III Domingo de Pascua, ciclo A

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén

Primera lectura: Hechos 2,14.22-28.

Marco: Es un fragmento del primer discurso kerigmático de Pedro el día de Pentecostés en Jerusalén, es decir, como el discurso programático de Pedro. En él se recogen las afirmaciones fundamentales acerca de Jesús, su persona y su obra en forma de solemne pregón y anuncio que servirá de base a todos los demás discursos y a toda la predicación auténtica sobre Jesús.

De una forma o de otra se ha de actualizar y hacer presente este contenido en todas las predicaciones cristianas misioneras o las que se realizan para construir día a día la comunidad de los creyentes.

Reflexiones:

1ª) Os hablo de Jesús, acreditado por Dios.

Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su mano los milagros, signos y prodigios que conocéis. El punto de partida es siempre Jesús. El hombre Jesús ha de ser la base para un proceso de fe y de participación en la salvación. Ya observamos en el texto pascual de Jn 9 cómo en el proceso de fe del ciego de nacimiento curado por Jesús ante el acoso de los fariseos y al ser requerido para que se pronunciara acerca del que le había curado, responde en primera instancia: Ese hombre llamado Jesús, hizo barro, me untó, me envió a lavarme y ahora veo. Ese hombre llamado Jesús. Pedro invita a que los oyentes dirijan su mirada al Jesús que muchos de ellos conocieron. En ese Jesús de Nazaret es en el que y a través del cual Dios ha actuado definitivamente en la historia de los hombres. Ese Jesús cercano a los hombres derrochando con ellos todo su poder que alcanzaba a sus espíritus pero también a sus cuerpos y a sus angustias. Ese Jesús Nazareno es anunciado ahora.

2ª) A ese Jesús a quien vosotros llevasteis a la cruz.

Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, os lo entregaron, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz. Ya desde su infancia escuchamos que Jesús sería una "bandera discutida, un signo de contradicción". Toda su vida se distinguió por esta paradoja incomprensible. Pasó haciendo el bien, pero le habéis crucificado. Esa es la historia desconcertante y escandalosa de los hombres. Pero todo estaba previsto por Dios. Se cumplían las Escrituras en las que se encuentra manifestada la Voluntad de Dios en favor de los hombres. Porque la Escritura ha sido inspirada para nuestra salvación. "Conforme al plan previsto y sancionado por Dios". El plan de Dios y el transcurrir de la historia humana convergen en un acontecimiento decisivo para la historia de toda la humanidad. No es posible contemplarlo sólo desde un ángulo, sino desde los dos. Porque con los dos se llega a la comprensión del acontecimiento (hasta donde se puede comprender un misterio) y a la vez se hace creíble al hombre y objeto de aceptación. Providencia divina e historia humana ayer como hoy son inseparables de una manera misteriosa. Enigma de la cruz que sólo es desvelado en la Resurrección de Jesús.

3ª) Dios le resucitó rompiendo las ataduras de la muerte.

Pero Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio (se cumple el salmo 15 que en su versión griega alude a la resurrección, a la liberación de la corrupción). Pedro relaciona ahora el acontecimiento con una palabra concreta: el salmo 15. Un salmo mesiánico en el que (en la versión de los LXX y sólo en esta versión) se habla de la liberación de la muerte por la resurrección. Jesús murió realmente, pero resucitó realmente, en su totalidad. Dios resucitando a Jesús ha enseñado a los hombres el camino de la vida y el camino de la verdadera respuesta a la tristeza humana por la experiencia de la muerte conduciéndola a la vida. Rompiendo las ataduras de la muerte en Jesús, a quien no dejó que experimentara la corrupción, es invitado el hombre que muere y experimenta la corrupción, y que le atenaza por todas partes y le produce un terrible estupor y rechazo, a que abra su espíritu a la confianza en el Dios de la vida. La última palabra de Dios es siempre de vida y para vida tanto en Jesús como en nosotros.

Segunda lectura: 1Pedro 1,17-21.

Marco: Seguimos proclamando la Carta de San Pedro. Es la continuación de la lectura del domingo anterior.

Reflexiones:

1ª) Pascua y coherencia de la fe en la vida.

Si llamáis Padre al que juzga a cada uno, según sus obras, sin parcialidad, tomad en serio vuestro proceder en esta vida. Pascua urge una respuesta coherente con el don de la vida. Sólo el ser vivo puede realizar su actividad. Así lo entendían muy bien los hebreos cuando enseñan que el hombre sólo puede actuar si está vivo en su totalidad. Sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida si tomamos en serio nuestro compromiso temporal iluminado por la fe. Y ese compromiso ha de abarcar todos los ámbitos de la vida, como el propio autor de la carta indica a lo largo de la misma: el ámbito social, familiar y personal. El creyente proyecta la luz de Pascua allí donde le ha tocado desarrollar su vida humana. De otra forma no es un creyente en el Cristo Resucitado, sino en una idea abstracta. Pascua entra en la vida real para empaparla de vida y de esperanza en el Dios del amor y de la vida.

2ª) La Pascua verdadera dimensión del valor del hombre.

Os rescataron a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha. La Pascua revela la verdadera dignidad del hombre. O mejor: revela el verdadero designio de Dios en favor del hombre al crearlo. Porque el Cristo Pascual, alfa y omega del universo, restaura y manifiesta el verdadero ser hombre. La Pascua da la dimensión del verdadero humanismo. Por lo que el creyente en el Cristo Resucitado no puede huir de la realidad humana en la que se encuentra inmerso. Es más: la humanidad, sea consciente de ello o no, necesita de la oferta pascual para encontrar sus propias raíces humanas. En el fondo del hombre, por muy deformado que se encuentre, siempre arde una lámpara irrenunciable: es imagen y semejanza de Dios con destino a la vida y a la felicidad. Esta verdad fundamental ha de ser proclamada en Pascua iluminada por el Cirio Pascual, símbolo del Cristo total, Dios hombre, Resucitado.

3ª) Cristo Resucitado, camino para el encuentro con el Padre.

Por Cristo vosotros creéis en Dios. El mismo Jesús nos lo había afirmado en el discurso de la Cena: Yo soy el Camino, la verdad y la vida y nadie va al Padre sino es por mí". El hombre necesita este camino que culmina en la vida y en la felicidad. Y ambas son ofertas en firme hechas por el Padre "que nos ama". En Pascua se reafirma el amor de Dios expresado en la cruz. Y solamente lo podemos transitar por el Cristo total, muerto y resucitado, porque sólo El responde a las urgencias y tragedias del hombre asumidas en la Cruz. Esta oferta se perpetúa y se hace posible en el Cristo Glorioso que actualiza todo el acontecimiento liberador. Pascua camino hacia el Padre, "paso" hacia el Padre: "Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta la consumación" (Jn 13,1ss).

Evangelio: Lucas 24,13-35.

Marco: Es una catequesis redacta por Lucas apoyada en un acontecimiento real que ofrece la base a esta espléndida composición, pero cuyos contornos no son asequibles ahora. Para entender bien este relato hay que contemplarlo desde la forma literaria que Lucas quiso darle en un movimiento descendente-ascendente dramático y sobrecogedor: cuando los discípulos llegan al ínfimo grado de su esperanza: "pero a El no le vieron, por tanto todo falso", guiados por la mano maestra de Jesús remontan poco a poco hasta el encuentro gozoso con el Maestro que se les revela con suma suavidad. Huyen de la comunidad decepcionados, vuelven a la comunidad llenos de alegría.

Reflexiones:

1ª) Una esperanza truncada que conduce al desgajamiento.

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Dos discípulos "se marchan" de Jerusalén hacia Emaús. Formaban parte del grupo amplio de discípulos de Jesús y han sufrido en sus vidas el "escándalo" de la cruz. Se van de camino, pero conversan de las cosas sucedidas en Jerusalén acerca de Jesús. No es difícil entrar en sus ánimos: la decepción invade sus espíritus. Pero no obstante, siguen hablando de Jesús que sigue siendo importante en sus vidas de alguna manera. Se alejan de la comunidad de los discípulos, pero Jesús, Pastor escatológico, les sale al encuentro. Cumple con lo que El había proclamado en su vida mortal: "un pastor tenía cien ovejas y una se le extravió...y fue a buscarla".

2ª) Esperábamos de El que liberara a Israel, pero...

Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos (pero oculto)... ¿Qué ha pasado en Jerusalén? Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo... Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto... pero a él no le vieron. Estos dos discípulos pertenecen al pueblo de la esperanza. Jesús había sembrado el corazón de los hombres de esperanzas. Bien es verdad que muchos de sus signos no encajaban con los que se imaginó el pueblo de Israel en su esperanza "oficial". Pero sí coincidían con los rasgos del verdadero Mesías querido por Dios. Esta discrepancia en las imágenes del Mesías provoca la decepción en los mismos discípulos de Jesús. "esperábamos que liberase a Israel y ya ves, han pasado tres días y no ha ocurrido nada". Misterio del corazón del hombre decepcionado en sus esperanzas fundamentadas o no, pero en todo caso anidaban en su intimidad. Las palabras de los discípulos respiran decepción, pero aún queda un rescoldo: hablan de Jesús.

3ª) El peregrino que explica las Escrituras.

Un reproche inicia el camino de ascenso: ¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?. Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Y la Escritura fue revelada e inspirada para la salvación de los hombres y "para instruir al hombre de Dios para que llegue a la madurez en su fe" (2Tim 3,14ss). El propio Jesús había enseñado en su vida mortal: Investigad las Escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna, ellas son las que dan testimonio de Mí (Jn 5,39ss). Entonces abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras (Lc 24,45ss). Es necesario un encuentro asiduo con la Palabra de Dios para encontrar a Cristo como respuesta a los urgentes interrogantes de los hombres. Todas las Escrituras dan testimonio de él y alientan la esperanza del hombre en el silencio y en la Escritura está vuestra fortaleza. El Cristo Glorioso entrega a sus discípulos y a su Iglesia la clave para entender las escrituras como expresión de la voluntad salvadora de Dios y como historia de la salvación para todos los tiempos. Lucas reproduce la costumbre de la Iglesia primitiva de expresar el cumplimiento de las Escrituras por y en Cristo.

4ª) El peregrino que acepta la hospitalidad y se revela.

Y la Fracción del pan. Caminan y escuchan y la luz entra en su interior oscurecido por la decepción. Comienzan la apasionante aventura del encuentro con el Maestro. Y llegan a la posada e invitan. Son hospitalarios. El peregrino acepta entrar con ellos. Y se pone a la mesa. Y toma el pan y lo bendice y lo parte y lo entrega. Todos estos gestos, en primera instancia, sólo significan que los dos discípulos ceden al peregrino, experto en las Escrituras, la presidencia de la mesa. En todos los hogares judíos del tiempo de Jesús el que preside la mesa comienza bendiciendo y partiendo el pan y entregando un trozo a cada comensal. Hasta aquí nada de especial ocurre. Pero el Maestro quiere utilizar estos gestos para revelárseles. Y desaparece. Y le reconocen. Se ha hecho la luz en sus corazones. Y vuelven de prisa a la comunidad que está en Jerusalén a anunciar su experiencia. Las Escrituras y la Fracción del Pan, y la hospitalidad son vehículos insustituibles para el encuentro con Jesús Resucitado.

5ª) Se encuentran con la comunidad reunida.

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían:¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón! Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo había reconocido al partir el pan. La comunidad nace alrededor de los testigos del Resucitado. Crece y se vigoriza en la escucha de la Palabra y en la celebración del "memorial" (anamnesis-zikkaron) de la Muerte y Resurrección de Jesús. Para encontrarle a lo largo de su peregrinación tienen que volver una y otra vez y siempre a la Escritura y al Pan. Ya el Maestro había enseñado: Cuando yo sea levantado (en la Cruz-Exaltación) sobre la tierra, atraeré a todos hacia Mí (Jn 12,32). Los miembros de la Iglesia y de las pequeñas comunidades se reencontrarán cuando descubran al Cristo Glorioso presente en la Escritura, en el Pan y en el servicio y disponibilidad en favor de los demás.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)