2013-10-11 L’Osservatore Romano
El Papa Francisco continúa siguiendo con gran atención la evolución de la situación en Lampedusa. Su pensamiento está constantemente dirigido a las condiciones de vida de los refugiados, a su futuro. Ayer por la tarde recibió un informe completo del limosnero pontificio, el arzobispo Konrad Krajewski, quien regresó de la isla tras una misión de una semana en su nombre.
Una presencia, nos dijo monseñor Francesco Montenegro, arzobispo de Agrigento, «que hizo sentir realmente de nuevo junto a nosotros al Papa Francisco en este momento de profundo dolor. Un gesto apreciado por todos. Pero también fundamental para el apoyo —espiritual y psicológico— a los buzos que emergían del mar con los brazos estrechados en torno a un cuerpo sin vida y en los ojos imágenes desgarradoras de cadáveres que apretaban entre los labios una cadenita con una imagen sagrada o estrechando en el pecho una cruz, signo del ser conscientes de la cercanía de la muerte».
En estos días se están considerando qué otras iniciativas sea posible realizar para los refugiados con la ayuda del Papa. Con la suma puesta a disposición los días pasados por el limosnero pontificio, se compraron, mientras tanto, 1.600 tarjetas telefónicas, distribuidas entre los inmigrantes para que puedan mantener contacto con los parientes que están lejos. Ha sido posible adquirir un entoldado y equiparlo como ludoteca para los niños alojados en el campo.
La recuperación de los cuerpos ya se puede dar por concluida, si bien las búsquedas continúan para verificar que no haya otros cuerpos. Durante la última inmersión, en la quilla de la barcaza hundida, se colocó un rosario de madreperla bendecido por el Papa Francisco. (mario ponzi)