2013-09-19 L’Osservatore Romano
Soluciones diplomáticas y políticas para apagar los “focos de guerra que aún preocupan”. Es el nuevo llamamiento al diálogo y a la negociación, dirigido por el Papa Francisco a los responsables de las naciones a fin de que se restituya la paz “a los lugares más atormentados de nuestro planeta”. Y por esto -recogiendo el deseo expresado por el Consejo Ecuménico de las Iglesias-, durante la audiencia general del miércoles 18 de septiembre, el Pontífice ha invitado a los católicos a unirse a la oración de todos los cristianos el próximo día 21, cuando, como cada año, las Naciones Unidas celebren la jornada internacional de la paz.
El pensamiento del Santo Padre ha ido inmediatamente “a la querida población siria, cuya tragedia humana -ha subrayado- puede resolverse sólo con el diálogo y la negociación, en el respeto de la justicia y de la dignidad de cada persona, especialmente los más débiles e indefensos”. Palabras de las que se hicieron eco los eslóganes en decenas y decenas de pancartas que llevaban los fieles en la plaza de San Pedro para confirmar la adhesión a los ideales que inspiraron la jornada de oración y ayuno del sábado 7 de septiembre.
Se ha tratado de la enésima invitación a la paz que brota desde el corazón de la Iglesia. Una Iglesia que el Papa Francisco ha querido también hoy presentar como madre, “porque -explicó- esta imagen me parece que nos dice no sólo como es la Iglesia, sino también qué rostro debería tener cada vez más la Iglesia”.
Y “una mamá -añadió- sabe qué es importante para que un hijo camine bien en la vida, y no lo ha aprendido en los libros, sino que lo ha aprendido del proprio corazón. La universidad de las mamás es su corazón. Ahí aprenden cómo llevar adelante a sus hijos”. La Iglesia “hace lo mismo”: es como una “mamá misericordiosa, que comprende, que busca siempre ayudar, alentar también ante sus hijos que se han equivocado y que se equivocan”; no juzga, “sino que ofrece el perdón de Dios, ofrece su amor que invita a retomar el camino también a aquellos hijos suyos que han caído en un abismo profundo”; y “no tiene miedo de entrar en su noche para dar esperanza; la Iglesia no tiene miedo de entrar en nuestra noche cuando estamos en lo oscuro del alma y de la conciencia, para darnos esperanza”. Del Papa, finalmente, un pensamiento para todas las “queridas mamás: ¡cuánto oráis por vuestros hijos sin cansaros! Continuad orando, encomendando a vuestros hijos a Dios; Él tiene un corazón grande”.