Inicia en Puebla Encuentro Nacional de directores espirituales de seminarios

de Eugenio Andrés Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la CEM

El 14 de octubre comenzó en Puebla el Encuentro Nacional de directores espirituales de los seminarios de las arquidiócesis y diócesis de la República Mexicana, con una Misa concelebrada en la Capilla del Seminario Palafoxiano.

Durante la homilía, S.E. Mons. Eugenio Lira Rugarcía, Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la CEM, dio la bienvenida a los cerca de 140 sacerdotes a nombre de Mons. Víctor Sánchez Espinosa, Arzobispo de Puebla, y les manifestó el aprecio y la gratitud de los obispos de México por su generoso servicio a la Iglesia, contribuyendo a la formación de los futuros sacerdotes.

Citando la primera lectura, comentó: “podemos hacer nuestras las palabras admiradas y conmovidas de san Pablo: Por medio de Jesucristo, he sido llamado por Dios para ser apóstol y elegido por Él para proclamar su Evangelio (cfr. Rm 1,1-7). Él nos ha pedido, a través de nuestros obispos, hacerlo como directores espirituales de los que el día de su ordenación sacerdotal se convertirán en presencia y prolongación de la vida y de la acción de Jesús, cabeza, pastor y esposo de la Iglesia, como explica Juan Pablo II en Pastores dabo bobis”.

“En el cumplimiento de esta misión debemos sentirnos como el Apóstol servidores de Cristo, que en el Evangelio nos indica cuál es la señal que nos da: la de Jonás (cfr. Lc 11,29-32). Así nos enseña que Él nos revela su identidad, y por tanto quién es Dios, muriendo y resucitando por nosotros y para beneficio nuestro, como afirma san Cirilo de Alejandría”.

“¡Dios es amor! Únicamente el amor es capaz de vencer al pecado, al mal y a la muerte ¡Sólo el amor es omnipotente! decía Benedicto XVI. Ese es el Evangelio que debemos recibir y anunciar, para cantar al Señor un canto nuevo (cfr. Sal 9), pensando, hablando y actuando como Jesús: guiados por el amor”.

“De esta manera, como fruto de una íntima amistad con el Señor, recibiremos la fuerza de su amor para amar, como la recibió san Calixto, quien así fue capaz de alcanzar en el martirio la plenitud del amor. Llenos del amor de Dios, podremos ofrecer a los seminaristas, con nuestro testimonio, la señal divina que Jesús propone: el amor”.

“Amando a nuestros seminaristas seremos capaces de saber escucharles y de ser servidores de Cristo, orientándoles, no bajo criterios individualistas y subjetivistas, sino según la Palabra de Dios, en comunión con la Iglesia, guiados por el Magisterio. Seremos capaces de orar por ellos, para que el Señor haga en ellos lo que nosotros, con rollos, no podemos: que alcancen la plenitud de Cristo y lleguen a ser pastores con olor de oveja, como ha pedido el Papa Francisco”.

Noticia: 
Local