2013-09-22 Radio Vaticana
(RV).- “En sus rostros veo fatiga, pero veo también esperanza. Siéntanse amados por el Señor, y también por tantas personas buenas, que con sus oraciones y con sus obras, ayudan a aliviar los sufrimientos del prójimo. Yo me siento en casa aquí entre ustedes”, expresó el Obispo de Roma en el encuentro en la Catedral de Cerdeña, con los pobres y carcelados asistidos por Cáritas, en su peregrinación del 22 de setiembre a la Virgen del Buen Aire.
Dijo inmediatamente que somos todos hermanos, que no hay uno mejor que otro y que él único Padre es nuestro Padre celeste, y el único Maestro es Jesucristo. ¡Mirémoslo a Él!, invitó. Esto nos da tanta fuerza, tanto consuelo en nuestras fragilidades, en nuestras miserias y en nuestras dificultades”.
“Mirando a Jesús nosotros vemos que Él ha elegido el camino de la humildad y del servicio. Es más, Él mismo en persona es este camino: “Yo soy el camino” - dijo a los discípulos. Jesús no fue indeciso, no fue indiferente: hizo una elección y la llevó adelante hasta el final. Eligió hacerse hombre, y como hombre de hacerse siervo, hasta la muerte en la cruz. Éste es el camino de la caridad. Por ello vemos que la caridad no es asistencialismo: es una elección de vida, es un modo de ser, de vivir; es el camino de la humildad y de la solidaridad. La humildad de Cristo no es un moralismo, un sentimiento. La humildad de Cristo es real, es la elección de ser pequeño, de estar con los pequeños, con los excluidos, de estar entre nosotros, pecadores. Pero atención, ¡no es una ideología! Es un modo de ser y de vivir que parte del amor, que parte del corazón de Dios Padre”.
Seguidamente Papa Francisco dijo hablando de Jesús, que no basta mirar, ¡hay que seguir! Jesús es el camino, y un camino sirve para transitar, para recorrer. Entonces, ante todo yo quiero agradecer al Señor –dijo, por su empeño en el seguirlo, también en la fatiga, en el sufrimiento, entre las paredes de una cárcel. ¡Sigamos teniendo fe en Él, donará a su corazón esperanza y alegría!
El Sucesor de Pedro afirmó que no podemos seguir a Jesús en el camino de la caridad si no nos queremos primero que todo entre nosotros, si no nos esforzamos en colaborar, en comprendernos recíprocamente y en perdonarnos, reconociendo cada uno los propios límites y los propios errores. “¡Debemos hacer las obras de misericordia con misericordia! ¡Las obras de caridad con caridad, con ternura, y siempre con humildad! ¿Saben? ¡A veces también se encuentra la arrogancia en el servicio a los pobres! Algunos se hacen lindos, se llenan la boca con los pobres; algunos instrumentalizan a los pobres por intereses personales o del propio grupo. ¡Lo sé, esto es humano, pero no va bien! Y digo más: ¡esto es pecado! ¡Un pecado grave! ¡Sería mejor que estas personas se quedaran en casa!”
El Vicario de Cristo dijo que siguiendo a Cristo en el camino de la caridad sembramos esperanza. Como Iglesia todos tenemos una responsabilidad fuerte que es aquella de sembrar la esperanza con obras de solidaridad, buscando siempre de colaborar en el mejor modo con las instituciones públicas, en el respeto de las respectivas competencias. “La Caritas es expresión de la comunidad, y la fuerza de la comunidad cristiana es hacer crecer la sociedad desde el interno, como la levadura. Pienso en sus iniciativas con los detenidos en las cárceles, pienso al voluntariado de muchas asociaciones, a la solidaridad con las familias que sufren de más a causa de la falta de trabajo. En esto les digo: ¡Coraje! ¡No se dejen robar la esperanza y vayan hacia adelante! ¡Gracias, queridos amigos! Los bendigo a todos, junto con sus familias”.
(Jesuita Guillermo Ortiz – RV).