VATICANO - EL PAPA A LOS CARDENALES: “ESTO ES, EN PARTICULAR, VUESTRA TAREA: DAR TESTIMONIO DE LA ALEGRÍA DEL AMOR DE CRISTO”

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Vuestra misión en la Iglesia y en el mundo sea siempre y sólo 'en Cristo', que responda a su lógica y no a la del mundo, que esté iluminada por la fe y animada por la caridad que llegan hasta nosotros por la Cruz gloriosa del Señor”: es la exhortación que el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido a los 22 nuevos Cardenales creados durante el Consistorio que se ha celebrado en la Basílica de San Pedro la mañana del 18 de febrero. “En el anuncio de Cristo, la Iglesia aparece unida a Pedro, y Pedro es puesto en la Iglesia como roca; pero el que edifica la Iglesia es el mismo Cristo” ha dicho el Papa en su discurso. “A los nuevos cardenales se les confía el servicio del amor: amor por Dios, amor por su Iglesia, amor por los hermanos con una entrega absoluta e incondicionada, hasta derramar su sangre si fuera preciso... Además, se les pide que sirvan a la Iglesia con amor y vigor, con la transparencia y sabiduría de los maestros, con la energía y fortaleza de los pastores, con la fidelidad y el valor de los mártires”.
El domingo, 19 de febrero, solemnidad de la Cátedra de San Pedro Apóstol, el Santo Padre Benedicto XVI ha presidido una misa en la Basílica de San Pedro con los 22 nuevos Cardenales. “La creación entera – ha explicado el Pontífice -, mientras la imagen de la paloma del Espíritu Santo muestra a Dios como la fuente de la luz. Pero se puede subrayar otro aspecto: en efecto, la Iglesia misma es como una ventana, el lugar en el que Dios se acerca, se encuentra con el mundo. La Iglesia no existe por sí misma, no es el punto de llegada, sino que debe remitir más allá, hacia lo alto, por encima de nosotros. La Iglesia es verdaderamente ella misma en la medida en que deja trasparentar al Otro – con la «O» mayúscula – del cual proviene y al cual conduce”.
Hablando de la Cátedra de Pedro, Benedicto XVI ha citado las palabras de san Ignacio de Antioquía, que en su carta a los romanos llama a la Iglesia de Roma “aquella que preside en la caridad”, y ha subrayado que “el presidir en la fe está inseparablemente unido al presidir en el amor. Una fe sin amor nunca será una fe cristiana autentica”. Además, el término 'caridad', en efecto, se utilizaba en la Iglesia de los orígenes para indicar también la Eucaristía, “por tanto, 'presidir en la caridad' significa atraer a los hombres en un abrazo eucarístico, el abrazo de Cristo, que supera toda barrera y toda exclusión, creando comunión entre las múltiples diferencias”. También, el hecho de que la gran Cátedra está apoyada sobre las estatuas de los Padres de la Iglesia “nos dice que el amor se asienta sobre la fe. Y se resquebraja si el hombre ya no confía en Dios ni le obedece. Todo en la Iglesia se apoya sobre la fe: los sacramentos, la liturgia, la evangelización, la caridad También el derecho, también la autoridad en la Iglesia se apoya sobre la fe”. Pero “la fe se orienta al amor… La verdadera fe es iluminada por el amor y conduce al amor, hacia lo alto. Dios no es soledad, sino amor glorioso y gozoso, difusivo y luminoso”. El Papa ha finalizado la homilía con estas palabras: “Queridos hermanos y hermanas, a cada cristiano y a nosotros, se nos confía el don de este amor: un don que ha de ofrecer con el testimonio de nuestra vida. Esto es, en particular, vuestra tarea, venerados Hermanos Cardenales: dar testimonio de la alegría del amor de Cristo”.Al inicio de la Misa, el Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el primero entre los nuevos Cardenales, ha dirigido al Papa un saludo y el agradecimiento en nombre de todos los cardenales, en el que ha destacado entre otras cosas: “el color púrpura con el que hemos sido revestidos nos recuerda, no la grandeza de quién lo portaba como un símbolo de poder y dominación, sino el profundo misterio del sufrimiento de Jesús, quien revestido por sus verdugos con un manto púrpura es presentado a la multitud ante Pilatos, Él se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. También hoy en la Iglesia, por fidelidad a su Señor, no faltan el martirio, las tribulaciones y las persecuciones en muchos de sus miembros”. (SL) (Agencia Fides 20/02/2012)