“Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle”
Primera lectura: (Génesis 12,1-4ª)
Marco: Con esta lectura da comienzo la historia de la salvación entendida en sentido estricto, aunque toda la Palabra de Dios es historia de la salvación. Con la historia de Abrahán pisamos terreno histórico tanto cronológica como cultural y religiosamente.
Abrahán vive a lo largo del s. XVIII a.C. Esta breve lectura es el relato de su vocación y nos sigue orientando hacia la Pascua, momento en que se cumplen las promesas que le hizo Dios y se abren en una nueva perspectiva que tendrá definitivo cumplimiento en la vuelta del Señor.
Reflexión
Abrahán, el peregrino a la búsqueda de Dios.
Abrahán es invitado a ponerse en camino hacia lo nuevo y lo desconocido. La brevedad del texto podría llevarnos a una peligrosa simplificación. Con esta llamada Abrahán es invitado a dejar todo su pasado politeísta y comenzar el camino hacia el encuentro con el Dios único. La pedagogía divina, reflejada a lo largo de toda la Biblia, nos invita a considerar aspectos muy complejos. Ese camino de Abrahán ha sido lento, no falto de dudas, de búsquedas, de purificaciones. Así entendemos mejor la "condescendencia" de Dios de que nos habla San Juan Crisóstomo y que ha sido recogida en por el Concilio Vaticano II DV, n. 13). Abrahán comienza su vocación de ser el "gran peregrino de la fe". Y toda peregrinación está alentada por la búsqueda y la sorpresa, pero no faltan la dureza y la dificultad y Abrahán no será eximido de ellas. Su vida ha sido dura, desconcertante, apasionante. La promesa y la bendición, expresión de la presencia de Dios. Abrahán recibe la promesa de ser el primer eslabón de un gran pueblo, de una nueva familia, en medio de todos los pueblos. La ulterior historia del patriarca nos va a describir de forma dramática y entrañable todos los avatares que llevó consigo esta promesa en sí mismo y en sus descendientes. Abrahán es objeto de una bendición. La bendición representa en la fe del pueblo de Israel la quintaesencia de la presencia bienhechora de Dios. La bendición es una realidad eficaz en sí misma. Es única y da sentido al pueblo de la bendición. En el tiempo del cumplimiento pleno de la promesa, Jesús será llamado "nuestra bendición". Abrahán, signo de bendición para todos los pueblos.. La promesa no es propiedad exclusiva suya o de su pueblo. La expresión "con tu nombre se bendecirán todas las naciones del mundo" refleja y sintetiza todo el sentido de la llamada de Abrahán. Ha sido elegido como un "signo", como un punto de referencia para todos los pueblos invitados, según el proyecto y plan de Dios, a participar en la salvación y en la promesa (Ef 2,11-22; Cl. 1,20).
Segunda lectura: (2Timoteo 1,8b-10).
Marco: La segunda carta a Timoteo aborda las graves dificultades que surgen en la todavía joven Iglesia cristiana y que provienen desde fuera por las persecuciones y desde dentro por la presencia de los gnósticos y otras deformaciones de la fe. La Carta pretende poner en guardia ante los peligros que acechan a la Iglesia provenientes de ambos frentes.
Reflexión
¡La dura tarea de la evangelización!.
El autor de esta Carta advierte sin dulcificaciones que los trabajos del Evangelio son duros. Recuerda el camino apostólico del maestro como un modelo a imitar. Ya el mismo Pablo lo recordaba en su discurso de despedida a los presbíteros de Éfeso (Hch 20,17-38). En las cartas dos a los Corintios nos recuerdan las dificultades provenientes de dentro y de fuera. La tarea evangelizadora la entiende Pablo, incluso, como una forma de completar en su carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo. Diríamos que hay una honda comunión entre las dos vidas: la de Jesús y la de Pablo, unidas por el sufrimiento y la persecución. En la tarea evangelizadora es para personas dispuestas a las dificultades. ¡Evangelizar es anunciar a Jesús como Salvador!. Evangelizar es presentar ante los hombres la obra de Dios en Jesús. Cumple su palabra, anunciada y prometida desde tiempo inmemorial, es decir, desde los orígenes. Jesús ha abierto un nuevo camino, ahora sigue adelante cuando se anuncia su Evangelio que es la señal más firme de nuestra fe en la Resurrección de Jesús.
Evangelio: (Mt 17,1-9)
Marco: Este acontecimiento pertenece a lo que nosotros llamamos triple tradición, es decir, un acontecimiento del que nos dan testimonio los tres evangelistas. Todos los acontecimientos de la vida de Jesús son fiables, pero los que recogen los tres evangelistas gozan todavía de mayor valor. Y los tres, enmarcan este acontecimiento después de la confesión de Pedro en Cesarea y el primer gran anuncio de Jesús de su Pasión. Este anuncio, provocó en Pedro el rechazo asustado por el escándalo de la cruz.
Reflexión
¡Entre la cruz y la gloria!.
Ya el marco en que los evangelistas colocan este acontecimiento nos permite descubrir su primer valor para el anuncio y la predicación en este domingo. La radicalidad de las palabras de Jesús es de una autenticidad indiscutible. Se enseña habitualmente que las palabras de seguimiento son de las más auténticas y las menos discutidas de las que pronunció Jesús. Jamás ningún maestro de su tiempo ni después tampoco se atrevió formular tal invitación: quien quiera ser discípulo debe negarse a sí mismo y ponerse en marcha detrás de mí. Pero en líneas anteriores, ha revelado sin ambages su destino, que por cierto sólo fue captado en su primera parte, es decir, la que habla de sufrimientos, traiciones, humillaciones y muerte. Jesús habló también de resurrección, de vida, de gloria. Pero los discípulos no entendieron y Pedro se escandaliza. ¡Jesús avalado por dos grandes profetas: Moisés y Elías!. Mateo nos invita a contemplar a Jesús como un nuevo Moisés, que se encuentra con Dios en un nuevo Sinaí, también en medio de una nube y rodeado de luz. Moisés y Elías tienen relación importante con el Sinaí, y los dos representan lo mejor del profetismo. Personifican la Ley y los Profetas donde se encuentra la esencia de la revelación veterotestamentaria de la voluntad de Dios. Y también Mateo nos ha advertido ya (5,17ss) que Jesús ha venido a dar cumplimiento (histórico-salvífico) a la Ley. Y en otro momento de su ministerio nos dijo que toda la ley y los profetas se sintetizan en su nuevo mandamiento de amor a Dios y al prójimo (Mt 22,40). ¡Jesús, el Hijo predilecto del Padre!. La voz celeste procedente del Padre es una solemne declaración: Jesús es su Hijo amado, en quien se complace. La revelación nos remite a otro acontecimiento central en la vida de Jesús que es su bautismo (otro elemento importante para centrar bien el sentido de la cuaresma: tiempo de preparación y experiencia bautismal). ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Jesús!. El "escuchadle" de este fragmento centra la atención del lector. Se le invita a que entienda todo el conjunto orientado a este centro. Jesús está dotado de las cualidades de quien puede revelar la última voluntad de Dios en favor de los hombres. Viene a proclamar la soberanía y del amor de Dios. El hombre no tiene otra alternativa, si se quiere poner en marcha hacia la verdadera salvación: escuchar la palabra de Éste de quien dan testimonio la ley y los profetas y que, por lo tanto, está por encima de la ley y de los profetas. Sólo Él tiene la definitiva palabra de salvación. La cuaresma es un tiempo de camino y de peregrina-ción para el encuentro con Jesús y con uno mismo. La mediación es la Palabra del Hijo de Dios, del nuevo Moisés y del Nuevo y definitivo profeta. Cuaresma es un tiempo privilegiado para encontrarnos con la palabra de Dios, una palabra viva y eficaz como espada de doble filo que ilumina, denuncia, sana, exhorta y da vida conduciendo al hombre a su más íntima realidad y libertad. Es necesario "escuchar" al definitivo enviado por Dios.
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)