IV Domingo de Pascua, ciclo A

“Yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundante”

Primera lectura: Hechos 2,14a.36-41

Marco: Seguimos leyendo en el capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles; por tanto, el primer discurso kerigmático. Pero este fragmento es la conclusión final.

Reflexiones:

1ª) Dios se esconde en la debilidad humana.

Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías. Al mismo Jesús humillado en su humanidad, Dios lo exalta. Es la dialéctica frecuente en la historia de la salvación: humillación/ exaltación. Dios estaba escondido en la debilidad de un hombre que quiso ser igual que nosotros en todo menos en el pecado (Hb 4,15-16). El Dios escondido en la debilidad humana acepta la muerte. Pero el proyecto de Dios era otro: la vida. Por eso el Acontecimiento pascual es una revelación, es un "apocalipsis", es decir, un corrimiento de la cortina que ocultaba la divinidad. Por eso en este momento, Dios revela al mundo quién era en realidad Jesús: el Señor y el verdadero Mesías. "Señor" es la traducción de Yahvé, Dios volcándose en la salvación de los hombres. Jesús de Nazaret, verdadero hombre en todo, es el Señor de la historia de los hombres y el único verdaderamente garante de las esperanzas humanas.

2ª) ¡Hay que comprometerse en el encuentro con Jesús!

La Muerte y la Resurrección de Jesús son "escatológicas", es decir, la última palabra de Dios. El hombre ha sido colocado con este acontecimiento ante la urgente necesidad de decidir. Hay que tomar una decisión, hay que optar, hay que responder. La oferta de Dios es gratuita en su Hijo Jesús. Pero el hombre debe responder en su libertad. Escuchado el mensaje, los primeros oyentes exclamaron, profundamente alcanzados, ¿Qué tenemos que hacer?". Sin esta pregunta la eficacia del acontecimiento queda en suspenso. El hombre que es libre puede malograr el don. La misma pregunta dirige Pablo a Jesús cuando es alcanzado por la gracia en el camino de Damasco (Hch 22,10). Ante la proclamación del Cristo Resucitado ya no es posible la neutralidad: o se acepta o se rechaza. Todo el acontecimiento estaba pensado para liberar al hombre y ahora se le pide a éste que asuma su parte de responsabilidad. Pascua es fuente de libertad y de responsabilidad.

3ª) Testigos en medio del mundo sin ser del mundo.

Pascua coloca al hombre en un difícil equilibrio en su realidad de hombre, parte de una sociedad. Escapad de esta generación perversa. ¿Acaso la fe nos induce a inhibirnos ante los problemas de los hombres que constituyen esta generación? Esta es la tentación de no pocos creyentes en Jesús. La Iglesia de nuestro tiempo lo sabe por eso declaró: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres, que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de salvación para comunicarla a todos. La Iglesia, por ello, se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia" (GS, 1).

El Cristo Glorioso sigue tomando en serio nuestra historia. Por eso el creyente debe mantener el equilibrio necesario entre la temporalidad y la trascendencia. La Pascua es una oportunidad para revisar este compromiso inherente a la Encarnación.

Segunda lectura: 1Pedro 2,20b-25

Marco: El fragmento tomado para este domingo pertenece a la tercera parte de la carta (2,11-5,11) en la que se repasan los deberes de los creyentes mientras peregrinan por este mundo junto a sus hermanos los hombres.

Reflexiones:

1ª) ¿Por qué han de ser perseguidos los creyentes?

Sabemos la finalidad general de esta Carta: alentar a los creyentes que sufren la persecución sangrienta. El autor les recuerda: Si obrando el bien soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios, pues para esto habéis sido llamados". Los interrogantes debieron surgir en el corazón de los creyentes y las dudas. No acababan de entender demasiado bien que haciendo el bien pudieran ser objeto de las persecuciones. Las dificultades debieron surgir con frecuencia, porque poseemos otros escritos que dirigen la atención en la misma dirección: Apocalipsis y Carta a los Hebreos. Los tres escritos tienen una misma intencionalidad de base: alentar la esperanza de los creyentes en los momentos de persecución. Ser perseguidos manteniéndose en la fidelidad es cosa agradable a Dios.

2ª) El modelo a seguir: Cristo.

También Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. El no cometió pecado. El seguimiento de Cristo, esa es la razón que justifica la actitud cristiana. Pero esta lectura proclamada en la Pascua invita a dirigir la mirada al camino global de Cristo: es verdad que los creyentes están siguiendo los pasos del Maestro en la persecución; pero el Maestro, a quien siguen, está glorioso a la derecha del Padre. Por eso es posible la esperanza viva y actuante de la que les ha hablado anteriormente. El autor de esta carta (homilía pascual-bautismal) escribe movido por una convicción profunda, a saber, que la vida del creyente no es un "via crucis"(camino de la cruz), sino un "via crucis-gloriae" (un camino hacia la gloria a través de la cruz). Pascua es una experiencia nueva que permite asumir la etapa de la cruz de otra manera, con otro sentido, con otro valor.

3ª) Cristo resucitado ha convocado a la unidad.

Habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas. El es quien convoca definitivamente. Realizó una tarea de pastor ya en su actividad en la tierra. Y la sigue realizando glorioso. Esta convocatoria de Jesús es la que ahora alienta el camino de los perseguidos y de los que se ven envueltos en persecuciones y sufrimientos. La Pascua es la clave definitiva para interpretar el sufrimiento de la humanidad. El creyente aprende de su Maestro a asumir el sufrimiento de los demás: Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas nos han curado. El misterio del sufrimiento y los interrogantes que suscita sigue presente en la historia. Pero ahora el hombre tiene el punto de referencia para su interpretación y comprensión: El Cristo Glorioso que sigue presente junto al hombre.

Evangelio: Juan 10,1-10

Marco: Juan 9 y 10 forman una sola unidad, con un tema común: Cristo es la Luz del mundo. El capítulo 9 (eminentemente bautismal) lo proclamamos en la Cuaresma. Hoy recogemos la imagen-alegoría del Pastor. Jesús, siendo pastor, es Luz del mundo.

Explicación:

1ª) Cristo, el que va por delante.

Cuando ha sacado todas las ovejas camina delante de ellas. Jesús vino a este mundo para ser la cabeza de la humanidad. Y va por delante abriendo el camino de la vida para los hombres. La imagen del pastor era frecuente en el Oriente cuando se hablaba de los responsables de la dirección de la humanidad: gobernantes y responsables del hacer público así como de los doctores que contribuyen con su ciencia para orientar las conductas. Pero su autoridad la ejerce en actitud de servicio. El discipulado entre los judíos se entiende como el aprendizaje no sólo de doctrinas sino también de actitudes. El discípulo observa en su maestro lo que enseña y lo que realiza y lo asimila hasta el último detalle. Con este sentido de la imagen, Jesús se presenta como el que va por delante indicando el camino porque es la Luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1,9) y lo realiza él mismo para que el discípulo siga sus pasos.

2ª) ¡Cristo, la puerta, único y universal!

Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pas-tos. Cristo no es una puerta más que se pueda elegir entre muchas, es la única puerta que conduce realmente a la salvación. La oferta de Cristo no es una entre muchas en igualdad de valor. Bien es verdad que su respeto por la libertad humana es exquisito, sincero y profundamente delicado. No obstante, El no podía enseñarnos otra verdad distinta. El es la puerta, como es la Palabra, la verdad, el camino, el pan de vida, la vida misma. Es la puerta porque no hay otra entrada en el reino de su Padre; sólo El es el Salvador que puede salvar bajo el sol. Esta singularidad de Jesús lo revela como único y a la vez universal. Es el único Mediador entre Dios y los hombres. El único puente posible entre su Padre y los hombres sus hermanos. En el fondo palpita la teología de la Encarnación tan importante y tan presente en la teología joánica. Todo hombre se salva sólo hace por Jesucristo, aunque no le haya alcanzado la evangelización.

3ª) Cristo-Pastor, Centro de comunión vital y de evangelización.

Aún me quedan otras ovejas; y debo conducirlas al único redil; entonces habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Este pensamiento joánico está en armonía con toda la obra joánica. Ya desde el comienzo de su obra nos advierte que el Logos, la Palabra, ha estado presente en la creación: Todo se ha hecho por El y nada de cuanto existe se ha hecho sin El. Es también la Luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Invita a todos a escuchar su palabra para adquirir "el derecho a ser hijos de Dios". Por eso, puede afirmar en este fragmento sobre su calidad de Puerta y Pastor que tiene otras ovejas, que un día entrarán en el único redil. Sabemos que Juan expresa un profundo pensamiento sobre la misión. La Iglesia está presente en el mundo como una prolongación suya animada por el Espíritu Santo. La comunión sincera entre sus componentes es un signo para que el mundo entre en la fe en Jesús y crea que es el Enviado del Padre. Jesús es, por tanto, la esperanza de toda la humanidad.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)