2014-05-21 Radio Vaticana
(RV).- Lo que nos lleva a percibir la grandeza de Dios y su amor por las creaturas es un don del Espíritu; el don de ciencia –explicó el Obispo de Roma en su catequesis sobre los dones del Espíritu Santo-. Dijo que aquí no se trata de la ciencia del conocimiento humano de la naturaleza, sino el don del Espíritu que Dios nos da que provoca en nosotros estupor y sentido de gratitud con Dios y nos lleva a alabar a Dios y agradecerle por toda la belleza que nos ha dado, siguiendo las huelas de santos como Francisco de Asís.
El don de ciencia del Espíritu -expresó el Francisco- nos pone en sintonía con la mirada de Dios sobre las cosas y sobre las personas. “Una mirada bondadosa y respetuosa, que nos advierte del peligro de creernos dueños absolutos de la creación, disponiendo de ella a nuestro antojo, sin límites”. El Papa manifestó que “la creación no es propiedad nuestra, ni, menos aún, sólo de algunos, sino un don maravilloso que Dios nos ha dado para que la cuidemos y la utilicemos con respeto en beneficio de todos”. El Sucesor de Pedro insistió en la necesidad de custodiar la creación. Porque custodiar la creación es custodiar el don de Dios. Si destruimos la creación la creación nos destruirá a nosotros. “Dios perdona pero la naturaleza no”, afirmó el Vicario de Cristo.jesuita Guillermo Ortiz- RV
Texto completo de las palabras del Papa en español:
“Queridos hermanos y hermanasHoy vemos otro don del Espíritu Santo, el don de ciencia. Esta ciencia no se limita al conocimiento humano de la naturaleza, sino que, a través de la creación, nos lleva a percibir la grandeza de Dios y su amor por sus criaturas. Este don del Espíritu Santo nos hace descubrir cómo la belleza e inmensidad del cosmos nos habla del Creador y nos invita a alabarlo. Al comienzo de la Biblia, se subraya que Dios mismo se alegró de su obra : todo era bueno y, el hombre, “muy bueno”. El don de la ciencia nos pone en sintonía con esta mirada de Dios sobre las cosas y sobre las personas. Una mirada bondadosa y respetuosa, que nos advierte del peligro de creernos los dueños absolutos de la creación, disponiendo de ella a nuestro antojo, y sin límites. La creación no es propiedad nuestra, y, menos aún, sólo de algunos, sino que es un regalo que Dios nos ha dado para que la cuidemos y la utilicemos con respeto en beneficio de todos. Si no cuidamos la creación, la destruimos. Y si destruimos la creación, la creación nos destruirá a nosotros. Recuerden aquel dicho: Dios perdona siempre, nosotros, los hombres, perdonamos algunas veces, la naturaleza no perdona nunca si la maltratamos.
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Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, particularmente a los grupos de sacerdotes del Colegio Mexicano en Roma, de la Arquidiócesis de Madrid y de la Diócesis de Nezahualcoyotl, así como a los fieles venidos de España, México, Argentina, Panamá, Costa Rica, Paraguay, Perú, Colombia y otros países latinoamericanos. Que sepamos ver cuanto nos rodea como obra de Dios, y a nuestros semejantes como hermanos y hermanas. Muchas gracias”.