“JUVENTUD DIVINO TESORO” LLENO DE PERLAS PRECIOSAS Y CRISIS PELIGROSAS Y MOLESTAS

Palabras mágicas y encantadoras, que hacen hervir la sangre y ponen en tensión, todas las cuerdas del corazón, del espíritu y del cerebro. Porque en ese tesoro hay: Rebeldía, esperanza y demás crisis. Cualquier edad del ser humano es importante; desde que está en el seno materno, hasta cuando es un río caudaloso de rica experiencia. La edad juvenil es muy importante, porque los jóvenes ejercen en la sociedad un influjo importante en forma negativa y positiva. Porque hay jóvenes que han sustituido el grupo por la pandilla; el deporte por las drogas; la verdadera amistad por el compañerismo; el estudio y el trabajo por la abulia y la vagancia. Pero siempre hay más gente buena que mala. Frente a esta minoría se yergue una inmensa mayoría de jóvenes que impulsados por el ardor de su edad juvenil y por su energía sobreabundante, asumen y viven, con responsabilidad y sana alegría la etapa de la vida que están viviendo y contribuyen al bienestar social. La juventud es la época más radiante de la vida humana, es la aurora luminosa que anuncia un nuevo día social. Es el brote de ensueños e ilusiones, de ansias y anhelos. En la juventud empieza el desbordamiento de la energía humana, física y psicológica, que impulsa a las pasiones sin las cuales la vida sería quietud y no sería vida, porque ésta, es movimiento y actuación. Pero tenga presente que la juventud no origina a las pasiones, sino que las alimenta. Las pasiones humanas ya están en la naturaleza humana, desde el seno materno; lo que sucede es que en la edad juvenil, actúan con bravura y con fuerza inigualable. Surgen, despiertan incontenibles. Lo que se debe hacer es educarlas. No se pueden suprimir. Y teniendo las pasiones educadas, se llega a ser un hombre de gran personalidad, que tiene madurez reflexiva, dominio personal, que lo hacen un gran conductor de sí mismo y puede llegar a ser santo. En toda edad humana debe haber alegría y optimismo pero sobre todo en la edad juvenil. Sin estos elementos vitales, la juventud es enfermiza y anémica. Pero la alegría y el optimismo no se encuentran en una vida cómoda y fácil, llena de placer y diversión, sino dentro del cumplimiento del deber. Que para muchos es la nota fúnebre del concierto de la vida y corta las potentes alas, del vuelo del placer. Los jóvenes no deben de pensar así, sino que el deber les señala las cumbres excelsas de una vida humana responsable designada para ti; el deber nos dice: que sacudamos el polvo de las imperfecciones y cultivemos los nobles anhelos y así subamos hasta la casa del Padre Celestial y descansemos en su amoroso regazo. Tengan presente que la edad juvenil, de vida exuberante, es orientada por el deber y te ayuda a descubrir luminosos objetivos e ideales ascendentes. Adolescente y joven, el deber habla por la boca de tus primeros e insustituibles educadores que son tu papá y tu mamá; tú como hijo fruto de su amor tienes el deber de escucharlos y hacer lo que te manden aunque no te guste. Pero todo es porque te quieren y para que seas una persona de calidad moral. Otra voz del deber es la autoridad, tanto civil como eclesiástica. Esta no se equivoca en lo que nos manda hacer, porque se basa en la palabra de su Divino Fundador. La autoridad a través de sus diferentes pastorales, entre las que está la pastoral de la juventud, trata de ayudar a ésta, porque sin una orientación evangélica la juventud abandonada a sus solas fuerzas lejos de elevarse, se resbala y cae, en las fauces de su egoísmo.
Jóvenes: Reflexionen que la vida se condensa principalmente en esa edad que están viviendo y gozando. Pero en ella se siembran y germinan las más prometedoras esperanzas. Es el tiempo crucial de la vida humana. Porque la voluntad se está perfilando y se está dibujando y formando la propia personalidad y las pasiones y los primeros amores van matizando y perfilando una vida cuyo fruto se va a ver y puede ser amargo o dulce y afectará a toda la sociedad familiar, social y eclesial. Todos ustedes jóvenes y papá y mamá y demás educadores, creo que nunca se meditará lo suficiente, en la trascendencia que tiene el recto aprovechamiento de esa etapa de la vida, la formación y educación adecuada. Es muy importante el enfoque que se dé a la edad juvenil. El ambiente mundanal con su frivolidad, se echa encima de la juventud para atraerla y desviarla. Para el mundanismo, la juventud es tiempo de gozar, ofreciendo en abundancia las copas del placer y ofrece a los jóvenes abundantes caminos de un egoísmo sin ideal. En esa edad en la que explota la vida y por su vigor exige horizontes amplios y cielos azules, pero sin noble ideal, hacia el cual se debe tender el vuelo. Y la vida se marchita y se seca. La juventud debe ser tiempo de grandes ideales, que con su luz vayan cinceleando una vida esplendida, con la esperanza de un rico porvenir. Procuren que el mundanismo no sofoque ni seque la flor de su vida, sino que sea hermosa floración, gozosa y feliz y no termine en ruina. Sino que su juventud sea un camino de la vida, rico en posibilidades. Que sea un rico campo de siembra de valores como lo es nuestro valle del yaqui. Pero el agricultor, el sembrador, debe ser diligente en su tarea de siembra, no quelite ni zacate, sino algodón y demás frutos valiosos. Recuerden que hay que sembrar a tiempo. Y lo que no se siembre en la juventud, difícilmente se sembrará en la adultez y menos en la vejez. Estas son las épocas de la vida. En las que con frecuencia, el corazón se encuentra marchitado e impregnado de desilusión. Los falsos sueños de la edad juvenil, se convirtieron en grandes desengaños. Las arrugas de la vejez y del corazón, ya no tienen nuevos y esperanzadores horizontes. La vida está en su atardecer, ya se ha pasado la Gamesa y se está llegando al canal; y sólo se llevan las consecuencias de lo sembrado en los años juveniles.
La juventud es la edad de la vida, en la que no hay cansancio ni fastidio, sino el campo florido, en donde deben germinar los verdaderos valores humanos y cristianos y los más nobles ideales. Edad llena de alegría y optimismo, elementos vitales de la vida humana. Si no hay estas cualidades, serán ustedes unos jóvenes enfermizos y anémicos. Pero no olviden que la alegría y el optimismo, no se encuentran en una vida fácil y cómoda, llena de placer sensual y de diversión. Sino que están en el corazón que hace el bien y tiene raíces profundas, para no ceder ante el fracaso y pesimismo suicida. Jóvenes sean serviciales, pero no sevilistas. La servicialidad es un valor humano y cristiano, que embellece a la vida. Es el punto de contacto y camino, para poder encontrarnos, sostenernos y ayudarnos mutuamente. Vivir ayudando a los demás, es una hermosa y valiosa manera de vivir en cualquier edad de la vida. Pero hay que evitar el servilismo. El servilista es adulador. El servilismo siempre está en los mediocres, incapaces de elevarse sobre sus propios valores y méritos. Siempre anda arrastrándose y mordiendo el polvo del de más arriba, mendigando en forma vil y degradante. El servilismo es astuto y oportunista; ambivalente y fluctuante conforme a las situaciones que se presentan. Siempre le importa el fin, no los medios. También la juventud debe ser sincera y auténtica. Son valores hermanados, terriblemente difíciles, pero fundamentales, para el ser humano que quiere ser de calidad. Pongan atención porque el ambiente actual en el que vivimos, está saturado de farsa, falsedad e hipocresía. Ustedes deben vivir la verdad sin cobardía; la justicia sin ardor; el amor verdadero con entusiasmo; el servicio sin adulación y zancadilla. Sean pues sinceros y auténticos. Conviertan lo rutinaria en algo vital y fructífero. Y hagan del amor el destino de su vida. Porque el amor todo lo puede. Hace ligero todo lo pesado y hace dulce y sabroso todo lo amargo de la vida. La importancia de su edad, está que ustedes son el porvenir y el futuro; y en sus manos están la familia de calidad, el bienestar social, civil y eclesiástico; y si tenemos jóvenes de una excelente calidad moral, estará asegurado el bienestar social en todas sus clases. Que papá y mamá, siembre en el jardín familiar, flores de gran calidad. No olviden papá y mamá que: “De tal palo, tal astilla”. ¡Arriba y adelante!