La Misión Continental en México, como salida a las periferias existenciales

de Eugenio Andrés Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la CEM

Descargar aquí el documento de la Conferencia: "La Misión Continental en México, como salida a las periferias existenciales ¿Dónde estamos? ¿Qué hacer? ¿Qué sigue?"

Esta tarde, en la Universidad Pontificia de México, Mons. Eugenio Lira Rugarcia, Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la CEM, ofreció la conferencia: "La Misión Continental en México, como salida a las periferias existenciales ¿Dónde estamos? ¿Qué hacer? ¿Qué sigue?"

Mons. Lira comenzó citando al Papa, quien ha recordado el sentido de la Misión Continental: la renovación de las iglesias particulares ante el cambio de época, para recuperar la vida discipular y misionera con la que Cristo fundó la Iglesia.

La misión consiste en anunciar el Evangelio; la Buena Noticia de que en Jesús, Dios, autor inteligente y amoroso de cuanto existe, viene a nosotros para salvarnos y hacer nuestra vida plena en esta tierra y eternamente feliz en el Cielo. Por eso, el cardenal Ratzinger afirmaba que evangelizar es “enseñar el arte de vivir”.

La Misión Continental exige conversión personal y pastoral, pertenencia eclesial y edificar una ciudad construida sobre relaciones, que tienen como fundamento el amor de Dios.

La fe impulsa a trabajar con amor y esperanza en nuestro desarrollo integral, personal y social; un desarrollo del que nadie quede excluido, fijando la mirada en la eternidad feliz que nos aguarda.

La fe que ha impulsado la educación, la cultura y la promoción humana, nos hacer respetar la naturaleza, diseñar formas justas de gobierno y de convivencia social, a buscar modelos de auténtico desarrollo, y dispone al perdón y la reconciliación.

Debemos proseguir este camino. Esto implica ir a las periferias, que empiezan en la familia, los amigos, vecinos, compañeros de estudio, de trabajo, y la gente que trata con nosotros. Hay que ir a todas las personas y a todos los ambientes.

No dejemos abandonada a la gente ¡Escuchémosla! ¡Hablémosle de Cristo con comprensión, humildad, seguridad, testimonio y ternura! Trabajemos unidos como Iglesia, haciendo “equipo” con el clero, la vida consagrada y los fieles laicos, bajo la guía del Papa y de los Obispos.

El Señor está con nosotros y su Madre Santísima nos acompaña siempre ¡No tengamos miedo! ¡A trabajar unidos como Iglesia!

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