I. Contemplamos la Palabra
Primera lectura: Romanos 13,8-10
“A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama tiene cumplido el resto de la ley… Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera”.
Evangelio: San Lucas 14,25.33
“En aquel tiempo se volvió Jesús y les dijo: Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío”.
II. Compartimos la Palabra
Endeudados de por vida
Los cristianos estamos endeudados de por vida. Nuestras cuentas vitales siempre permanecen en números rojos. No en dinero, sino en amor. “A nadie le debáis nada, más que amor”. Por mucho amor que demos, siempre estaremos en deuda con los demás. No vale decir “he amado bastante a éste, al otro... ya no tengo que amar más”. No. Siempre estaremos endeudados en el amor. Hay que “amar hasta setenta veces siete”, siempre, como nuestro Maestro y Señor. El amor es el resumen de la ley… y del seguimiento de Jesús. Lo central de Jesús fue amarnos hasta el extremo. Tenemos que seguir sus pasos.
“El dinero y los bienes en el bolsillo, nunca en el corazón”
Jesús no tiene nada en contra de los bienes de este mundo. Fueron creados por Dios, y “vio Dios que eran buenos”. Lo que nos pide es que los coloquemos en el lugar adecuado. Que los coloquemos en el bolsillo, en la cartera, y que los empleemos en cubrir algunas de nuestras necesidades y las de los demás. Pero que nunca los coloquemos en nuestro corazón. Allí debemos colocar a Dios, nuestro Señor y Padre. Él debe ser el Rey de nuestro corazón, el que reine en él. Él guiará nuestros apegos y desapegos, dirigirá nuestros pasos, moldeará nuestros sentimientos. Nos hará amar como Él ama y a cuanto Él ama. Es lo que nos pide Jesús en el evangelio de hoy: “El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”.
Fray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)