cuestión de justicia internacional”.
Y recuerda que en una reciente relación sobre el tráfico de seres humanos la ONU ha comenzado a ser consciente de este crimen creciente sólo en el año 2000, junto a los efectos emergentes de la globalización y, sucesivamente, ha redactado un Protocolo sobre la prevención, supresión y persecución de este tráfico, de modo particular de mujeres y niños, que fue adoptado conjuntamente por la Convención contra la criminalidad organizada transnacional, firmada por 117 miembros.
Según el informe de 2012, entre los años 2002 y 2010 la Organización Internacional del Trabajo estima que globalmente, son veinte millones novecientas mil las víctimas del trabajo forzado, incluyendo a las víctimas de la trata de personas con finalidad de mano de obra y explotación sexual.
Casa año, según las estimaciones, casi dos millones de personas son víctimas del tráfico sexual, el 60% de las cuales son muchachas. El tráfico de órganos humanos alcanza casi el 1% de esta cifra, con lo que afecta a casi veinte mil personas a las que, con diversas formas de engaño, se les extraen, de modo ilegal, órganos como el hígado, los riñones, el páncreas, las córneas, los pulmones e incluso el corazón, no sin la complicidad de médicos, enfermeros y demás personal, que se han empeñado a seguir el juramento de Hipócrates: “Primum non nocere”, es decir “lo primero es no hacer daño”.
Sin embargo, estas cifras escalofriantes “representan sólo la punta del iceberg, desde el momento en que los criminales en general hacen de todo para que sus actividades no sean descubiertas”. Mientras algunos observadores – subraya Mons. Sánchez Sorondo – sostienen que, dentro de pocos años, la trata de personas superará el tráfico de droga y de armas, convirtiéndose así en la actividad criminal más lucrativa del mundo.
Sin embargo, las tendencias recientes indican que el tráfico de seres humanos ha alcanzado ya el primer lugar, puesto que lejos de ser un criminen social en decaimiento, su presencia se hace cada vez más amenazadora. Y la trata internacional con finalidad sexual no está limitada a las zonas pobres y subdesarrolladas, sino que se extiende virtualmente a todas las regiones del mundo. Mientras los países con una gran industria del sexo generan la demanda de la trata de mujeres, muchachas y niñas procedentes de países más deprimidos económicamente, donde los traficantes reclutan a las víctimas con mayor facilidad. Y las regiones de origen de la mayor parte de estas víctimas de la explotación sexual son ex Repúblicas soviéticas, Asia y América Latina.
A causa del escándalo humano y moral que encarnan y de los intereses que llevan al pesimismo y la resignación, muchas instituciones internacionales han dado la espalda a esta tragedia. “Por tanto es importante para la Pontificia Academia de las Ciencias, para la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales y para la Federación Mundial de las Asociaciones Médicas Católicas – afirma Mons. Sánchez Sorondo – seguir directamente el deseo del Papa. Debemos estar agradecidos al Papa Francisco por haber individuado uno de los más importantes dramas sociales de nuestro tiempo y por tener confianza en nuestras instituciones católicas como para pedirnos que organicemos este grupo de trabajo.
(María Fernanda Bernasconi – RV).