Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario

CATEQUESIS DE JESUCRISTO SOBRE LA MANERA DE CÓMO APROVECHAR LAS CAPACIDADES QUE DIOS NOS DIÓ Y ASI CON ELLAS CONSTRUIR NUESTRA SUPERACIÓN PERSONAL, UNA VIDA NUEVA EN FAVOR DE LA COMUNIDAD Y DEL BIEN ETERNO. (Mt. 25, 14- 30; 1 ​Tes. 5, 1-6)

El apóstol Pablo redimensiona todas las preguntas especiales acerca de la fecha del fin de nuestra historia. El afirma claramente que nuestra vida tiene un término y una espera que debemos realizarla lo mejor posible (San Juan Crisóstomo homilías sobre el Evangelio de Mateo 77, 2). Por medio de una vida honesta e íntegra, ya que la venida el Señor por nosotros será repentina (San Agustín discurso 229/B, 1), pues el verdadero fiel cristiano vive siempre disponible y vigilante. La venida del Señor podrá ser dolorosa, pero quiere generar en nosotros un proceso de arrepentimiento de nuestros pecados y de transformación a una vida nueva (San Juan Crisóstomo, homilías sobre el Génesis 8, 4-5).
 
Jesús en el Evangelio nos exhorta y nos reanima a que construyamos esta vida nueva desarrollando las capacidades y virtudes que Dios nos ha dado, poniéndolas a disposición de los demás, para que con nuestro apoyo, nuestros prójimos descubran también que son los constructores de sus propios destinos, y que solamente juntos podemos construir esta vida nueva (San Cirilo de Alejandría fragmento, 283), que se manifestará en la promoción de la dignidad de la persona humana, en el respeto a los derechos fundamentales del ser humano, en la real y efectiva promoción del bien común. Porque de otra manera, si no los ponemos en práctica, aún las capacidades que tengamos se nos quitarán: aquellos que no aman pierden el amor que tienen (San Gregorio Magno homilías sobre los evangelios 9, 3-4).
 
Este modo de construir una vida nueva, nos la presenta claramente el libro de los Proverbios 31, 10 sgs. , donde se nos presenta la calidad humana de una esposa, con sentido profundamente religioso de la vida, con su trabajo lleno de cariño para con los suyos; haciéndolo todo así, porque a quienes se los hace son su familia, son sus seres queridos; los valores más preciados para ella y para nosotros; los tesoros que Dios confía a toda mujer, son para su propio crecimiento y para ponerlos al servicio de la persona humana y del bien común. Sólo de esta manera, podremos construir con nuestras acciones, y en comunidad una vida realmente nueva que sea el anuncio alegre y gozoso de la nueva vida que Cristo nos va a compartir. Nuestra conducta es muy importante para nosotros y sobre todo para nuestros próximos.
 
+ Felipe Padilla Cardona.