Lecturas del Miercoles, Primera Semana de Cuaresma

Date: 
Mié, 2012-02-29

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la profecía de Jonás 3,1-10:

Vino la palabra del Señor sobre Jonás: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»
Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.
Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive: «Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos.»
Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Sal 50,3-4.12-13.18-19 R/. Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,29-32:

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

II. Oramos con la Palabra

CRISTO, nadie hay tan grande, tan sabio, tan misericordioso como tú. Por eso, me apiño entre la gente para que me llegue tu Palabra de vida y me convierta en otro Cristo: que no sea yo quien viva, sino tú en mí.

Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 publicado por EDIBESA.

III. Compartimos la Palabra

En este miércoles de la primera semana de cuaresma encontramos en la primera lectura el signo de Jonás del cual nos habla Lucas en el pasaje evangélico de hoy. El signo de Jonás es un signo profético porque no habla en nombre propio, ni en nombre del pueblo. Si no que simplemente hace de trasmisor del mensaje que Dios quiere revelar a su pueblo: la conversión. No es la palabra de Jonás la importante, sino la Palabra que Dios le ha mandado predicar. La Palabra de Dios predicada por Jonás no sólo llega a oídos del pueblo, de la gente sencilla, sino que llega hasta oídos del rey de Nínive. La Palabra de Dios no conoce distinciones de ricos o pobres, pueblo o autoridades, sabios o necios… La Palabra de conversión de Dios va dirigida a todos.

Lucas, en el pasaje evangélico que encontramos hoy, hace referencia a dos personajes del Antiguo Testamento. A Jonás, que en la primera lectura hemos leído que es un profeta enviado por Dios a predicar la conversión en medio de la capital de Babilonia: Nínive. Y a la reina del Sur. Una Reina que, según el 1º libro de los Reyes, realizó un viaje para comprobar los rumores que estaban llegando a su reino sobre la sabiduría del Rey Salomón de Israel. Ella fue a escuchar la palabra del sabio y a certificar que aquellos rumores eran verdaderos. La sabiduría en la tradición bíblica no tiene nada que ver con lo que hoy llamamos “inteligencia o listos”. La sabiduría en la Sagrada Escritura es la paz que emana, que brota, del vivir la vida conforme a Dios, a su voluntad expresada en la Palabra.

Las lecturas de este miércoles parecen apuntarnos, por tanto, dos cosas para este miércoles: la palabra de Jesús es una palabra profética y, por tanto, aquel que escucha su Palabra reconoce que Jesús mismo es el camino de la conversión. La palabra conversión es una palabra “coja, tuerta” si no va acompañada de la palabra misericordia. Conversión y misericordia son, pues, parte del contenido del mensaje profético de Jesús.

Y, por otro lado, las lecturas también nos indican de una manera más superficial que la palabra de Jesús es mucho más que una palabra sabia; Jesús es en sí la Sabiduria, es decir, la Vida según nuestra tradición bíblica.

Fray José Rafael Reyes González
Convento de San Clemente - Roma