Siempre, por encima de todo, está la persona, su vida y su dignidad


22 Enero
San Vicente, diácono y mártir.

1Samuel 17, 32-51: “Venció David al filisteo con la honda y una piedra”
Salmo 143: “Bendito el Señor”
San Marcos 3, 1-6: “¿Se puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?

Hay obstáculos en la vida que parecen insalvables. Hay momentos en que no encontramos salida y nos sumimos en la desesperación. Y la puerta y la salida nos la ofrece el Señor. Él es nuestra roca firme y nuestra salvación. Hoy la primera lectura nos presenta el conocidísimo pasaje donde David derrota a Goliat con tan sólo una honda mientras el gigantón armado de espada, lanza y jabalina, se burlaba del pequeño y débil hombrecillo. Una honda y la fe puesta en el Señor que es su fortaleza y la roca firme donde pone su confianza son las armas con que vence David a Goliat.

Esta narración nos anima a mirar más allá de los obstáculos que nos parecen insalvables y nos invita a reforzar nuestra confianza no en nuestras pobres fuerzas, sino en el brazo poderoso de Dios. Si miramos los ingentes proyectos que tendríamos que construir para hacer presente el Evangelio, estaríamos ciertamente desanimados al confiar en nuestras débiles fuerzas. Pero confiamos en el Señor. La actitud de Jesús en el pasaje de este día nos lleva a ponernos en guardia frente a los obstáculos que muchas veces nosotros mismos ponemos.

La curación del hombre de la mano tullida pone en evidencia las dificultades que los fariseos ponían para poder otorgar la salvación. Además de las dificultades propias de la enfermedad, se añaden estructuras injustas que oprimen más al necesitado. No es que el sábado fuera para oprimir al hombre, sino que hombres injustos han hecho de una ley de liberación, una ley opresora.

Jesús se opone abiertamente y con una pregunta retórica desarma a quienes pretender encadenar con la ley: “¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?”. Siempre, por encima de todo, está la persona, su vida y su dignidad. Nosotros perdemos de vista este concepto básico y ponemos en el centro otras prioridades: la ley, el gusto, el placer, el dinero. Confrontemos nuestro obrar con el modo de actuar de Jesús. Que nuestra actitud sea siempre la de dar vida, pero en manos del Señor, con la seguridad de que Él nos ama y nos fortalece en medio de las dificultades.

Noticia: 
Local