2013-09-14 L’Osservatore Romano
«Un pueblo que no cuida a los ancianos, los niños y los jóvenes no tiene futuro, porque maltrata la memoria y la promesa». Es lo que afirmó el Papa Francisco en el mensaje dirigido al cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia episcopal italiana, con ocasión de la apertura, el jueves por la tarde en Turín, de la cuadragésimo séptima edición de la Semana social de los católicos italianos. En el documento el Pontífice trata sobre el tema del congreso –«La familia, esperanza y futuro de la sociedad italiana»– recordando que «como Iglesia ofrecemos una concepción de la familia, que es la del libro del Génesis, de la unidad en la diferencia entre hombre y mujer, y de su fecundidad. En esta realidad, además, reconocemos un bien para todos, la primera sociedad natural, como se recogió también en la Constitución de la República italiana».
El jefe de Estado Giorgio Napolitano envió también un mensaje a los participantes en la Semana social donde subrayó que «el tema de la familia y de sus necesidades es un argumento en el que la contribución de reflexión del mundo católico es de gran relevancia y muy apreciada a la luz del profundo conocimiento que la Iglesia italiana tiene del conjunto de la realidad nacional y de su capacidad de mirar con realismo al futuro».
Napolitano evidenció también que hablar de familia significa incluso «afrontar los delicados problemas de las nuevas generaciones, primero, entre todos, el de la desocupación juvenil, aunténtica plaga de nuestros tiempos, pero también el de la inmigración y de la integración de nuevas familias en nuestro contexto nacional».
En los trabajos, que fueron abiertos por la lección inaugural del cardenal Bagnasco, intervino, el viernes por la mañana, el presidente del Consejo de ministros italiano Enrico Letta: «Somos –dijo refiriéndose al país– una sociedad estéril, que no tiene hijos y que en la demografía está perdiendo la apuesta de la sociedad, está perdiendo la verdadera apuesta, la de la vida». Sin embargo, precisamente gracias a las familias, el impacto de la crisis en la nación ha sido «menos invasor e intrusivo» que en otra parte. La familia sale de la crisis muy probada precisamente porque «ha desarrollado un papel muy superior a sus fuerzas y ha desempeñado un servicio para toda la sociedad italiana». Sobre el derecho al estudio, Letta admitió que Italia «tiene la conciencia sucia»: «la aplicación del dictamen constitucional –explicó– no ha estado en estos años a la altura».