El encuentro en los jardines vaticanos entre Francisco, Shimon Peres, Mahmoud Abbas y Bartolomé-En camino hacia la paz

2014-06-10 L’Osservatore Romano

«El inicio de un camino nuevo, en busca de lo que une, para superar lo que divide». El Papa Francisco explicó así el sentido del histórico encuentro para invocar de Dios el don de la paz para Tierra Santa, que tuvo lugar al atardecer de domingo de Pentecostés de 2014, 8 de junio, en los jardines vaticanos, en presencia de los presidentes israelí Shimon Peres y palestino Mahmoud Abbas, y del patriarca Bartolomé. La invitación fue dirigida por el Papa Francisco a los dos líderes políticos, el domingo 25 de mayo, durante la peregrinación a los santos lugares.

Al dar las gracias a sus invitados por su presencia, el Papa la definió «un gran signo de fraternidad, que hacen como hijos de Abraham, y expresión concreta de confianza en Dios, Señor de la historia, que hoy nos mira como hermanos uno de otro, y desea conducirnos por sus vías». La atención con la cual «este encuentro nuestro para invocar la paz en Tierra Santa, en Medio Oriente y en todo el mundo» es seguido por numerosísimas personas, que pertenecen a diversas culturas, naciones, lenguas y religiones, testimonia que se trata de un acontecimiento «que —continuó— responde al deseo ardiente de cuantos anhelan la paz, y sueñan con un mundo donde hombres y mujeres puedan vivir como hermanos y no como adversarios o enemigos».

Una situación, esta última, que en Tierra Santa ha causado demasiadas víctimas, inocentes, todos hijos nuestros que, destacó el Papa «están cansados y agotados por los conflictos y con ganas de llegar a los albores de la paz; hijos que nos piden derribar los muros de la enemistad y tomar el camino del diálogo y de la paz, para que triunfen el amor y la amistad».

Por lo demás, «el mundo es un legado que hemos recibido de nuestros antepasados —subrayó también el Papa Francisco—, pero también un préstamo de nuestros hijos». Y, en cambio, se los ha dejado morir. He aquí porqué, exhortó el obispo de Roma, «es deber nuestro lograr que su sacrificio no sea en vano. Que su memoria nos infunda el valor de la paz». Sí, porque «para conseguir la paz, se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra». Como es necesario el valor para decir «sí al encuentro y no al enfrentamiento; sí al diálogo y no a la violencia; sí a la negociación y no a la hostilidad; sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones; sí a la sinceridad y no a la doblez». Y además del valor es necesaria una «gran fuerza de ánimo». Cosa que, reconoció el Pontífice, no nos la podemos dar por nosotros mismos; tenemos necesidad de Dios. «Hemos escuchado una llamada —añadió dirigiéndose a sus huéspedes—, y debemos responder» y «romper la espiral del odio y la violencia» con una sola palabra: «“hermano”. Pero para decir esta palabra, todos debemos levantar la mirada al cielo, y reconocernos hijos de un solo Padre». Como conclusión una invocación al Señor para que «sean desterradas del corazón de todo hombre estas palabras: división, odio, guerra. Señor, desarma la lengua y las manos, renueva los corazones y las mentes, para que la palabra que nos lleva al encuentro sea siempre «hermano», y el estilo de nuestra vida se convierta en shalom, paz, salam». Análogas expectativas de paz manifestaron luego los presidentes Shimon Peres y Mahmoud Abbas.

El discurso del Papa