SAN CEFERINO sucedió a San Víctor I en el pontificado hacia el año 199. En aquella época, perturbaban la paz de la Iglesia los montañistas, dos sec- tarios llamados Teódoto y una disputa cristológica entre dos partidos. El jefe de uno de los partidos era un sacerdote llamado Hipólito (13 de agosto). Hipólito se opuso violentamente a Ceferino y a su diácono y consejero Calixto. El Pontífice se negó a aceptar la doctrina cristológica de Hipólito. Asípues, resulta difícil aceptar que, según la afirmación del propio Hipólito en sus Philosophumena, Ceferino haya sido un hombre sin educación y débil de carácter, simple instrumento en manos de Calixto. Eusebio cuenta que San Ceferino se opuso con tal celo a las blasfemias de los dos Teódotos, que los partidarios de éstos se volvieron contra él y le llamaron, para gran gloria del Pontífice, "el principal defensor de la divinidad de Cristo".
El emperador Septimio Severo abandonó en sus últimos años su política de tolerancia del cristianismo y decretó duras penas contra los que se convirtiesen. Lo único que sabemos de esta persecución es que numerosos cristianos confesaron en Roma la fe. Se venera a San Ceferino como mártir. El santo merece ese título por las persecuciones de que fue objeto, aunque probablemente no murio por la fe.
Alban Butler - Vida de los Santos