Para que mi alegría esté en ustedes

HOMILÍA*
ORDENACIÓN DE PRESBÍTEROS
(08.02.14)

Hemos proclamado la salvación en esta fiesta diocesana sacramental escuchando al Sumo y Eterno Sacerdote de la Nueva Alianza, llamando a la alegría sacerdotal, la alegría del Reino que se hace visible en la labor pastoral misma y en sus resultados; los llamados a colaborar en la Misión para la difusión del Reino no son asalariados, contratados para realizar un “trabajo” para agradar a un señor ejecutando sus órdenes, sino AMIGOS que comparten su alegría en la tarea común, para que llegue el Reinado de Dios hasta los confines de nuestra Diócesis y de la tierra entera.

Aparece por primera vez en la Última Cena la alegría de Jesús participándola a sus discípulos, llamados a compartir la fatiga en la siembra, la esperanzada atención a la viña y la perseverancia en el proceso de la acción pastoral hacia el fruto del hombre nuevo que lleva en germen la vida definitiva; así se va constituyendo la Nueva Creación, ahí va brotando la nueva humanidad en Cristo. De ahí la alegría y el gozo del enviado, misionero de las Buenas Nuevas del Señor Resucitado.

Hermanos ordenandos, en su largo y profundo discernimiento fueron constatando el amor de Dios que los llamó y cómo Él no se impone sino se ofrece como don gratuito por lo cual ustedes gratuitamente, desde su opción libre, aceptan unirse o asociarse al presbiterio de Culiacán al que están incardinados desde su ordenación en el grado de los diáconos y hoy el presbiterio se une a su obispo en la escucha de la Palabra, en la oración de ordenación y en el gesto de la imposición de manos, signo central de esta solemne celebración.

Previamente los interrogaré para explicitar su libertad nueva en el hoy de su ordenación presbiteral para que quede patente ante esta Iglesia local que están decididos a vivir, en espiritualidad de comunión: apacentando al pueblo de Dios, desarrollando el ministerio de la Palabra, celebrando los misterios que dan y estructuran la vida nueva de Cristo, sosteniendo la actitud orante del presbiterio en bien de las comunidades encomendadas y buscando únicamente la salvación de los hermanos más allá de todo interés personal.

Estamos en el horizonte del ser, ser ministro del Evangelio, ser dador de la vida en Cristo, ser presbiterio de Culiacán, en el gozo de pertenecer a este pueblo de Dios que hace creíble a la Iglesia Universal; no olviden que estamos a contracorriente de la sociedad del tener, en una sociedad que da acceso y cobra intereses por llegar a las parcelas privilegiadas del tener y del poder; con el evangelio afirmamos el tener para ser, crecer y desarrollarse integralmente en un equilibrio marcado por las virtudes; atentos a la propuesta de la sociedad de consumo que nos desconcierta con sus propuestas fáciles y cómodas, estamos en la certeza de que entre más espeso y denso sea el tener, menos transparente será el ser; recordemos la sabiduría bíblica: “DONDE ESTÁ TU TESORO AHÍ ESTÁ TU CORAZÓN” (Mt 6,21).

En la fe de la Iglesia vamos a vivir el signo de la imposición de manos evocando la cultura religiosa judía en la cual significaba la transmisión de la fuerza divina o bendición, ambos sentidos como comunicación de vida; un signo de la unidad de lo humano y lo divino, la gracia y la realidad humana de cada ordenando; en esta celebración la capacidad ministerial santificadora y transformante en el proyecto de Jesucristo que los llamó para la alegría de la vida ministerial; para unirse a este presbiterio que corresponsablemente conmigo están en proceso de conversión pastoral a fin de desarrollar la Nueva Evangelización. Un presbiterio que continúa descubriendo la alegría del ministerio ante la certeza de la victoria de Cristo sobre todos los signos de muerte y la certeza del fruto de su ministerio por el cual renace la nueva humanidad para gloria de Dios: ya que su gloria es que el hombre viva, para esta Iglesia de Culiacán: que las comunidades rebosen en la vida dada por el Espíritu Santo fruto del Resucitado.

Dicho signo sacramental tiene un lenguaje propio: Dios los acepta a través de su obispo, por la imposición de manos, tal como ustedes son con sus luces y sombras. Quienes los han presentado a la ordenación han discernido que son idóneos para el ministerio presbiteral, y mis hermanos presbíteros al unirse a dicho gesto también los aceptan como parte de este presbiterio concreto de Culiacán; nuestro Seminario está preparando pastores capaces de sumarse al presbiterio, no presbíteros egocéntricos, sino discípulos de Jesús dispuestos a sentir con la Iglesia local los gozos y esperanzas del pueblo de Dios que necesita de pastores que lo reconcilien con Dios conforme a la segunda lectura escuchada.

Se han sumado a sacerdotes que viven el signo de madurez integral: EL GOZO DEL REINO DE DIOS que se hace visible cada vez con mayor luz en la vida del pastor maduro que experimenta el gozo de servir; protege ese gozo, lo deja fluir para que permee toda su labor pastoral y continúa aprendiendo a vivirlo en todos los acontecimientos de la comunidad por la que se desgasta en la esperanza del grano de trigo que muere a sí mismo para que otros tengan vida al estilo de Jesús; como cuando él mismo desarrolló ese valor del Reino con tres personas difíciles: el gozo de enseñar a Nicodemo, o como cuando desarrolló el gozo en el procesos pedagógico de la samaritana, o como cuando acompañó el proceso medicinal del ciego de nacimiento; Jesús, el gozoso y buen pastor icono de todo ministro del orden sacerdotal, expresó su escucha, respeto, perseverancia y en todo el amor sacerdotal.

Pregunten a hermanos sacerdotes maduros en identidad presbiteral quien les puede quitar esa dicha o esa bienaventuranza, ese gozo de cuidar la comunidad, la prontitud para dedicarse a la catequesis de adultos en los sectores, o barrios o ejidos; el móvil fortísimo que sostiene el manejo de lo cotidiano y de sus fatigas y sus momentos de sequedad o al superar las resistencias rompiendo los paradigmas previos al Concilio Vaticano II que impiden una nueva evangelización.

El gozo por el Reino de dios está lejano a la carcajada carnavalesca o a la risotada vulgar, sino el gozo de quien se identifica como colaborador responsable del proceso del Reinado de Dios; dicho gozo se aprende y supera la enfermedad de la anhedonia o incapacidad de disfrutar aun lo ordinario, o incapacidad de disfrutar el crecimiento de las comunidades, o el éxito pastoral del hermano en el decanato, o el avance de la parroquia contigua superando las inmaduras celotipias de aquellos corroídos por la envidia. Aprender a gozar es aprender a vivir, aprender a ver con los ojos y contemplar con el corazón, aun aquello invisible que solo se ve con el corazón, desde la caridad pastoral, como lo vivía Jesús, que experimentaba preocupación por la gente y por los que acudían a él buscando salvación.

El Papa Francisco nos recuerda en su Exhortación Apostólica LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO que cuando se pierde la identidad del evangelizador y se enreda en el consumismo y en los personales intereses ya ajeno al evangelio de la vida se enreda en un sinnúmero de motivos personales, ya no escucha la Palabra de Dios y ya no goza la alegría de ser para y con los demás hermanos; su fe se enferma y languidece y no hay espacio en su corazón para la comunidad a la que pertenece; ya no se nutre de las fuentes de la fe y bebe en otras fuentes que lo impulsan a otros satisfactores lejanos del proyecto del Señor perdiendo la alegría de evangelizar.

Sin la vivencia gozosa de la fe qué difícil para el presbítero ser ministro de vida nueva, no fermenta la comunidad encomendada, vive en la rutina: cuando lo repetido pierde novedad, al perder la novedad se gasta, el gastarse cansa y pierde vitalidad; se pierde la capacidad de asombro, se pierde el sentido de la belleza, de la novedad y el encanto ministerial y el ministro ordenado entra en desvalimiento y en un estado de agonía, en la perversa mediocridad; la causa de la rutina está en su interior, solo vivificando el corazón se supera ese signo de muerte, la rutina; ¡para el muerto todo está muerto!

Por eso el ministerio requiere de una profunda espiritualidad que viene de dentro donde Dios inhabita, desde esa interioridad se vivifica y renueva día a día, en el hoy de la vida nueva en Cristo. Por eso vamos a orar pidiendo: “RENUEVA EN SUS CORAZONES EL ESPÍRITU DE SANTIDAD” evocando el gran proyecto de dios: “sean santos como yo su Dios soy Santo” (Lev 20,26)

El Papa enfatiza la alegría de llevar el evangelio a las periferias existenciales, nuestra Iglesia local está empeñada en esperar con gozo la llegada de los futuros Diáconos permanentes descubriendo las posibles diaconías donde ellos desarrollen su ser y quehacer de servidores del Reino de Dios, Diáconos del posconcilio, del posAparecida; y nos preparamos descubriendo con ellos y para ellos las periferias existenciales con la visión pastoral del Papa Francisco quien nos ha motivado con la reciente Exhortación: LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO llamándonos a “recuperar la frescura original del Evangelio (#11), visualizando “que toda auténtica acción evangelizadora es siempre nueva” “#11); que cuando toda acción pastoral discernida, planificada y evaluada brota de la convicción de que es iniciativa de Dios “nos permite conservar la alegría en medio de una tarea tan exigente y desafiante… nos pide todo, pero la mismo tiempo nos ofrece todo” (#12).

Seminario de Culiacán que sigas viviendo la alegría de ofrecer año con año los frutos de una Institución formadora de pastores gozos y alegres al servicio del Evangelio. Familias católicas que el Dueño de la Mies les conceda la alegría como la de estas familias de los presbíteros ordenandos, esa dicha de palpar la aceptación de Dios de un hijo, hermano, sobrino o nieto que es cubierto por la Imposición de Manos del Obispo; pueblo de Dios peregrino de la fe que sigas disfrutando la labor alegre, dichosa y llena de alegría de tus sacerdotes siempre en actitud dadora de la Vida del Jesús que escogió a quienes Él quiso para evangelizar toda periferia existencial diocesana.

Que María Inmaculada, patrona de nuestro Seminario, lo siga cobijando con su maternal intercesión, por eso aclamamos con al Papa Francisco: !MADRE DEL EVANGELIO VIVIENTE, MANANTIAL DE ALEGRÍA PARA LOS PEQUEÑOS, RUEGA POR LOS NUEVOS PRESBÍTEROS DE CULIACÁN. AMÉN. ALELUYA!

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