Cuaresma: tiempo para tocar las miserias humanas

16 de marzo de 2014

A las comunidades diocesanas
A los agentes de pastoral
A las personas de buena voluntad

Les saludamos a todos con mucho cariño y llenos de esperanza. Haciendo nuestro el mensaje del Papa Francisco para esta Cuaresma, los obispos de la Provincia Eclesiástica de Acapulco nos dirigimos a ustedes para decir una palabra para este tiempo de gracia que se nos da. Reconociendo que en nuestros pueblos hay grandes riquezas culturales, espirituales y humanas que nos han dado la capacidad de forjar una historia abierta al futuro, también hemos de reconocer las miserias que no nos permiten vivir de una manera más humana. La Cuaresma es una gran ocasión para convertir esas miserias en oportunidades para la Gracia de Dios que hace surgir la vida y la fraternidad en donde reina el Mal.

Entre las miserias materiales nuevamente queremos señalar la pobreza extrema y la violencia, que manifiestan mucho dolor y constituyen un freno al desarrollo integral de nuestros pueblos. Estas miserias deben ser tocadas para ser curadas, porque sí tienen curación. El Evangelio muestra a Jesús que cura estas miserias poniendo su corazón en ellas para remediarlas. Es la misericordia que se convierte en acción solidaria al estilo de Jesús que “siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”.Este modelo de solidaridad de Cristo, se convierte en el camino obligado si queremos remediar estos grandes flagelos que golpean a los pueblos del estado de Guerrero. Como Iglesia católica, queremos inspirar la misericordia cristiana a través de nuestras comunidades eclesiales, ofreciendo cercanía y acompañamiento a todas las personas y familias que sufren estos y otros males. Y queremos invitar a todas las personas de buena voluntad a adoptar esta actitud solidaria que puede generar grandes esperanzas.

Así mismo, queremos señalar la necesidad de superar la miseria espiritual ocasionada por el alejamiento de Dios, fuente de Vida y de fraternidad, de manera que ocasiona daños a las personas, a las familias y a las comunidades. De la miseria espiritual derivan males como la corrupción, los abusos de poder, la violencia, la apatía social, las rivalidades y otros más, que agravan las situaciones de dolor. Necesitamos atender estas miserias espirituales que brotan del pecado que se enquista en las personas y en las estructuras sociales. La conversión a Dios es la salida que Jesús propone para “enriquecernos con su pobreza solidaria”.

Aprovechemos esta Cuaresma para hacer un camino de retorno al Dios de la misericordia, a su Palabra de Vida Eterna, poniendo en juego lo mejor de nosotros mismos. Con una actitud de pobreza espiritual, de disponibilidad para Dios y para los hermanos, de sensibilidad ante el sufrimiento y de solidaridad efectiva para avanzar hacia una sociedad más fraterna, justa y pacífica.

El derecho a la vida en consonancia con los derechos de la mujer

Se ha anunciado una iniciativa de ley que llegará próximamente a la Cámara de Diputados local para despenalizar el aborto en el estado de Guerrero. Este hecho ha causado preocupación en algunos sectores de la sociedad y preocupa a la Iglesia católica que no se calibre de manera integral y se contrapongan derechos que tienen que mirarse de manera complementaria.

Los derechos de la mujer, incluyendo los derechos sexuales y reproductivos, tienen toda su legitimidad en la medida en que no excluyen el derecho fundamental a la vida del niño no nacido. Desde luego que hay que partir de una concepción integral de la persona humana para entender esta manera de armonizar estos derechos. En este sentido se requiere un proceso de diálogo para encontrar la justa relación entre estos derechos para que sean reconocidos, respetados y garantizados.

La Iglesia siempre ha reconocido la dignidad de persona del niño no nacido y su derecho a nacer y a que se respete su vida. Junto a esto, reconoce, también los derechos de todas las personas a contar con las mejores condiciones de vida para su pleno desarrollo. Por lo mismo, hay que asegurar una vida digna para todos, en todos los aspectos de la vida y en todas las etapas de la misma. Por otra parte, hay que apostar por la educación que capacite para tomar decisiones responsables y respetuosas de la vida y de la dignidad de todas las personas, sin excepción. Hacemos un llamado a construir una cultura de la vida que genere pensamientos y sentimientos de respeto y de amor a la vida en todas sus expresiones. Y llamamos, también, a plantear el tema de la despenalización del aborto con pleno respeto a la dignidad de la persona humana que hay que reconocer en los niños no nacidos.

A todos los encomendamos a Santa María de Guadalupe y a los santos guerrerenses San Margarito Flores y San David Uribe y con mucho cariño les hacemos llegar nuestra bendición.

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