2013-12-06 Radio Vaticana
(RV).- A las nueve de la mañana, en la Capilla Redemptoris Mater del Vaticano, Su Santidad el Papa Francisco asistió, junto a la Curia Romana, a la primera predicación de Adviento. Como en otras ocasiones, el sermón fue pronunciado por el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia. El fraile capuchino tituló su reflexión de adviento en preparación a la Navidad: “Francisco de Asís y la reforma de la Iglesia por la vía de la Santidad”.
“Partiendo de la conversión de Francisco -dijo el predicador- dio inicio un movimiento que cambió el rostro de la Iglesia y que incidió fuertemente en la historia hasta nuestros días. La razón profunda de su conversión - añadió - no fue social, sino evangélica." Y, además, Francisco "no acudió a sus propios leprosos por su espontánea voluntad, sino que fue guiado por el Señor. "No se enamora de una virtud - advirtió el padre Cantalamessa - incluso si se trata de la pobreza, se enamora de una persona". Francisco no quiso ser un reformador pero su verdadera revolución consistió en volver a las raíces del Evangelio, acercándose a los hombres especialmente a los más pobres.
"Francisco no abrazó la pobreza ni tampoco a los pobres, abrazó a Cristo y por amor a él, se casó, por así decirlo "en segundas nupcias” "con Nuestra Señora Pobreza”. Así será siempre en la santidad cristiana. En la base del amor a la pobreza y a los pobres, o hay amor a Cristo, o los pobres serán de una u otra manera, instrumentalizados, y la pobreza se convertirá fácilmente en un hecho polémico contra la Iglesia, o una ostentación de mayor perfección respecto a otros en la Iglesia, como ocurrió, por desgracia, incluso entre algunos de los seguidores de san Francisco".San Francisco hizo en su época lo que hizo más tarde el Concilio Vaticano II, “romper el aislamiento de la Iglesia, llevarla al contacto con la gente”. Y para reformar la Iglesia ha dicho el predicador, es necesario empezar por reformarse a sí mismo. “San Francisco nos enseña -ha dicho el padre Cantalamessa- que si queremos seguir a Jesús y vivir para él, tenemos que renegar de nosotros mismos y poner siempre en primer lugar la gloria de Cristo”.
ER RV