Etimológicamente significa “relativo a Sibila” o voluntad de Júpiter”. Viene de la lengua griega.
Se le suele llamar indistintamente Sibilina o Sibila.
Nació en Pavía, Italia, en el año 1287. Murió en el año 1367.
Toda su existencia transcurrió en Pavía. Desde los 12 años, se quedó ciega para el resto de su vida.
A los quince ingresó a la Terciaria orden dominica, donde vivió hasta su muerte, enclaustrada en una estrecha celda, cerca del templo de los dominicos en Pavía. Su habitación tenía dos ventanas, una daba hacia el templo y la otra a la calle; a través de la primera recibía la Eucaristía, por la segunda brindaba sabios y prudentes consejos a los numerosos fieles que acudían a ella y enseñaba catecismo a los niños.
Cada día encontraba fuerzas para vivir santa y elegantemente participando de la Eucaristía.
Conocía bien a cualquiera que hablaba con ella, le daba buenas orientaciones y consejos para vivir bien la preciosa vida que Dios nos ha dado.
Nada le impedía hacer el bien. Era el lema de su vida.
Poseía un grado tal de amor y de caridad que nunca se agotaba. Cuando se le presentaba alguna dificultad, acudía a sus fuentes interiores , para desde ellas, sacar el agua necesaria que le quitase la sed o la dificultad que podía atormentarla.
Los santos no nacen. Se hacen cuando viven el Evangelio y su novedad de vida.