2014-04-06 Radio Vaticana
(RV).- “Jesús nos invita, casi nos ordena, a salir de la tumba en la cual nuestros pecados nos han hundido” expresó Francisco, inspirado en el Evangelio de la Resurrección de Lázaro, ante los miles de fieles y peregrinos que llegaron a la plaza de San Pedro en el último domingo de cuaresma, en el que el Obispo de Roma regaló un Evangelio de bolsillo.
“Sobre la Palabra del Señor nosotros creemos que la vida de quien cree en Jesús y sigue su mandamiento, después de la muerte será trasnformada en una vida nueva e inmortal”, afirmó el Sucesor de Pedro. “Como Jesús ha resucitado con el proprio cuerpo, pero no ha regresado a una vida terrena, así nosotros resurgiremos con nuestros cuerpos que serán transfigurados en cuerpos gloriosos. Él nos espera junto al Padre, y la fuerza del Espíritu Santo que lo resucitó a Él, resucitará también al que está unido a él”, explicó.
El Vicario de Cristo dijo que el grito de Jesús a Lázaro está dirigido a cada hombre, porque todos estamos signados por la muerte; “es la voz de Aquel que es el dueño de la vida y quiere que todos tengamos vida en abundancia”.
“Cristo no se resigna a los sepulcros que nos hemos construido con nuestras elecciones de mal y de muerte… nos llama insistentemente a salir de la oscuridad de la prisión en la que nos hemos encerrado, contentándonos con una vida falsa, egoísta, mediocre” Dejémonos aferrar, liberar, por las palabras que Jesús nos repite a cada uno: “salí afuera”. Nuestra resurrección empieza cuando decidimos obedecer a la orden de Jesús de salir a la luz, a la vida.
Francisco Papa dijo también que el gesto de Jesús de resucitar a Lázaro era demasiado grande, demasiado claramente divino como para ser tolerado por los sumos sacerdotes, que tomaron la decisión de matar a Jesús.
Después de la oración dominical del ángelus Francisco saludo a los peregrinos, recordó el genocidio iniciado en Ruanda en 1994, los cinco años del terremoto en L’Aquila, y explicó el gesto del regalo del Evangelio de bolsillo en Cuaresma.
Para Radio Vaticana, jesuita Guillermo Ortiz
Después de la oración mariana del Ángelus el Papa dijo:
Queridos hermanos y hermanas:
Se llevará a cabo mañana en Ruanda la conmemoración del vigésimo aniversario del inicio del genocidio perpetrado contra los tutsis en el 1994. Con esta circunstancia deseo expresar mi cercanía paternal al pueblo ruandés, animándole a continuar con determinación y esperanza, el proceso de reconciliación que ya ha manifestado sus frutos, y el empeño de reconstruir humana y espiritualmente el país. A todos les digo: ¡No tengan miedo! En la roca del Evangelio construyan su sociedad, en el amor y en la concordia, ¡porque sólo así se genera una paz duradera! Invoco sobre toda la querida nación de Ruanda a la protección maternal de Nuestra Señora de Kibeho. Recuerdo con afecto a los obispos ruandeses que han estado aquí, en el Vaticano, la semana pasada. Y a todos los invito, ahora, a rezar a la Virgen Nuestra Señora de Kibeho.
(Reza Ave María)
Saludo a todos los peregrinos presentes, especialmente a los que participan en el ‘Congreso del Movimiento de Compromiso Educativo de la Acción Católica Italiana’. ¡Invertir en educación significa invertir en esperanza!
Saludo a los fieles de Madrid y Menorca; a aquellos de la Diócesis de Concordia-Pordenone; el grupo brasileño "Fraternidad y Tráfico Humano"; a los estudiantes de Canadá, Australia, Bélgica y a los de Cartagena-Murcia; a los alpinos de Como y de Roma.
Saludo a los grupos de niños que han recibido o se están preparándose para la Confirmación, los jóvenes de diferentes parroquias y los numerosos estudiantes.
Han pasado exactamente cinco años del terremoto que azotó a L'Aquila y su territorio. En este momento queremos unirnos con aquella comunidad que ha sufrido tanto, que todavía sufre, lucha y espera, con mucha confianza en Dios y en la Virgen María. Oremos por todas las víctimas: que vivan para siempre en la paz del Señor. Y recemos por el camino de resurrección del pueblo de L'Aquila: la solidaridad y el renacimiento espiritual, son la fuerza de la reconstrucción material.
Recemos por las víctimas del virus del Ébola que se ha desarrollado en Guinea y países vecinos. Que el Señor sostenga los esfuerzos para combatir el inicio de esta epidemia y para asegurar cuidado y asistencia a todos los necesitados.
Y ahora me gustaría hacer un simple gesto para ustedes. En los últimos domingos he sugerido a todos ustedes que se hicieran con un pequeño Evangelio, para llevar uno mismo durante el día para poder leerlo a menudo. Entonces me acordé de la antigua tradición de la Iglesia, durante la Cuaresma, de entregar el Evangelio a los catecúmenos, los que se preparan para el bautismo. Así que hoy quiero darles a ustedes que están en Piazza –pero en un seño para todos- un Evangelio de bolsillo. Será distribuido de forma gratuita. Hay lugares en la plaza para esta distribución. Yo los veo: allí, allí, allí, allí.... Acérquense a los lugares y tomen el Evangelio ¡Tómenlo, tómelo con usted, y léanlo cada día: ¡es exactamente Jesús el que les habla allí! ¡Es la palabra de Jesús: esta es la Palabra de Jesús!
Y como Él les digo: ¡gratuitamente han recibido, gratuitamente den! ¡Den el mensaje del Evangelio! Pero a lo mejor alguno de ustedes non cree que esto sea gratuito. “¿Pero cuando qué? ¿Cuánto debo pagar, Padre? Pero hagamos una cosa, a cambio de este regalo, hagan un acto de caridad, un gesto de amor desinteresado, una oración por los enemigos, una reconciliación de alguna cosa... Hoy se puede leer el Evangelio con muchos instrumentos tecnológicos. Se puede llevar la Biblia con uno mismo en un teléfono móvil, una tableta. Lo importante es leer la Palabra de Dios, con todos los medios, pero leer la Palabra de Dios: ¡es Jesús que nos habla allí! es acogerla con el corazón abierto. ¡Entonces la buena semilla da fruto!
¡Les deseo un buen domingo y buen almuerzo! ¡Hasta la vista!
(Traducción María Cecilia Mutual-MZ- RV)