Mensaje Cuaresmal 2014: Compartir desde nuestra pobreza

de Francisco Moreno Barrón
Obispo de Tlaxcala

La cuaresma es un tiempo propicio para la conversión, para volver el corazón a Dios y a los hermanos. Con este motivo, el Papa Francisco ha reflexionado sobre la pobreza que enriquece desde el punto de vista de Cristo y sobre las diferentes formas de pobreza que sufre la humanidad en la actualidad.

“Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza”, por eso quiso que su Hijo Jesucristo asumiera nuestra condición humana y se hiciera semejante a nosotros en todo, menos en el pecado; que naciera en un establo, viviera siempre pobre y acogiera a los pobres como los predilectos en su reino.

“La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el espíritu de Cristo”. Ser pobre materialmente no es una desgracia, ser pobre de espíritu y no poner el corazón en los bienes terrenales es una condición óptima para que Dios nos tome por su cuenta y Él sea nuestra única riqueza. Con Él a nuestro lado no nos falta absolutamente nada.

“Los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza”. En la vida diaria se multiplican las oportunidades para responder a la miseria material, moral y espiritual de nuestros hermanos. Todo gesto, por sencillo que sea, hecho con amor, es como un bálsamo en su corazón y es una ofrenda agradable en la presencia de Dios.

“La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad”. No nos acostumbremos a convivir con las injusticias y no seamos insensibles a las necesidades más elementales de nuestros hermanos. No permitamos que el poder, el lujo y el dinero se conviertan en ídolos, que impidan una distribución justa de la riqueza. Es necesario que, con una conciencia bien formada, nos convirtamos a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir. Por ser imagen y semejanza de Dios, todo ser humano tiene una gran dignidad que debe ser respetada, por lo que a nadie se le debe privar de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad.

“La miseria moral consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado: dependientes del alcohol, drogas, juego o pornografía. Cuántas personas a nuestro alrededor viven en esta miseria moral por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo o por falta de igualdad respecto a los derechos a la educación o a la salud”. En nuestra sociedad hay también muchos vicios, rostro de la miseria moral en adolescentes y jóvenes, así como en adultos y niños, que dañan su propia vida y la de nuestras familias y pueblos; por lo que es necesario atender esta urgencia desde el interior de los propios hogares e impulsar una agenda social que prevenga y combata estos vicios que con frecuencias son fatales.

“La miseria espiritual nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Quien considera que no necesita a Dios, que nos tiende la mano en su Hijo Jesús, porque piensa que se basta a sí mismo, se encamina por un camino de fracaso”. Todos procedemos del amor de Dios a través del amor de nuestros padres, Él nos lleva en sus manos paternales y nunca nos deja solos. Quien quiere vivir sin Dios, es el ser más desdichado y no puede ser verdaderamente feliz; en cambio, quien a Dios tiene, nada le falta.

En esta cuaresma seamos sensibles a la miseria material, moral y espiritual de tantos hermanos nuestros y démosles una respuesta de amor, recordando que “hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20,35). Obsequiemos nuestro tiempo, nuestros dones y carismas como remedio a tanta miseria que nos rodea. Despojémonos de aquello que no necesitamos, de lo que es superfluo o de algo a lo que queremos renunciar libre y gozosamente, aunque nos duela tal desprendimiento, a fin de ayudar y enriquecer a otros hermanos con nuestra pobreza. Entonces estaremos viviendo el sentido profundo de la cuaresma.

Tlaxcala, Tlax., Marzo 5 de 2014

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