El Espíritu me ha ungido y me ha enviado para llevar buena nueva a los pobre

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Auxiliar de San Cristóbal de las Casas

2 Septiembre

Beato Bartolomé Gutiérrez

I Tesalonicenses 4, 13-18: “A los que murieron en Jesús, Dios lo llevará con él”

Salmo 95: “Cantemos al Señor con alegría”

San Lucas 4, 16-30: “El Espíritu me ha ungido y me ha enviado para llevar buena nueva a los pobres”

San Lucas escribe para quienes buscan conexión entre el mensaje de Jesús y la vida actual; para quienes se interesan por descubrir qué es lo más importante de la Buena Nueva; para quienes sufren ataques y han tenido dudas; para quienes buscan dinámicamente vivir el Evangelio. Cuando presenta a Jesús en la sinagoga, en donde hace la lectura del profeta Isaías, no lo recuerda como algo del pasado. Lo pone en un presente muy vivo. Es el programa de toda su actividad profética. Si estas palabras estuvieran fuera del evangelio parecerían explosivas y revolucionarias: liberar, abrir los ojos, romper cadenas, llevar buenas nuevas a los pobres… ¿Cómo sonarían a los oídos de aquellos judíos reunidos como de costumbre en su sinagoga? Debieron tener fuerte impacto sobre la audiencia. En un primer momento todo es admiración y entusiasmo; pero cuando comprenden que esta actividad liberadora y las buenas noticias requieren un compromiso, cuando entienden aquellos pasivos oyentes que se exige su participación y que tendrán que cambiar muchas estructuras y expectativas, prefieren rechazar la propuesta de Jesús, lo llevan a la orilla de la población y quieren despeñarlo Este es el programa y la propuesta de Jesús también para nuestros días. Hoy también se cumple este pasaje de la Escritura, pero no de una manera estática, pasiva, sino dinámica, actual y exigente, que involucra a todos sus discípulos. Hoy hay cadenas que romper, hoy hay ojos que se han cerrado y que necesitan luz. Cristo trastorna las estructuras que ha establecido el hombre y propone una salvación dirigida a todos los hombres pero de una manera especial a esa parte de la humanidad más desvalida y necesitada. Anuncia una liberación que alcanza a la totalidad de la persona y no solamente a alguno de sus aspectos. Trae Buena Noticia y no castigos ni venganzas, un “año de gracia” que implica la restauración de la paz, de una paz universal que alcanza a todos los pueblos. Sus discípulos debemos hacer hoy, y mañana y cada día, que se cumpla este pasaje. No podemos dar la espalda al hermano que sufre. Debemos luchar contra toda cultura de muerte. No temamos, no es misión “nuestra”, sino la misión de Jesús. No tengamos miedo, también cada uno de nosotros podemos decir: “el Espíritu del Señor está sobre mí”

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