SAN GISLENO, después de vivir algún tiempo como ermitaño en el bosque de Hainault, fundó ahí un monasterio en honor de San Pedro y San Pablo. Dicho monasterio, que el santo gobernó con gran prudencia y virtud, se llamó durante mucho tiempo "La Celda" y hoy día se llama San Gisleno (cerca de Mons), aunque originalmente se llamaba Ursidongus (la madriguera del oso), lo cual dio origen a la leyenda de que un oso perseguido por el rey Dagoberto I se había ido a refugiar ahí y había indicado al santo el sitio en el que debía fundar su monasterio. Se dice que San Gisleno ejerció gran influencia sobre San Vicente Madelgario y su esposa Santa Waldetrudis. En efecto, San Gisleno alentó a Santa Waldetrudis en la fundación del convento de Castrilocus (Mons), donde él había tenido su primera ermita y ayudó a Santa Aldegundis a fundar el convento de Maubeuge. Con esta última le unía una gran amistad y, cuando los dos santos eran ya suficientemente viejos para poder visitarse sin peligro, construyeron un oratorio a la mitad del camino entre sus dos monasterios, donde, solían reunirse para hablar de Dios y de los problemas de sus respectivas comunidades.
El Martirologio Romano afirma que San Gisleno renunció al gobierno de una diócesis para hacerse ermitaño. Se trata de una referencia a la leyenda apócrifa de que el santo había nacido en Ática, se había hecho monje ahí y habia sido elegido obispo de Atenas. A raíz de una visión, renunció a su oficio y fue a Roma con otros monjes griegos. Cuando estaba en Roma, Dios le reveló que debía ir a establecerse a Hainault y así lo hizo Gisleno con dos de sus compañeros. En Hainault conoció a San Amando, quien le aconsejó que se estableciese a orillas del río Haine. Dicha leyenda explica también por qué todos los hijos primogénitos de una familia de Roisin eran bautizados con el nombre de Balderico. Cuando el misterioso monje griego se dirigía a presentarse a San Auberto, obispo de Cambrai, se hospedó en casa de una familia de Roisin. Durante la noche, la esposa de su huésped empezó a sentir los dolores del alumbramiento. Como el parto se anunciase muy difícil, el hombre rogó a San Gisleno que orase por su mujer. Entonces el santo dio al hombre su cinturón, diciéndole: "Ciñe a tu mujer este 'baldrico' (cinturón para sostener la vaina de la espada) y dará a luz sin dificultad a un niño." La profecía resultó cierta, y los agradecidos padres le regalaron dos posesiones para su monasterio.
Alban Butler - Vida de los Santos