2014-02-09 Radio Vaticana
(RV).- Este mediodía, antes del rezo de la oración mariana del Ángelus, el Papa Francisco recordó a todos los bautizados que “somos discípulos misioneros y estamos llamados a convertirnos en el mundo en un evangelio viviente: con una vida santa daremos ‘sabor’ en los diversos ambientes y los defenderemos de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo con el testimonio de una caridad genuina”. “Si los cristianos pierden sabor y se apagan, su presencia pierde eficacia”, precisó el Obispo de Roma, quien invitó a todos a ser "lámparas encendidas". El Papa también hizo mención a la celebración de la memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, el próximo 11 de febrero, Jornada Mundial del Enfermo. “Ocasión propicia - auguró Francisco- para colocar a las personas enfermas al centro de la comunidad, rezar por ellas y con ellas y estarles cercanos”. El Santo Padre dedicó diferentes saludos a los fieles presentes y a los que están más lejos. Brindó unas palabras para los participantes en los Juegos Olímpicos en Sochi, Rusia, y dijo que espera que esa “sea una verdadera fiesta del deporte y de la amistad”. También quiso recordar a todas aquellas personas en Italia y el mundo que lo están pasando mal por las catástrofes naturales, e invitó a “preveer en la medida de lo posible, las consecuencias más graves”. (RC, MZ-RV)
Después de la oración del Ángelus el Papa añadió:
Pasado mañana, 11 de febrero, celebraremos la memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, y viviremos la Jornada Mundial del Enfermo. Es la ocasión propicia para colocar a las personas enfermas al centro de la comunidad. Recen por ellas y con ellas, estarles cercanos. El Mensaje para esta Jornada está inspirado en una expresión de san Juan: Fe y caridad: «También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16). En particular, podemos imitar la actitud de Jesús hacia los enfermos, enfermos de todo tipo: el Señor se ocupa de todos, comparte con ellos el sufrimiento y abre el corazón a la esperanza.
Pienso también en todos los operadores sanitarios: ¡qué trabajo precioso hacen! ¡Muchas gracias por su precioso trabajo. Ellos encuentran cada día en los enfermos no sólo cuerpos marcados por la fragilidad, sino a personas, a quienes ofrecer atención y respuestas adecuadas. La dignidad de la persona jamás se reduce a sus facultades o capacidades, y no viene a menos cuando la misma persona es débil, inválida y necesitada de ayuda. Pienso también en las familias, donde es normal ocuparse de quien está enfermo; pero a veces las situaciones pueden ser más difíciles… Muchos me escriben, y hoy quisiera asegurar una oración para todas estas familias, y les digo: ¡no tengan miedo de la fragilidad! ¡No tengan miedo de la fragilidad! Ayúdense unos a otros con amor, y sentirán la presencia consoladora de Dios.
La actitud generosa y cristiana hacia los enfermos es sal de la tierra y luz del mundo. Que la Virgen María te ayude a practicarla, y obtenga paz y consuelo para todos los sufrientes.
En estos días se están llevando a cabo en Sochi, en Rusia, los Juegos Olímpicos de Invierno. Querría hacer llegar mi saludo a los organizadores y a todos los atléticos, con el presagio de que sea una verdadera fiesta del deporte y de la amistad.
Saludo a todos los peregrinos presentes hoy, las familias. Todos los peregrinos, ¡todos! Las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones. En particular saludo a los profesores y a los estudiantes que vienen de Inglaterra; el grupo de teología cristiana de diferentes países europeos que están en Roma por una convención estudio; a los fieles de las parroquias de Santa María Inmaculada y San Vicente de Paoli en Roma, aquellos venidos de Cavallina y Montecarelli, y la escuela de San Luca- Bovalino, en Calabria.
Rezo por aquellos que están sufriendo daños y lo están pasando mal por las calamidades naturales, en diferentes países, también aquí en Roma, estoy cerca de ellos. La naturaleza nos desafía a ser comprensivos y estar atentos a la protección de la creación, incluso preveer, en medida de lo posible, las consecuencias más graves. Y antes de despedirme, me viene en mente la pregunta que he hecho: ¿lámpara encendida o apagada? ¿Qué querría? ¿Encendida o apagada? Eh, ¡el cristiano lleva la luz! ¡Es una lámpara encendida! ¡Siempre adelante con la luz de Jesús!
A todos les deseo un buen domingo y un buen almuerzo.
Hasta Pronto