“El episcopado es un servicio, no un honor”: el Papa Francisco ordenó en la Basílica de san Pedro a dos obispos

2013-10-25 Radio Vaticana
(RV).- “Amen a los presbíteros y a los diáconos, a los pobres y a los indefensos y velen con amor por todo el rebaño”. Son algunas de las exhortaciones dirigidas por el Papa Francisco durante la Santa Misa este jueves en la Basílica de San Pedro, durante la Ordenación Episcopal de Mons. Giampiero Gloder, Presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica y de Mons. Jean Marie Speich, Nuncio Apostólico en Ghana. El Santo Padre leyó el texto de la Homilía ritual, prevista en el Pontifical Romano para el rito de la ordenación episcopal, agregando espontáneamente algunas integraciones.

Papa: “Quieren predicar, con fidelidad y perseverancia, el Evangelio de Cristo?

Los elegidos: “Sí, lo quiero”.

Papa: “Quieren custodiar puro e integral el depósito de la fe?

Los elegidos: “Sí, lo quiero”.

Éstas y otras preguntas, dirigidas por el Obispo de Roma, en base a la antigua tradición de los santos padres, a los dos obispos ordenandos, fueron precedidas por la homilía. Los obispos, “custodios y dispensadores de los ministerios de Cristo” -dijo el Papa- son llamados a seguir el ejemplo del Buen Pastor y a servir al pueblo de Dios. Al obispo -dijo- “compete más el servir que el dominar”.“Episcopado efectivamente es el nombre de un servicio, no de un honor. Siempre en servicio, siempre el servicio”.

Después de haber exhortado a anunciar la Palabra en toda ocasión, oportuna y no oportuna, el Papa Francisco recordó la centralidad de la oración:“Un obispo que no reza es un obispo a mitad de camino. Y si no reza, el Señor termina en la mundanidad”.

El servicio alimentado por la palabra -agregó el Papa- debe ser orientado por el amor:“Amen con amor de padre y de hermano a todos los que Dios les confía. Sobre todo amen a los presbíteros y a los diáconos. Son sus colaboradores, son los más cercanos de los cercanos para ustedes. Nunca hagan esperar a un presbítero, denles audiencia, respóndanles enseguida. Estén cercanos a ellos. Pero también amen a los pobres, a los indefensos y a todos aquellos que tienen necesidad de acogida y de ayuda. Presten particular atención a quienes no pertenecen al único redil de Cristo, porque ellos también les han sido confiados por el Señor. Recen mucho por ellos”.

Además de servir y de amar -concluyó el Santo Padre- los obispos están llamados a velar “por todo el rebaño”, en el nombre del Padre, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo que da vida a la Iglesia. ER RV